“Facultad de ciclones” lleva esperanzas a pescadores de India

Dos pescadoras caminan por la costa en Nemmeli. El pueblo que sufrió una gran destrucción por el tsunami de 2004 y varios ciclones tiene una "facultad de ciclones", donde se preparan para la gestión de desastres. La mujeres constituyen la mitad de los estudiantes. Crédito: Stella Paul/IPS

Ya pasaron 10 años del tsunami que azotó el sur de India, pero el pescador Raghu Raja, de 27 años, recuerda con total claridad cuando arrasó con su aldea costera de Nemmeli, en el sureño distrito de Kanchipuram.

Un domingo de mañana, todavía adormilado, Raja, entonces un estudiante, vio avanzar un muro de agua que parecía en cámara lenta. Aterrorizado, se echó a correr hacia un refugio de dos pisos, al final del poblado, al lado de una ruta interestatal.[pullquote]3[/pullquote]

Una vez ahí, el adolescente contempló con total estupefacción el muro de agua abatirse sobre su aldea.

“No sabía qué pasaba, por qué el mar actuaba así”, recordó Raja.

Luego, se enteró de que el lecho marino había sido sacudido por un terremoto, generando un tsunami. Era una palabra nueva en Nemmeli, un pueblo de 4.360 personas. El tsunami destruyó las casas que estaban sobre la costa, 141 solo en la zona de Raja.

Una década después, el refugio que salvó a Raja y a sus vecinos es una facultad donde enseñan, entre otras cosas, cuestiones sobre desastres naturales como tsunamis y, además, cómo sobrevivir a ellos.

La facultad fue creada en 2011 con fondos estatales. Uno de sus principales objetivos fue construir resiliencia a desastres entre las comunidades de las aldeas costeras vulnerables.

Pertenece a la Universidad de Madras y ofrece títulos de pregrado en comercio y ciencias, incluida la gestión y la reducción del riesgo de desastres.

Actualmente casado y con dos hijos, Raja, quien solo estudió hasta el grado 10, sueña con el día en que sus hijos vayan a esa facultad.

Comprender los peligros del entorno

Raghu Raja demorará un poco en cumplir su sueño, pero su colega pescador Varadaraj Madhavan ya lo está cumpliendo: dos de sus tres hijos fueron a la “facultad de ciclones”.

Su hija de 22 años, Vijaya Lakshmi, se graduó, la primera del clan de Madhavan, y su hijo de 18, Dilli Ganesh, seguirá sus pasos el año que viene.

En la carrera de tres años, Laxmi estudió inglés, computación y gestión de desastres. Entre sus mayores logros como estudiante se cuenta la creación de un “mapa de riesgos” para su aldea, preparado tras un profundo estudio del territorio, su costa y la estructura del suelo. En él figura el grado de vulnerabilidad de la aldea.

“Es un estatus en tiempo real”, señaló Ignatius Prabhakar, de SEEDS India, una organización que capacita a comunidades vulnerables en la preparación de desastres. “Hay diferentes colores que indican los distintos tipos de tormentas marítimas y los distintos niveles de peligro que implican. El mapa, previsto para actualizarse cada tres meses, es para que los lugareños comprendan la amenaza y estén preparados”, añadió.

Hay siete barrios en Nemmeli y hay una copia del mapa de riesgos a la entrada de cada uno. Laxmi, quien trabajó junto a un equipo de estudiantes de ingeniería de Chennai, capital del sureño estado indio de Tamil Nadu, para el proyecto, al que describió como una gran experiencia de aprendizaje.

“Aprendí mucho de nuestra aldea, del ambiente local. Por ejemplo, aprendí cómo la desaparición de las dunas, la sobrepesca y la basura aumentan el riesgo de inundaciones. También aprendí dónde debe ir la gente cuando ocurre un desastre y exactamente cómo hay que evacuar”, relató.

La joven ahora también integra la Alianza de Pobladores para la Reducción del Riesgo de Desastres, una comunidad que promueve activamente la preparación para desastres.

De refugio para ciclones a centro de enseñanza

Ahora es muy popular, pero fue una tarea monstruosa crear la facultad, recordó Ramaswamy Krishnamurthy, profesor de la Universidad de Madras y fundador de facultad.

Para empezar, el gobierno estadual pidió que la facultad quedara operativa a partir de 2011. Ya era verano, pero no había edificios donde instalar salones de clase ni un terreno asignado para construirlos. Tras varias rondas de intensas negociaciones con funcionarios locales, a Krishnamurthy le ofrecieron el refugio.

Luego, el próximo gran paso era convencer a la población local que mandara a sus hijos a la facultad.

“Contratamos un motocarro y le pusimos altoparlantes encima. Mi asistente conducía todo el día por los barrios, invitando a la población a mandar a sus hijos a la facultad. Yo esperaba justo aquí, debajo del árbol, esperando que apareciera un padre”, relató Krishnamurthy, quien hasta hace poco fue su director.[related_articles]

En el primer año de facultad, se matricularon 60 estudiantes. Después de cuatro años, el número trepó a 411 y la mitad son mujeres, puntualizó.

Sukanya Manikyam, de 23 años, se graduó hace poco y fue una de las primeras estudiantes en ingresar. Ahora planea realizar un curso de posgrado. “Me gustaría algún día enseñar en la Universidad”, contó.

Según Krishnamurthy, desde el tsunami, la erosión costera aumenta visiblemente. La topografía del lecho marino cambió, las dunas desaparecen y las viviendas ceden, dejando, poco a poco, a los pobladores sin casa y desplazados.

“Eso es ser un refugiado climático”, subrayó.

A medida que aumenta el riesgo de desplazamientos por el avance del mar, crece la necesidad de que las comunidades pesqueras accedan a una alternativa de subsistencia. La “facultad de ciclones” atiende esta necesidad, ofreciendo información y conocimientos que ayudan a la población local a encontrar nuevos trabajos y reconstruir sus vidas.

Tilak Mani, de 60 años, es optimista sobre el futuro. “Hace 10 años, el tsunami nos dejó llorando. Actualmente, nuestros hijos tienen la capacidad de orientarnos hacia la seguridad en caso de desastre”, comentó.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme

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