Escolares bolivianos desayunan buenos hábitos alimenticios

Una estudiante de la Unidad Educativa La Paz, en la ciudad que es sede del gobierno de Bolivia, bebe jugo de fruta de un envase distribuido por la Unidad de Alimentación Complementaria Escolar del gobierno municipal paceño, que cada día entrega 26 toneladas de productos naturales y propios de la cultura andina a unos 140.000 escolares. Crédito: Franz Chávez /IPS
Una estudiante de la Unidad Educativa La Paz, en la ciudad que es sede del gobierno de Bolivia, bebe jugo de fruta de un envase distribuido por la Unidad de Alimentación Complementaria Escolar del gobierno municipal paceño, que cada día entrega 26 toneladas de productos naturales y propios de la cultura andina a unos 140.000 escolares. Crédito: Franz Chávez /IPS

Una exitosa iniciativa que brinda desayunos y meriendas con sabores andinos a 140.000 estudiantes en La Paz, dio origen a una nueva ley destinada a impulsar una alimentación sana y propia de la cultura local en las escuelas de Bolivia, y así combatir la malnutrición y favorecer la soberanía alimentaria. 

“¡Pedimos un miércoles de fruta!”, gritaron a coro las alumnas de un aula de la Unidad Educativa La Paz, cuando IPS preguntó por sus sugerencias para mejorar las meriendas que reciben dentro del programa nacional de Alimentación Complementaria Escolar (ACE). Una demanda de comida saludable impensable hace unos años.[pullquote]3[/pullquote]

El modelo del ACE fue un desayuno escolar que comenzó a brindarse en el año 2000 en esta ciudad, sede del gobierno de Bolivia, y que evolucionó a una innovadora dieta de alimentos naturales, autóctonos y muy nutritivos para los niños y adolescentes que estudian en los centros públicos del principal municipio de los 327 que tiene el país.

El Programa Mundial de Alimentos, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otras instituciones internacionales han aplaudido los resultados en diversos informes.

“Somos líderes en la elaboración de raciones escolares con alimentos andinos como el amaranto, la harina de haba y de quinua (quinoa)”, dijo con entusiasmo a IPS el director de Educación del gobierno autónomo municipal, Jorge Gómez, en la austera oficina desde la que coordina el plan para los estudiantes de cinco a 15 años en los centros públicos.

Los cereales del amaranto y la quinoa fueron la base alimenticia de las culturas precolombinas de las zonas andinas de América del Sur y son altamente proteínicos.

Entre los resultados positivos destaca que en los ocho primeros años de la implementación de la alimentación andina en el municipio la anemia cayó en 30 por ciento entre el alumnado, según estudios independientes de la Universidad Mayor de San Andrés y de la organización internacional Save the Children.

El ACE se estableció en el sistema educativo estatal de primaria y secundaria de todo el país en 2005, es manejado por unidades municipales especiales y en 2013 benefició a dos millones de estudiantes, según el Ministerio de Educación, responsable del programa.

La iniciativa de La Paz no solo mejoró los hábitos alimenticios de los estudiantes, sino que impulsó la pequeña agricultura comunitaria.

Sus principios germinaron en la Ley de Alimentación Escolar en el Marco de la Soberanía Alimentaria y la Economía Plural, promulgada el último día de 2014, que comenzará a aplicarse desde este año y que prohíbe los alimentos transgénicos e industriales, para sustituirlos por los propios de la cultura andina y producidos en buena parte localmente.

Profesionales de la Unidad de Alimentación Complementaria Escolar de la alcaldía de La Paz muestran el uniforme que van a portar los escolares que capacitan para que sean líderes en nutrición y salud escolar en los centros educativos del municipio. Crédito: Franz Chávez/IPS
Profesionales de la Unidad de Alimentación Complementaria Escolar de la alcaldía de La Paz muestran el uniforme que va a portar cada estudiante que han comenzado a capacitar como «líder en nutrición y salud escolar» dentro del los centros educativos del municipio. Crédito: Franz Chávez/IPS

El modelo de La Paz

Gómez explicó que dialoga con los padres y madres para mejorar el menú e incluir una variedad de productos en las raciones distribuidas en las 389 unidades educativas de La Paz dependientes de los gobiernos central y municipal, en los turnos de mañana, tarde y noche.

En sus 2.000 kilómetros cuadrados, La Paz cuenta con 764.617 de los 10 millones de habitantes de Bolivia. Del total, 293.000 residentes en el municipio son pobres, con ingresos que  no alcanzan los 90 dólares mensuales, según datos de 2013 de la Dirección de Investigación Municipal.[pullquote]1[/pullquote]

Mientras consumen coloridas bolsitas con cereales y jugos naturales, las estudiantes de la unidad educativa que visitó IPS comentan que entre sus preferidos están los palitos de cereales cubiertos con chocolate.

Ese alimento, producido con el cacao de la zona semitropical del nororiental departamento de La Paz, es muy popular y el día que integran la dieta faltan raciones, porque algunos alumnos toman varias porciones, relató a IPS la directora de la unidad educativa,  Marcela Fernández.

El menú escolar aporta la cuarta parte de los nutrientes diarios que necesita un niño o adolescente, e incluye leche, yogur, jugos de frutas y chocolate,  a los que se agregan hierro, ácido fólico y vitaminas A, B y C.

Para las familias, representa además un ahorro. “Ayuda mucho a la economía familiar”, expresó a IPS el presidente de la Junta Escolar de la Unidad Educativa La Paz, Fernando Aliaga. El maestro de deportes, Hugo Quito, acotó que los estudiantes tienen mayor energía a la hora de ejercitarse, por la saludable alimentación.

Las raciones sólidas son el resultado de un creativo manejo de alimentos con aroma andino, como los panes de maíz y de otros cereales autóctonos, masas suaves y horneadas y combinadas con huevo, avena, almendras, y un pan amasado de quinoa, llamado “k’ispiña”.

Ese producto recupera una tradición de antiguos pueblos andinos donde se empleaba como alimento no perecedero, adecuado para caminantes de largas distancias y periodos de escasez alimenticia.

Cada combinación la crearon los nutricionistas municipales, a los que les alienta la merma de la anemia en el alumnado, aunque el camino no siempre sea fácil. Un ejemplo fue una empanada con relleno de acelga, que un grupo de padres rechazó porque confundieron el vegetal con moho.

Impulso agrícola 

La explosión de demanda de alimentos naturales que ocasionó el programa tuvo también un impacto colateral positivo: se generó una revolución productiva de cereales andinos,  plátanos (bananos) y frutas, que ahora cultivan de manera organizada agricultores agrupados en empresas y cooperativas.

Cada día, desde la madrugada al anochecer, se distribuyen unas 26 toneladas de alimentos sólidos y líquidos, con centros de producción localizados a en pleno altiplano, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, o en los valles y en las zonas tropicales del departamento de La Paz, lo que incrementó tanto empleo como negocios.

Los impactos positivos en la salud de los escolares y en la recuperación de los alimentos andinos y naturales, junto con la dinamización de la agricultura comunitaria, sirvió de guía para la ley nacional, a la hora de trazar las nuevas pautas del ACE, para los alimentos distribuidos en la educación pública, primaria y secundaria.

La nueva norma converge además con objetivos del gobierno del presidente Evo Morales, en el poder desde 2006, que promueve el desarrollo integral del Vivir Bien, como un eje de su política social.

La norma traza como objetivos el apoyo a los escolares, para alentar su permanencia en las aulas, fomentar la producción destinada a la alimentación escolar, con preferencia por productos de cada localidad, para garantizar que sean naturales y cercanos a cada cultura, y promover la agricultura social comunitaria.

Entretanto, en la Unidad de Alimentación Complementaria Escolar de La Paz ingresaron ya en otra fase pionera, la de formación de líderes en nutrición con la participación de maestros, padres y madres de familia y escolares a quienes entregan gorras y uniformes tras un ciclo de capacitación.

Esos líderes y lideresas generarán conciencia en sus escuelas y entre la comunidad sobre los buenos hábitos alimenticios, la prevención en temas de salud y nutrición. “Se trata del impulso al cambio desde la familia y hasta la escuela”, citó a IPS un técnico encargado del programa, que pidió no dar su nombre.

Editado por Estrella Gutiérrez

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