Educación financiera reduce el riesgo de los granjeros en Zambia

El agricultor de Zambia Neva Hamalengo (a la derecha) sabe lo que significa perder su cosecha como consecuencia del clima. Crédito: Friday Phiri/IPS
El agricultor de Zambia Neva Hamalengo (a la derecha) sabe lo que significa perder su cosecha como consecuencia del clima. Crédito: Friday Phiri/IPS

La inestabilidad climática hace que el trabajo de los pequeños agricultores que dependen de la lluvia en Zambia sea cada vez más arriesgado, pero la situación podría empeorar si el calentamiento del planeta incrementa las frecuencias de las sequías y las inundaciones.

Neva Hamalengo, un agricultor de 40 años oriundo de Moyo, en el sur de Zambia, sabe lo que significa perder todo en un abrir y cerrar de ojos. Una tormenta arrasó con una hectárea entera de sus tomates por valor de 2.000 dólares, mientras que una sequía de un mes le hizo perder la cosecha de maíz.[pullquote]3[/pullquote]

«El rendimiento será muy mediocre esta zafra. Sufrimos daños a los cultivos con la tormenta y cuando los cultivos necesitaban lluvia para recuperarse, tuvimos una sequía severa», relató.

Para peor, Hamalengo no tenía seguro. El agricultor admite que «no sabía nada acerca de los seguros,» y asegura que le encantaría que se incluya educación al respecto en los servicios de extensión agrícola.

Su situación es similar a la de la mayoría de los pequeños agricultores, generalmente excluidos de los servicios financieros, y confirma el argumento de los expertos que advierten que el riesgo de operar una empresa que no está asegurada es mucho mayor si  el clima entra en juego.

La inclusión financiera se considera un factor clave para reducir la pobreza, pero las estadísticas en Zambia no son nada alentadoras.

La encuesta FinScope 2009 concluyó que 63 por ciento de la población adulta de Zambia, o 6,4 millones de personas, está excluida de los servicios financieros formales. Poco más de la mitad de la población adulta en este país de casi 15 millones de habitantes se dedica a la agricultura.

La mayoría «no bancarizada» está integrada por la población pobre, muchos de ellos pequeños agricultores. Con el fin de ayudarles a ser más resistentes a la variabilidad climática, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) puso en marcha la Iniciativa Resiliencia Rural R4.

La iniciativa es «un enfoque integrado de gestión de riesgos, centrándose en el seguro agrícola indizado (transferencia del riesgo), mejora de la gestión de los recursos naturales (reducción del riesgo de desastres), crédito (toma de riesgos prudente), ahorro (reservas de riesgo) y redes de seguridad productivas”, explicó Allan Mulando, del PMA.

La R4 surge de una alianza entre el PMA y la organización humanitaria Oxfam Estados Unidos con el objetivo de «mejorar la capacidad de los hogares con inseguridad alimentaria para gestionar los riesgos de fenómenos climáticos severos», explicó Mulando, director de la Unidad de Evaluación y Mapeo de Vulnerabilidades del PMA en Zambia, en diálogo con IPS.

En colaboración con la Unidad Nacional de Gestión y Mitigación de Desastres, varios ministerios, el Departamento de Meteorología, compañías de seguros nacionales e instituciones de crédito y ahorro, el proyecto procura integrar las actividades con programas públicos sobre la resiliencia que ya están vigentes.

Uno de ellos, el programa Ampliación de la Agricultura de Conservación (CASU), obra conjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y el Ministerio de Agricultura y Ganadería, con el apoyo financiero de la Unión Europea, tiene como objetivo reducir el hambre y mejorar la seguridad alimentaria, la nutrición y los ingresos, así como fomentar el uso sostenible de los recursos naturales.

El fin del “R4 es generar un ámbito para que el sector privado participe mediante el desarrollo del mercado para garantizar la sostenibilidad… a través de cobertura de seguro, provisión de crédito, programas de creación de activos y redes de seguridad, y el ahorro de los hogares… formas alternativas de reducción de la vulnerabilidad», explicó Mulando.

El Ministerio de Agricultura y Ganadería “alienta la tecnologías resistentes al clima en el contexto del CASU y la diversificación de cultivos… para los cuales la inclusión financiera es un ingrediente clave”, señaló el funcionario Paul Nyambe.

Mientras tanto, para el Ministerio de Tierras, Recursos Naturales y Protección del Medio Ambiente, este tipo de iniciativas son bienvenidas porque se corresponden con el objetivo del gobierno de capacitar a las comunidades locales para adaptarse al cambio climático.[related_articles]

«En este momento, el gobierno está en el proceso de movilizar recursos para apoyar a las comunidades afectadas por una grave sequía que provocó la pérdida de cosechas”, explicó Richard Lungu, director de Gestión de Medio Ambiente del ministerio.

Según Lungu, que es el punto focal de Zambia para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, «el cambio climático es una cuestión transversal de desarrollo, especialmente para Zambia, cuya economía depende de los recursos naturales», y donde más de 80 por ciento de la población vive de la agricultura.

Los fenómenos climáticos pueden dejar a los agricultores en la pobreza, y ese riesgo también limita su interés por invertir en medidas que podrían aumentar su productividad y mejorar su situación económica. Por eso la educación financiera es clave.

“Existe una fuerte necesidad de educación financiera. Cuando los agricultores a pequeña escala tengan cultura financiera, podrán guiar a otros… a adoptar un producto financiero en particular, como un seguro o crédito,… y evitar tomar malas decisiones», dijo Mulando a IPS.

El experto financiero George Siameja coincide con esa opinión, pero señaló que el problema radica en dos niveles, la falta de educación financiera y un entorno financiero que inhibe el crédito.

«Sin embargo, la educación financiera debe ser el punto de partida, porque los bancos consideran que es demasiado arriesgado prestar dinero a personas con una capacidad financiera insuficiente. Mientras que la agricultura es una función del clima, la educación financiera es clave”, aseguró.

Un agricultor que ya se benefició con la educación financiera es Rodney Mudenda, de la aldea de Nabuzoka.

«Desde que me formé en gestión financiera el año pasado, cambió mi estrategia agrícola”, afirmó el agricultor de 34 años.

“Ahora estoy dispuesto a tomar riesgos calculados, como lo hice esta zafra para reducir el maíz y plantar más girasoles, un cultivo tolerante a la sequía. Y la apuesta dio frutos. Espero ganar 1.500 dólares a partir de una inversión de 650 dólares», explicó a IPS.

Editado por Phil Harris / Traducido por Álvaro Queiruga

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