Sitios de sexo inseguro retan prevención del VIH/sida en Cuba

Durante la noche, grupos de personas que integran los colectivos de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) acuden a lugares de encuentro en el barrio de El Vedado y otros similares en La Habana, en Cuba. Algunos de ellos funcionan como espacios para practicar el “cruising”. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Durante la noche, grupos de personas que integran los colectivos de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) acuden a lugares de encuentro en el barrio de El Vedado y otros similares en La Habana, en Cuba. Algunos de ellos funcionan como espacios para practicar el “cruising”. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Cuando cae la noche, algunos jóvenes se sientan en la desmantelada parada de ómnibus, en la falda de una loma apartada del centro de la capital de Cuba. Luego suben cuesta arriba, para tener sexo entre hombres en la espesura del bosque. 

“De camino del trabajo a la casa, paso por ese lugar y siempre veo gente reunida en la antigua parada”, dijo a IPS el biólogo Daniel Hernández, de 36 años, sobre los alrededores del Hospital Calixto García, en el barrio habanero de El Vedado.

“Las personas se han desinhibido. Veo que están más expuestas por los alrededores de la zona, adonde todo el mundo sabe a qué se va. Tienen menos miedo”, valoró Hernández, quien es gay y ha concurrido alguna vez a este y otros lugares similares de La Habana.

Sitios apartados de las ciudades cubanas, como bosques, costas y edificaciones abandonadas, son colonizados durante las noches por los hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), para la práctica conocida por el vocablo inglés “cruising”, de relaciones rápidas sin revelar la identidad.

Con detractores y defensores, estos lugares bautizados aquí como “potajeras” (todo mezclado) representan un reto para el trabajo de prevención de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, coincidieron activistas, investigadores y HSH consultados por IPS.

“He presenciado actos de sexo desprotegido y colectivo. Allí va todo tipo de gente y no todos tienen conciencia de la epidemia”, contó Hernández, quien califica a las potajeras de “claves para la propagación” del virus que puede ser mortal.

A juicio del profesional, espacios de encuentro “son necesarios” para su colectivo, pero “no los que hay, que desprotegen a las personas en altos niveles por los riesgos de infección y violencia”, en parajes desolados.

Las personas viviendo con el VIH suman hoy 19.500 de los 11,2 millones de habitantes de este país caribeño, con una baja prevalencia de 0,1 por ciento. Mientras que al cierre de 2013 la población seropositiva era de 16.479.

Los HSH, una categoría de comportamiento que engloba a gays, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, representan 70 por ciento de la epidemia. Y se mantiene la tendencia de crecimiento entre las mujeres, que hoy abarcan 21 por ciento, frente a 18,5 por ciento en 2013, según datos oficiales.

Revertir el lento y sostenido crecimiento de los nuevos diagnósticos cada año es el gran reto en esta materia del país de gobierno socialista, donde los servicios de salud son gratuitos, incluidos los suministrados a personas portadoras de VIH, e igualmente el tratamiento antirretroviral.

Y esa meta, que implica entre otras acciones más trabajo de prevención, pudiera estar al alcance luego de que el 30 de junio el país se coronó como el primer del planeta en eliminar la transmisión de madre a hijo del VIH/sida y la sífilis, con la validación de la Organización Mundial de la Salud.

“En las intervenciones de promoción de salud insistimos en el riesgo que significa tener sexo en un lugar sin las condiciones mínimas”, indicó Avelino Matos, coordinador de trabajo comunitario del Proyecto HSH-Cuba, una red de 1.800 promotores voluntarios que desde hace 15 años previene el VIH/sida en el grupo más vulnerable.

En esas áreas recónditas, “no hay claridad ni tranquilidad, así no se puede negociar el uso del condón”, explicó Matos a IPS.

Entrada de un club nocturno del barrio El Vedado, en La Habana, que ofrece espectáculos artísticos animados por travestís y sirve de espacio de encuentro para los cubanos que integran la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI). Crédito: Jorge Luis Baños/IPS
Entrada de un club nocturno del barrio El Vedado, en La Habana, que ofrece espectáculos artísticos animados por travestís y sirve de espacio de encuentro para los cubanos que integran la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI). Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Adscrito al estatal Centro Nacional de Prevención de las ITS y el VIH/sida y con presencia en las 15 provincias cubanas, este proyecto monitorea los sitios de sexo y de socialización de los hombres que tiene sexo con otros hombres, con énfasis en los 49 municipios priorizados por la alta incidencia del virus.

A diferencia de los de cruising, el promotor de salud define a los lugares de socialización como espacios públicos adonde los HSH se dan cita para conocerse, conversar y concertar citas. Observó que están presentes en todo el país, aunque son más conocidos los de la capital.

Informó que el trabajo de prevención del proyecto sí funciona, y ahora con nuevas estrategias, a los sitios de encuentro en parques, esquinas céntricas y los crecientes bares, cafeterías y fiestas privadas orientadas al público gay.

Pero lamentó que lleguen poco a las potajeras, aunque en algunas provincias se han realizado intervenciones puntuales e ingeniosas.

Activistas colocan durante el día bolsas de plástico con condones, por ejemplo en las ramas de los árboles, en lugares de sexo nocturno de la provincia central de Villa Clara, y las orientales Holguín y Granma.

Y en un asentamiento de la occidental Mayabeque, el proyecto capacitó en promoción de salud a los choferes de los bicitaxis, un triciclo con dos asientos acoplados, que era el transporte usado para llegar al sitio de sexo. A los chóferes se les suministró también preservativos para entregarlos a sus pasajeros.

Matos informó que “hay un destape de los hombres bisexuales en la epidemia”. “Resulta difícil llegar a ellos con mensajes”, porque a su juicio son objeto de más prejuicios que los gays. “Por eso, asumen menos su orientación sexual, muchos ocultan sus encuentros con hombres y mantienen una relación con mujeres”, argumentó.

Este y otros fenómenos causados por la persistencia de la homofobia en el país atraviesan la propagación de enfermedades en los sitios de cruising.

“Son lugares del aquí y del ahora. Con esto no quiero decir que todos los que hacen cruising se desprotegen”, amplió Jorge Carrasco, un joven periodista que en 2013 investigó los principales lugares de este tipo de La Habana, como la Playa del Chivo y las zonas aledañas al Hospital Calixto García.

“Por el anonimato, muchas personas enfermas se sienten mejor ahí, pues pueden tener sexo rápido sin necesidad de contarle su vida a la otra persona”, amplió el profesional de 25 años, que defiende a estos sitios como “espacios culturales” y legales según las normas cubanas vigentes.

Carrasco alertó sobre otros peligros de estas zonas, donde se reportan asaltos y asesinatos, además de malas prácticas de los agentes. “Los policías, en lugar de detener solo a los delincuentes, detienen también a los homosexuales”, lamentó el profesional, que propone capacitar más a la Policía Nacional Revolucionaria.

Amaya Álvarez, asesora jurídica del estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), indicó a IPS que “el mayor número de demandas de la población homosexual y transgénero en los sitios de encuentro están dadas por la interacción con órganos de control como la policía”.

Por esa razón, remarcó, Cenesex organiza talleres de sensibilización para oficiales de ese cuerpo.

Editado por Estrella Gutiérrez

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