Un pequeño país con un santuario marino de avanzada

Pescadores en aguas de Palaos. Crédito: Christopher Pala / IPS
Pescadores en aguas de Palaos. Crédito: Christopher Pala / IPS

Tommy Remengesau, el presidente de Palaos, un país insular del Pacífico, creó una reserva marina gigante que beneficiará directamente a su pueblo al incrementar el turismo y asegurar la seguridad alimentaria, según sostienen los científicos.

El 22 de octubre, el parlamento de este grupo de islas de unos 20.000 habitantes aprobó por unanimidad una ley que en un plazo de cinco años eliminará toda la pesca comercial en 80 por ciento de sus aguas, dominadas por flotas atuneras extranjeras procedentes de Japón y Taiwán. La zona de veda abarcará más de 500.000 kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de España.[pullquote]3[/pullquote]

Los científicos pronostican que la política de Palaos funcionará. Un estudio reciente concluyó que en el Pacífico occidental y central cerca de 10 por ciento del patudo, el atún más valioso y explotado, pasa toda su vida dentro de un área del tamaño del santuario de Palaos.

Daniel Pauly, un especialista en pesca de la Universidad de British Columbia en Canadá, dijo que una investigación que se publicará en 2016 confirma que el santuario tendrá el tamaño necesario para incidir en la protección del patudo.

«Encontramos que las crías de los peces ‘haraganes’ que pasan toda su vida en el interior de un santuario del tamaño de Palaos tendrán una ventaja genética sobre los que nadan fuera del mismo y son capturados», explicó en una entrevista.

«Eso significa que en las próximas décadas prevemos que la densidad de los peces dentro del santuario aumente notablemente», añadió.

Palaos es uno de los 10 destinos preferidos por los adeptos al buceo en el mundo y se calcula que 90.000 personas bucean todos los años en el país, formando la columna vertebral de un sector turístico que se espera que llegue a 180.000 visitantes este año.

El Santuario Nacional Marino de Palaos recibió elogios de organizaciones internacionales dedicadas a la conservación de la biodiversidad.

Joshua Reichert, vicepresidente de la organización independiente Pew Charitable Trusts, con sede en Washington, aseguró que ningún otro gobernante ha protegido una proporción tan grande de las aguas de su país. «El presidente Remengesau se destaca», sostuvo. Pew ayudó a diseñar el santuario y a generar el apoyo popular del mismo.

«No fue fácil y tuvo que esperar mucho tiempo, pero lo ha hecho», agregó Maria Damanaki, directora general de la organización estadounidense Nature Conservancy. Remengesau «es un luchador y un visionario, el tipo de líder que necesitamos», expresó en una entrevista. El plan de conservación ayudó a Palaos a maximizar sus reservas pesqueras.

Remengesau, de 59 años, ejerció dos veces como presidente, de 2001 a 2009, y fue elegido nuevamente en 2012. En 2005 fue el anfitrión de una cumbre de países insulares del Pacífico que analizó la manera de salvar los arrecifes de coral ante la pesca excesiva. Entonces se comprometió a convertir 30 por ciento de las aguas costeras de su país en parques marinos con pesca restringida o prohibida.

Para proteger esas zonas de la contaminación de la escorrentía de los arrecifes se comprometió a limitar la construcción y la agricultura en un 20 por ciento de la franja costera, en los lugares sobre los parques marinos.

Remengesau instó a los demás países a seguir su ejemplo y lo llamó el Desafío de Micronesia, adoptado de inmediato por los Estados Federados de Micronesia, Islas Marshall, Guam y las Islas Marianas del Norte. En 2008 esto dio lugar al Desafío Caribeño, integrado por 10 países con objetivos similares.

Hoy en día, Palaos duplicó su objetivo inicial y redujo la pesca a niveles sostenibles en 60 por ciento de sus arrecifes cercanos a la costa. De ellos, en 25 por ciento rige la veda, explicó el ministro de recursos naturales, ambiente y turismo, Umiich Sengebau.

Sin embargo, «nuestros pescadores dicen que cada vez hay menos atún cerca de las costas debido a las flotas internacionales», reconoció.

A pesar de su excelente historial en la protección de sus peces, Palaos está en la misma situación que la mayoría de los países en desarrollo que dependen principalmente de la pesca para su alimentación. Las flotas internacionales subsidiadas que operan en alta mar apenas le pagan menos de 10 por ciento del valor de la captura al gobierno, capturando atún, picudos, tiburones y otras especies de sus aguas a un ritmo que supera su capacidad de reproducción.[related_articles]

En los últimos 50 años, la población reproductora de atún patudo del Pacífico, el pilar de la industria de sashimi y la captura más valiosa de la región, se redujo a 16 por ciento de su tamaño original. A otras especies no les va mucho mejor y casi todas están en declive.

Poco después de asumir su tercer período de gobierno en 2013, Remengesau propuso prohibir la pesca de las flotas internacionales que contribuyen entre cinco y seis millones de dólares al año, alrededor de una décima parte de los ingresos del país, con el fin compensar el déficit con el turismo.

La medida buscaría varios objetivos: instalar un espacio para la recuperación de las poblaciones ictícolas, aumentar las capturas de los pescadores locales y fortalecer la seguridad alimentaria de la población, ofrecer a los visitantes frutos del mar frescos y sostenible, y permitirles a los buzos del futuro ver en todo su esplendor al gran tiburón, el picudo, el pez espada y el atún, sobre todo el patudo, que puede alcanzar una longitud de 2,5 metros.

El control de la recuperación de la fauna en Palaos será mucho más fácil que en otras reservas marinas gigantes del mundo, que carecen de una población permanente o de actividades de buceo recreativo.

Mientras tanto, los turistas procedentes de China, que en su mayoría no van por el buceo, llegan a Palaos en números sin precedentes, forzando la infraestructura del país. El gobierno duplicó el impuesto a la estadía en las islas de 50 a 100 dólares, pero la oposición se negó a renunciar a los seis millones de dólares que las empresas pesqueras japonesas pagan para operar en las aguas de Palaos.

La eliminación de las flotas asiáticas de palangre, que reducen la población de tiburones, peces picudos y atún, que contribuyen apenas 400.000 dólares anuales para obtener los permisos de pesca, fue popular desde el principio.

La solución surgió este año. Al permitirles pescar en el 20 por ciento restante de las aguas de Palaos, el país podría seguir vendiéndole a la flota japonesa su cuota anual, en su mayoría a Papúa Nueva Guinea, y seguir integrando el PNA, el cártel de atún del Pacífico.

La venta, de aproximadamente 10.000 dólares por día, sin embargo, «no está necesariamente asegurada, ya que el comercio solo se produce cuando hay una demanda de varios días», explicó Transform Aqorau, el presidente de la PNA, con sede en Majuro, Islas Marshall.

En cuanto a la pesca en Palaos, no se permitirán buques de palangre extranjeros, solo los locales cuyas capturas se consuman localmente.

«El futuro de Palaos está realmente en el sector del turismo. Ahora ya casi no hay peces picudos en los torneos de pesca, pero con el santuario, esperamos que vuelvan”, expresó el ministro Sengebau.

Traducido por Álvaro Queiruga

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