La juventud empresaria es el futuro de la agricultura familiar

Agricultores de Tanzania. Crédito: Kizito Makoye/IPS
Agricultores de Tanzania. Crédito: Kizito Makoye/IPS

Hallar la manera que les permita a los jóvenes contribuir con sus amplias energías naturales a las causas productivas es el problema fundamental que determinará la prosperidad futura.

Es una trágica paradoja que la juventud actual, a pesar de ser la generación más educada de la historia, tenga que luchar para ser incluida.[pullquote]3[/pullquote]

Eso es cierto en los países avanzados. Pero lo es más aun en África, donde casi dos tercios de los desempleados son jóvenes adultos, a cuyas filas se suman de 10 a 12 millones de miembros nuevos cada año. El desafío es enorme. Hoy en día hay 365 millones de africanos de 15 a 35 años. En los próximos 20 años esa cifra se duplicará.

No hay una varita mágica. Son los propios jóvenes quienes deben encontrar una solución.

Todos los demás – los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector privado, las organizaciones sociales y los padres – tienen un gran interés en que prosperen y por eso no deben interponerse en su camino. Normalmente, oímos acerca de la necesidad de ayudar a generar teorías elaboradas basadas en la necesidad de la redistribución. Pero la verdad es que necesitamos un cambio radical.

Ese es el espíritu que adopta el Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, en inglés) con nuestros programas de formación para «agroempresarios». Su propósito es emplear a los grupos de autoayuda de modo que la gente pueda ayudarse a sí misma.

Como les dije sin rodeos a un grupo de jóvenes en Uganda, les brindaremos el apoyo en forma de tecnología y conocimientos, pero la actividad real tienen que hacerla por sí mismos. Otro de los mensajes fue que «sean emprendedores”.

Es bien sabido que África es una vasta tierra de familias agricultoras y que muchas de ellas viven en el medio rural y tienen que lidiar con la pobreza y el hambre. Las cifras también revelan cómo la mayoría de las granjas familiares son ejercicios de subsistencia, y no siempre tienen éxito sin la ayuda externa.

Nteranya Sanginga, director general del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA).
Nteranya Sanginga, director general del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA).

La agricultura familiar es una forma de vida, en verdad. Pero eso no quiere decir que no se pueda llevar a cabo como una empresa. Hacerlo representaría un cambio, pero ha llegado el momento. Hacer de la agricultura un emprendimiento comercial ofrece un conjunto de nuevas herramientas para atraer a los jóvenes con talento a un sector del que todos sabemos que tienden a huir.

Como le gusta decir a Akinwumi Adesina, exministro de Agricultura de Nigeria y actual presidente del Banco Africano de Desarrollo, «los futuros millonarios y multimillonarios de África harán su dinero de la agricultura».

Y es muy probable que los jóvenes aceleren las transformaciones que conduzcan a una vida mejor que la loca carrera hacia las ciudades, donde las perspectivas de empleo no están a la par del crecimiento demográfico.

Por otra parte, la agricultura ha sido el eslabón más débil en términos de crecimiento de la productividad en el continente – lo que significa que hay un enorme incentivo para hacerlo mejor.

El conocimiento necesita polinizadores. Los servicios de extensión son excelentes y deben ser mejorados, pero los jóvenes son los comunicadores naturales cuando piensan que algo está bueno y es útil. Eso es lo que la agricultura tiene que ser.[related_articles]

La campaña de agroempresarios del IITA se nutre de nuestra versión de los “hackathons” – ferias de expertos en computación – de Silicon Valley en Estados Unidos.

Estas incubadoras les permiten a los jóvenes aprender e intercambiar ideas de carácter práctico sobre cómo llevar la contabilidad, nuevos cultivos y técnicas agrícolas, las innumerables posibilidades de las cadenas de valor agrícolas que incluyen funciones para los comerciantes de semillas, procesadores de alimentos, los meteorólogos, vendedores de seguros y especialistas en marketing.

Uno de nuestros “pasantes” agroempresarios me dijo que lo que él aprendió fue que el éxito no se reduce solamente al dinero. Una empresa realmente necesita ideas, por supuesto, y la capacidad de planificar.

Su entusiasmo, como dicen muchos de nuestros exalumnos, radicaba en la posibilidad de la empresa. Llamémosle agroempresa. Las cadenas de valor de los productos básicos agrícolas brindan exactamente eso, una serie de oportunidades de transacción que funcionan para mejorar la eficacia de todos y premiar el talento. Este es un importante catalizador para la juventud. Después de todo, abre la puerta a la profesionalización de la agricultura.

Sin duda, el modelo de la agroempresa requiere fundamentalmente de esfuerzos inclusivos que les aseguren disponibilidad de crédito a los jóvenes, para asegurar que la equidad de género se convierta en un supuesto operativo y no solo en una meta, además de una serie de bienes públicos, incluida la investigación científica. Pero todo comienza por el cambio de mentalidad.

La gente debe aprender a solicitar un préstamo. Los banqueros siempre dicen que quieren dar fondos basados en un plan de negocios y no en una garantía. Es hora de ponerlo a prueba. El enfoque de IITA en los agroempresarios es una apuesta a la idea de que nadie aprende más rápido que los jóvenes.

Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan necesariamente las de IPS – Inter Press Service, ni pueden atribuírsele.

Traducido por Álvaro Queiruga

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