No hay acuerdo sobre una política global contra las drogas

Abdulhakim Belhasi (derecha), portavoz de la unidad especial de la policía de Libia contra el narcotráfico, con dos hombres de su equipo. Crédito: Maryline Dumas/IPS.
Abdulhakim Belhasi (derecha), portavoz de la unidad especial de la policía de Libia contra el narcotráfico, con dos hombres de su equipo. Crédito: Maryline Dumas/IPS.

La llamada guerra contra las drogas sigue siendo a grandes rasgos la misma de siempre. Sin embargo, las perspectivas sobre cómo hacer frente al problema cambiaron de forma drástica, concluyó, un nuevo estudio.

El Informe Mundial sobre Drogas, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), ofrece una revisión sobre el uso y la producción de sustancias adictivas y su impacto en la comunidad en distintas partes del mundo.

UNODC estimó que uno de cada 20 adultos, o una cuarta parte de las 1.000 millones de personas de entre 15 y 64 años, consumieron por lo menos un tipo de droga en 2014. La proporción no cambió en los últimos cuatro años, en cambio el número de personas consideradas con problemas derivados de la adicción aumentó por primera vez en seis años a más de 29 millones.

De ese número, 12 millones de personas usan drogas inyectables y 14 por ciento de estás últimas viven con VIH (virus de inumodeficiencia humana), causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). El director ejecutivo de UNODC, Yury Fedotov, destacó el significado del estudio exhaustivo: “El informe de 2016 subraya el apoyo a los enfoques integrales, equilibrados y basados en la integración de derechos”.

Pero la directora del programa de política global de drogas de la Fundación Open Society, Kasia Malinowska, no quedó conforme con el documento. “Es más de lo mismo”, arguyó en entrevista con IPS.

En especial, mencionó la falta de reconocimiento de las falencias de la política de prohibición de drogas.

Por ejemplo, el estudio concluye que la violencia vinculada a las drogas es mayor en América Latina que en Asia. Pero eso pasa por alto, precisó Malinowska, la historia de las operaciones antinarcóticos militarizadas en el primero, que no existen en el segundo.

En los años 90, las operaciones antinarcóticos financiadas por Estados Unidos en Colombia, que contribuyeron a una escalada de la violencia vinculada al narcotráfico, así como a la guerra más prolongada del hemisferio occidental, dejaron 220.000 personas muertas.

Y si bien el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) suscribieron un acuerdo histórico el 23 de junio, ese país sigue siendo un gran productor de coca y cocaína.

“Mi cuestionamiento es cómo los actores externos contribuyeron a la violencia, y que no se reconoce el contexto más amplio, y ese es el problema con el informe”, explicó Malinowska a IPS.

“No asume la responsabilidad de hasta qué punto las actuales políticas prohibicionistas contribuyeron al problema”, abundó.

Malinowska subrayó la necesidad de reconocer que la prohibición no es la única forma de hacer frente al problema del abuso de drogas y que hay que contextualizar las políticas según el bienestar de los ciudadanos de cada país, y no según convenciones internacionales.

El director de Asuntos Públicos y Análisis de Políticas de UNODC, Jean-Luc Lemahieu, coincidió durante la presentación del informe diciendo, “no es talle único”, y mencionó a Holanda y a Suecia como dos ejemplos de esa situación.

En Holanda, el gobierno implementó un enfoque de “separación de mercados”, que distinguió al cannabis de otras drogas duras, con el fin de limitar la exposición y el acceso a drogas más duras.

La iniciativa resultó un éxito en ese país, pues el consumo sigue siendo bajo. El gobierno holandés también invirtió en tratamiento, prevención y reducción del daño, lo que ayudó a mantener un número bajo de nuevas infecciones de VIH entre los consumidores de drogas, así como de los problemas derivados del abuso.[related_articles]

Suecia, por su parte, implementó políticas más restrictivas que castigan el consumo y disminuyó el suministro. UNODC señaló que el enfoque resultó un “éxito” porque hay pocos consumidores y pocas transmisiones del VIH entre quienes usan drogas inyectables.

Tanto Lemahieu como Malinowska también subrayaron la necesidad de integrar el desarrollo sostenible con políticas globales contra las drogas.

UNODC también reconoce en el informe la incidencia de la pobreza y de la falta de un modo sostenible de ganarse la vida para la plantación de cultivos como la coca.

“El cultivo y la fabricación de drogas ilegales pueden erradicarse solo si las políticas apuntan al desarrollo social, económico y ambiental total de las comunidades”, señala el informe.

Pero Malinowska mencionó a IPS la necesidad de ofrecer sus “propias” opciones y oportunidades a los pequeños agricultores pobres que participan en la economía vinculada al narcotráfico No todo el mundo tiene la posibilidad de elegir otras actividades económicas, pero es un enfoque que no se ha probado, precisó.

“Necesitamos un desarrollo sostenible y planificado, utilizamos la misma matriz, el mismo paradigma, el mismo lenguaje y eso debe cambiar de forma drástica”, subrayó.

“Es muy importante que dejemos de pensar como si fuera un problema de drogas, y que lo veamos como una falta grave de desarrollo en algunas regiones”, concluyó.

El Informe Mundial sobre las Drogas de este año se presentó tras la sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Problema Mundial de las Drogas, realizada en abril en la sede del foro mundial de Nueva York.

En la presentación del informe, el vicesecretario general Jan Eliasson lo describió como un asunto de “común preocupación global”, que afecta a todos los países y sectores de la sociedad.

Traducido por Verónica Firme

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe