La reconstrucción de Haití requiere aprender de errores pasados

La ONU distribuye asistencia a la población de Les Cayes, en el oeste de Haití. Crédito: Logan Abassi Minustah/ONU.
La ONU distribuye asistencia a la población de Les Cayes, en el oeste de Haití. Crédito: Logan Abassi Minustah/ONU.

El sistema de asistencia humanitaria está bajo la lupa en Haití, tras los estragos causados por el huracán Matthew a principios de este mes: unas 500 personas muertas, miles de casas destruidas e importantes haciendas destrozadas.

Unas 2,2 millones de personas, de los 10 millones de habitantes que tiene Haití, alrededor de 19 por ciento de la población, se vieron afectadas por el huracán.

Además, más de 12 por ciento de la población necesita asistencia humanitaria inmediata, en especial en el sur del país.

Para hacer frente al enorme desafío, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lanzó un llamado urgente para reunir 119 millones de dólares para salvar la vida de 750.000 personas en los próximos tres meses.

Ese monto se suma a los 194 millones de dólares para el Plan de Respuesta Humanitaria para Haití, solicitado a principios de este año.[pullquote]3[/pullquote]

El huracán fue fuerte y, sin embargo, los países vecinos no sufrieron el mismo impacto que Haití; murieron cuatro personas en República Dominicana y ninguna en Cuba.

¿Por qué el huracán Matthew causó estragos en Haití?

“Fundamentalmente, el problema es que Haití es muy pobre”, sintetizó David Sanderson, profesor de la Universidad de Nueva Gales del Sur, especializado en respuestas humanitarias, en diálogo con IPS.

Hace tiempo que ese país, surgido de una rebelión de esclavos, padece la extrema pobreza, pues nació endeudado con su excolonia, Francia. Mientras, la asistencia que le llega recibe críticas por insuficiente e ineficiente e, incluso, hasta contraproducente.

Además, es el país más pobre del Hemisferio Occidental, con más de una cuarta parte de su población viviendo en la extrema pobreza.

La Estrategia de las Naciones Unidas para la Reducción de Desastres concluyó que la pobreza y la mortalidad dejadas por los desastres naturales suelen ir de la mano, pues 1,35 millones de personas fallecidas por esa causa entre 1996 y 2015 ocurrieron en países de bajos ingresos.

La situación también es consecuencia de décadas de inestabilidad política y de corrupción, que crearon gobiernos débiles que no diseñan políticas para hacer frente a los desastres.

Según un informe del Instituto Estadounidense de Arquitectos, no hay un código de construcción ni se cumplen estándares en la materia. Encima, los ingenieros suelen recurrir a pautas de otros países que no se aplican a la realidad haitiana.

En 2010, cuando el devastador terremoto de magnitud siete en la escala de Richter sacudió a Haití, murieron más de 200.000 personas y 1,5 millones quedaron sin hogar; seis años después, todavía quedan casi 60.000 desplazadas.

Subproducto del sistema de desarrollo internacional

“La debilidad del gobierno es consecuencia del sistema de desarrollo internacional”, arguyó France François, quien participó en los trabajos de reconstrucción tras el terremoto de 2010, en diálogo con IPS.

“Es fácil señalar al gobierno haitiano y decir tendría que haber hecho esto y lo otro, pero hay que mirar toda la estructura. No es solo que no quiera hacer las cosas, es que no tiene la capacidad, y no la tiene porque solo recibe uno por ciento de la asistencia extranjera”, explicó.

Al ser consultada por IPS, la consultora en desarrollo haitiana-estadounidense, Jocelyn McCalla, indicó que la asistencia internacional dejó muy poco “para construir la capacidad de los haitianos para asumir el proceso de la reconstrucción”.

Según la oficina de la ONU del enviado especial para Haití, el gobierno recibió menos de uno por ciento de la asistencia humanitaria tras el terremoto de 2010, mientras que las agencias humanitarias y las organizaciones internacionales recibieron 99 por ciento.

La falta de asistencia y de coordinación con el gobierno crea un “círculo vicioso” en el que los haitianos quedan dependientes de fuerzas que están “fuera de su control”, explicó McCalla.

“Haití se volvió la república de las oenegés, donde las oenegés internacionales crearon un gobierno totalmente paralelo que siempre se sortea al gobierno haitiano”, ejemplificó François, quien señaló, además, la desconexión entre las prioridades de los donantes y las necesidades locales.

En el marco de los trabajos de reconstrucción tras el sismo, el Fondo Bush-Clinton para Haití, creado por los expresidentes Bill Clinton y George W. Bush, invirtió dos millones de dólares en un hotel destinado a alojar a trabajadores humanitarios e inversores extranjeros.[related_articles]

El proyecto procuró crear empleo para los haitianos, pero no atendió la necesidad fundamental de viviendas permanentes y antisísimicas de la población local.

La poca importancia que se le da a la resiliencia y a la preparación para desastres no es exclusiva de Haití.

Sanderson, uno de los editores del Informe Mundial sobre Desastres 2016, concluyó que solo 40 centavos de cada 100 dólares destinados a la asistencia al desarrollo se invirtió en actividades para reducir el riesgo de desastres.

“Debería destinarse mucho más a mejorar para, en primer lugar, impedir que ocurran esos desastres”, dijo Sandersona IPS.

François se refirió especialmente a la Cruz Roja de Estados Unidos, acusada de hacer una mala gestión de los fondos y de no cumplir con la promesa de construir casas para los haitianos. La organización recibió casi 500 millones de dólares tras al terremoto, pero ProPublica y la Radio Nacional Pública divulgaron una investigación que concluyó que solo construyó seis casas permanentes.

Por su parte, la organización negó las acusaciones: “A pesar de las difíciles condiciones, incluido el cambio de gobierno, la falta de terrenos para construir, el malestar social, nuestro personal, 90 por ciento del cual es haitiano, sigue cubriendo las necesidades a largo plazo del pueblo haitiano”.

“Los avances nunca son tan rápidos como nos gustaría, pero Haití está mejor que hace cinco años”, asegura el comunicado de la Cruz Roja de Estados Unidos.

Además, McCalla subrayó la necesidad de asegurarse que no se repita la epidemia de cólera que afectó a ese país tras el terremoto de 2010, cuyo origen se atribuyó a integrantes de la misión de paz de la ONU, y que dejó más de 10.000 personas muertas.

Invertir en poblaciones e instituciones locales

“Seguir haciendo lo mismo ya no es una opción”, aseguró Sanderson, quien urgió a concentrar la recuperación en el largo plazo y a dejarla a cargo de la población local.

“Construyes capacidades locales para que no te necesiten más. Se supone que debes crecer, cambiar y mostrar resultados, pero solo en el mundo del desarrollo es fuente de orgullo quedar estancado”, observó François.

Por su parte, en un comunicado divulgado tras el paso del huracán, el embajador de Haití en Estados Unidos, Paul Altidor, urgió a realizar esfuerzos coordinados y estratégicos “para evitar los errores del pasado”.

“Mientras el país sigue evaluando la amplitud del daño, el Estado de Haití alienta firmemente a todos quienes deseen ayudar a que trabajen con las organizaciones locales en el terreno para que sus esfuerzos se dirijan a cubrir las necesidades reales de las comunidades afectadas”, añade.

Traducido por Verónica Firme

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