Financiamiento para campesinos evitaría millones de hambrientos

El desarrollo de agricultura sostenible es el camino para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París.
La región árida de Settat, 200 kilómetros al noreste de Marrakech, en Marruecos. Crédito: Fabiola Ortiz/IPS

Como el recalentamiento planetario es una gran amenaza para los pequeños agricultores, muchos especialistas en agricultura y seguridad alimentaria subrayan que más que nunca es necesario implementar soluciones locales para ayudarlos a adaptarse a la gran variabilidad climática.

La mayoría de los países tienen a la agricultura entre sus prioridades para mantener por debajo de dos grados centígrados el aumento de la temperatura global. En el marco del Acuerdo de París sobre cambio climático, 95 por ciento de los estados incluyeron esa actividad en sus Contribuciones Previstas y Determinadas a nivel Nacional.[pullquote]3[/pullquote]

“El clima varía. No tenemos las lluvias que había antes. En la década pasada, tuvimos dos años consecutivos de intensa sequía y perdimos toda la producción. Los animales murieron porque no tenían agua”, se lamentó Ahmed Jiat, un agricultor de 68 años de la comunidad marroquí de Souaka, en diálogo con IPS.

Originario de una familia de agricultores, Jiat nació y se crió en la región árida de Settat, 200 kilómetros al noreste de Marrakech, y toda su vida cultivó maíz, lentejas y otras verduras, además de criar cabras. Pero ninguno de sus nueve hijos e hijas continuó la tradición, todos prefirieron emigrar a las ciudades en busca de trabajo.

Antes, los campesinos podían obtener 90 por ciento de sus ingresos de la agricultura, ahora es apenas la mitad. “Ya no trabajan en el campo”, comentó Jiat, refiriéndose a sus hijos. “El trabajo aquí es estacional. Prefiero que tengan un empleo fijo en la ciudad”, acotó.

La agricultura es una actividad importante de la economía marroquí, que concentra 15 por ciento del producto interno bruto y 23 por ciento de las exportaciones. Alrededor de 45 por ciento de la población de Marruecos vive en áreas rurales y sus ingresos provienen de las actividades campestres, indicó el economista Mohamed Bughlala, del Instituto Nacional de Investigación Agrícola (INRA), al ser consultado por IPS.

Además, 70 por ciento de la población rural es pobre, la mayoría de los jóvenes están desempleados y alrededor de 80 por ciento de los campesinos son analfabetos. Jiat, por ejemplo, dijo que no sabía deletrear su nombre.

Las consecuencias del cambio climático ya son visibles en Marruecos, observó Boughlala. Los años de sequía se cuadriplicaron, con la disminución de 35 por ciento del agua superficial. El cambio climático afecta particularmente a los pequeños productores, quienes cuentan con pocos insumos y dependen de la lluvia para el riego, como sucede en Settat.

“Los estudios que realizamos en la zona indican que perdimos 100 mililitros de lluvias al año”, indicó Boughlala.

El agricultor marroquí Ahmed Jiat tuvo varios problemas por la sequía, pero pudo beneficiarse de un programa de siembra directa que promueve la resiliencia al cambio climático. Crédito: Fabiola Ortiz/IPS.
El agricultor marroquí Ahmed Jiat tuvo varios problemas por la sequía, pero pudo beneficiarse de un programa de siembra directa que promueve la resiliencia al cambio climático. Crédito: Fabiola Ortiz/IPS.

“En 2015, esta región solo recibió 400 mililitros de lluvia, y en 2016, solo 330. Si les mostramos que hay tecnología capaz de mejorar sus cosechas, reducir los riesgos y los costos de producción, podremos mejorar la vida de los pequeños agricultores”, añadió.

En 2015, las familias que usaron los métodos tradicionales de cultivo no cosecharon nada. Pero los que aplicaron la “siembra directa” registraron un aumento de 30 por ciento. Se trata de un método de cultivo de cereales que no perturba el suelo con el arado, es decir no hace surcos.

La técnica permite que el suelo absorba el agua de lluvia, la que queda retenida en las raíces y mejora la producción en relación con la siembra tradicional, pues se reduce la erosión y los costos de labranza.

El INRA probó la siembra directa en Marruecos como forma de mejorar la resiliencia al cambio climático.

Este país recibió 4,3 millones de dólares del Fondo Especial para el Cambio Climático del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), dedicado a fortalecer las capacidades de las instituciones y de los agricultores para incluir medidas de adaptación al recalentamiento global en los proyectos implementados en el marco del Plan Marruecos Verde.

Jiat fue uno de los 2.500 pequeños productores beneficiados de la siembra directa de cereales en 2011. Instituciones como el GEF o el Fondo Verde para el Clima son claves para que los agricultores africanos accedan a recursos que les permitan hacer frente al recalentamiento global.

Pero el continente africano, donde vive 25 por ciento de la población mundial de los países en desarrollo, solo recibe cinco por ciento de los fondos públicos y privados. Y a pesar de que emite una baja proporción de gases contaminantes que recalientan la atmósfera, África es el continente más vulnerable a las consecuencias del cambio climático.

La necesidad de proteger a la agricultura africana fue uno de los temas tratados en la 22 Conferencia de las Partes (COP22) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), realizada del 7 al 18 de este mes en Marrakech.[related_articles]

En ese contexto, la Agenda Global para la Acción Climática, a la que se le dedicó el día 17, procuró reunir esfuerzos para reducir las emisiones contaminantes, ayudar a las naciones más vulnerables y construir un futuro sostenible.

“Necesitamos encontrar nuevas fuentes de financiación para los agricultores”, subrayó José Graziano da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“El cambio climático trae otra vez la incertidumbre de la inseguridad alimentaria. Proyectamos que pronto habrán 1.000 millones de personas con hambre en el mundo si no tomamos medidas fuertes para hacer frente al cambio climático”, alertó.

“En la COP22, vimos cómo la agricultura recuperó la importancia necesaria”, destacó.

Las soluciones deben diseñarse e implementarse a escala local, subrayó el oficial de recursos naturales de la unidad de mitigación del cambio climático de la FAO, Martial Bernoux. “Nuestro principal objetivo es lograr la seguridad alimentaria y luchar contra la pobreza”, puntualizó.

“Lo más perturbador para los pequeños agricultores es la escasez de agua y el ciclo inestable que cambia el régimen de lluvias. La frecuencia de eventos climáticos extremos aumentó y los productores no tienen tiempo para volverse resilientes ni la capacidad para adaptarse. Es necesario trabajar con mecanismos de microcrédito para ayudarlos”, precisó Bernoux.

Cuando el cambio climático se suma a la ecuación de la seguridad alimentaria, las soluciones locales se vuelven más complejas, apuntó.

“Necesitamos escuchar los reclamos de las comunidades, sus carencias y sus posibilidades para mejorar, como mediante la creación de un sistema de alerta temprana para que sepan con algunos días de antelación cuándo lloverá y puedan preparar la tierra. Si se pierden esa oportunidad, podría resultar fatal para su producción”, explicó.

Además, la agricultura es una actividad que atraviesa a casi todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como garantizar la seguridad alimentaria, erradicar la pobreza, construir resiliencia y adaptación, acotó Bernoux.

“Necesitamos encontrar soluciones para que la gente pueda vivir mejor y aumente sus ingresos, para promover un trabajo decente y construir resiliencia”, resumió. “Al trabajar con la agricultura, conectas todos los otros ODS”, añadió.

Traducido por Verónica Firme

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