Periodistas en Pakistán, entre morir o quedar callados

Periodistas pakistaníes en Peshawar, capital de Jyber Pajtunjwa, protestan por el atentado contra el diario Dawn News, cerca del Club de la Prensa near en november de 2016. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS.
Periodistas pakistaníes en Peshawar, capital de Jyber Pajtunjwa, protestan por el atentado contra el diario Dawn News, cerca del Club de la Prensa near en november de 2016. Crédito: Ashfaq Yusufzai/IPS.

El periodismo está al filo de la navaja en Pakistán, con las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA) que siguen siendo de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer la profesión.

Las FATA, en la frontera con Afganistán, han sido el bastión de combatientes talibanes desde que estos se refugiaron en Pakistán cuando la coalición encabezada por Estados Unidos derrocó a su gobierno en Kabul a fines de 2001.

La zona es la base desde la cual el Talibán apunta contra las fuerzas de seguridad y otros sectores de la población que desaprueba, como es el caso de los periodistas.

Mohamad Anwar, representante de la Unión Tribal de Periodistas, con sede en FATA, aseguró que la violencia, las amenazas y la intimidación siguen siendo hechos cotidianos para ellos en las FATA.

“Los periodistas tienen dos opciones en FATA: o se arriesgan a morir o se quedan callados sobre lo que ocurre en la zona”, indicó.

Hayatullah Jan fue el primer periodista asesinado, en junio de 2006, tras haber sido secuestrado en diciembre del año anterior en Waziristán. Desde entonces, más de 20 reporteros perdieron la vida en siete agencias de FATA, al parecer a manos de combatientes del grupo extremista descontentos con su trabajo.

“Combatientes del Talibán incendiaron un kiosko de diarios cuando vieron noticias sobre sus actividades. También amenazaron a los reporteros para que no cubrieran los castigos que propinaban a la población local”, dijo a IPS el periodista Mohamad Shakur, de Waziristán del Norte.

Shakur, quien actualmente reside en Peshawar, capital de la vecina provincia de Jyber Pajtunjwa, recordó que las amenazas de los talibanes hicieron que muchos periodistas huyeran a otras partes del país.

La situación en el distrito de Swat, en esta provincia, también se complicó para los periodistas cuando el Talibán se arrogó el control de la zona entre 2007 y 2009.

“Los talibanes intimidaron a los periodistas locales. Y por lo menos tres de ellos fueron asesinados porque no eran del agrado del Talibán ni del ejército pakistaní”, relató el periodista Mohamad Rafiq, consultado por IPS.

Los reporteros temen por su vida y extreman las precauciones cuando escriben. “Estamos atrapados entre los insurgentes y el ejército. No sabemos nada de los asesinos de nuestros colegas que cayeron en el cumplimiento de su deber”, puntualizó Rafiq.

Puede parecer que el Talibán desapareció gracias a las operaciones del ejército pakistaní, pero todavía tienen capacidad para atentar contra los periodistas, se lamentó.

“La mayoría de los 200 reporteros de FATA emigraron a otros distritos y realizan su trabajo desde sitios más seguros. No tenemos seguridad ni ninguna protección”, remarcó Mohamad Ghaffar, quien trabaja para un diario en urdu en la Agencia Mohmand.

Ghaffar señaló que no solo tienen que hacer frente a los insurgentes, sino también a las amenazas de dirigentes políticos locales que quieren controlar a la prensa.

“Es casi imposible realizar una cobertura independiente por la falta de protección. Los periodistas están rodeados de múltiples problemas y tienen que ser cuidadosos”, subrayó.

Los periodistas de Pakistán son blanco de “todos lados”, aun cuando las condiciones de los medios mejoraron ligeramente en este país.

“Son blanco de grupos extremistas, de organizaciones criminales y de organizaciones estatales”, señala un nuevo informe de Reporteros Sin Fronteros (RSF). El documento publicado a principios de enero indica que Pakistán mejoró 12 lugares en el Índice de Libertad de Prensa, del 159, en 2015, y el 158, en 2014.

Este país figura en el segundo lugar en el índice internacional de los sitios más peligrosos para ser periodista porque sufren acoso, secuestro y hasta la muerte, indicó RSF.

En los últimos 10 años, más de 100 profesionales fueron asesinados en Pakistán, 98 por ciento de los cuales estaban en FATA, Jyber Pajtunjwa y Balochistán, otra de las cuatro provincias pakistaníes.

La Unión Federal de Periodistas de Pakistán reclamó al gobierno que presentara denuncias o reabriera viejas investigaciones sobre el asesinato de profesionales, pero sin suerte por ahora.

La Federación Internacional de Periodistas (FIP) informó en 2015 que Pakistán estaba entre los países más peligrosos del mundo para los profesionales, con 102 reporteros y trabajadores de los medios asesinados desde 2005.[related_articles]

El informe de la FIP señala que desde 2010, 73 periodistas y trabajadores de los medios fueron asesinados, casi una persona por mes. Incluso calificó a Balochistán de “cementerio de periodistas”, pues 31 de ellos fueron asesinados desde 2007.

“La insurgencia armada y la violencia sectaria es responsable de algunas de esas muertes, pero muchas de ellas dejan dudas sobre la participación de instituciones estatales”, alerta.

Los asesinos suelen permanecer impunes, pues este país solo registra tres condenas.

El 16 de marzo de 2016, los periodistas pakistaníes pudieron celebrar la tercera condena cuando un tribunal de distrito en Jyber Pajtunjwa sentenció a Aminullah a cadena perpetua por el asesinato de Ayub Jattak el 11 de octubre de 2013 por su trabajo sobre narcotráfico en el que él estaba involucrado.

Ese mismo mes, el veterano reportero Hamid Mir quedó gravemente herido cuando fue agredido por desconocidos y nunca se encontró a los responsables.

Mir, quien luego recibiría el premio al “Periodista más resistente”, otorgado en noviembre por International Free Press, en Holanda, dijo que se salvó del intento de asesinato, pero que no abandonaría su país porque la gente lo había apoyado. Y dedicó el galardón al pueblo de Pakistán por su valor contra la insurgencia y el terrorismo.

“El premio es un reconocimiento a mis sacrificios por promover el periodismo, que me estimula”, declaró.

Traducido por Verónica Firme

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