Desempleo recrudece lucha por vivienda en Brasil

Tiendas precarias de plástico negro se amontonan a lo largo de un kilómetro, en un predio abandonado de 60.000 metros cuadrados, ocupado por 7.000 familias en busca de una vivienda asequible, en un campamento rodeado de edificios de clase media, en São Bernardo do Campo, en el sur de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS
Tiendas precarias de plástico negro se amontonan a lo largo de un kilómetro, en un predio abandonado de 60.000 metros cuadrados, ocupado por 7.000 familias en busca de una vivienda asequible, en un campamento rodeado de edificios de clase media, en São Bernardo do Campo, en el sur de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

El agravamiento de la crisis de vivienda en Brasil se manifiesta más crudamente después de tres años de crisis económica, que elevó a 13 millones las personas desempleadas, según las estadísticas oficiales.

En dos semanas se juntaron cerca de 7.000 familias, atraídas por el sueño de una vivienda propia a un costo adecuado a sus ingresos, en la llamada Ocupación Pueblo sin Miedo”, iniciada la noche del 1 de septiembre por el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) en la sureña ciudad de São Bernardo do Campo.

“Vine para ayudar amigos, pero me quedé a ver si logro un apartamento”, dijo Josefa da Silva Cabral, de 56 años y una hija adolescente, que trabaja voluntariamente en la cocina del G12, uno de los 19 grupos en que se organizó el campamento de elementales tiendas de campaña, la mayoría de plástico negro.

Desempleada, ella vive también con su marido y su madre. Hace unos años participó en otra “ocupación”, pero no tenía dinero para pagar su cuota en la construcción de viviendas. Ahora, con su marido trabajando como operador de máquinas, espera mejor suerte.

Eliane Oliveira da Silva, 24 años, con su hijo de siete meses, en la oficina de coordinación de la Ocupación Pueblo sin Miedo, un campamento de familias que luchan por conquistar una vivienda digna en São Bernardo do Campo, capital de la industria automovilística de Brasil, donde los antiguos buenos empleos pasaron a escasear. Crédito: Mario Osava/IPS
Eliane Oliveira da Silva, 24 años, con su hijo de siete meses, en la oficina de coordinación de la Ocupación Pueblo sin Miedo, un campamento de familias que luchan por conquistar una vivienda digna en São Bernardo do Campo, capital de la industria automovilística de Brasil, donde los antiguos buenos empleos pasaron a escasear. Crédito: Mario Osava/IPS

“Con edificios de siete u ocho pisos se podría atender a todos”, estimó a IPS.

Pero no está de acuerdo la propietaria, la Constructora MZM, que intenta recuperar la posesión del predio y obtuvo un orden judicial con ese objetivo, que luego suspendió un tribunal superior.

El objetivo es que el área de 60.000 metros cuadrados sea destinada al asentamiento de las familias presentes “a un precio que ellas puedan pagar”, según Joel Santos de Carvalho, coordinador local del MTST.

“El terreno está sin uso hace 40 años, es decir no cumple una función social”, por eso está sujeto a la expropiación por la alcaldía para proyecto de interés social, arguyó Carvalho.

Esa regla explícitamente establecida en la Constitución respalda legalmente las acciones  de los movimientos por la vivienda y por la reforma agraria en Brasil, que las identifican como “ocupación”, rechazando el término “invasión”.

La MZM, consultada por IPS, solo reiteró sus comunicados, en que subraya que es la “legítima propietaria del terreno” y que “aguarda la decisión judicial” para retomar su posesión “de forma organizada, pacífica, principalmente con garantías de seguridad y orden pública”.

La prefectura (alcaldía), por su parte, destacó a IPS que no le toca intervenir en la cuestión, ya que se trata de propiedad privada. Solo reforzó la seguridad alrededor del «local invadido», donde «la Guardia Civil Municipal está impedida de entrar por determinación judicial».

La municipalidad de São Bernardo do Campo, dijo un portavoz de su Secretaria de Comunicación, mantiene su programa habitacional, donde están inscritas 1.980 personas para recibir sus viviendas, y por eso «no está dispuesta a negociar con este movimiento de invasión».

Historias detrás de las ocupaciones

El MTST, un movimiento nacional creado en 1997 bajo inspiración del emblemático Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), protagoniza actualmente 33 ocupaciones en 14 de los 26 estados brasileños, apuntó el coordinador en São Bernardo do Campo.

José Giovanni Moreira, emigrante del Nordeste seco y pobre de Brasil, delante de su tienda en la Ocupación Pueblo sin Miedo, donde lucha por su derecho a una vivienda para "huir del alquiler", cuyo costo casi le impide alimentar a sus hijos, en São Bernardo do Campo, parte de la Región Metropolitana de São Paulo. Crédito: Mario Osava/IPS
José Giovanni Moreira, emigrante del Nordeste seco y pobre de Brasil, delante de su tienda en la Ocupación Pueblo sin Miedo, donde lucha por su derecho a una vivienda para «huir del alquiler», cuyo costo casi le impide alimentar a sus hijos, en São Bernardo do Campo, parte de la Región Metropolitana de São Paulo. Crédito: Mario Osava/IPS

Los triunfos en muchas ocasiones multiplicaron sus activistas y su capacidad de movilización, principalmente en la Región Metropolitana de São Paulo, que engloba una población de 21,4 millones, de los 208 millones que tiene Brasil.

“Adherí como todos, participé en la ‘Ocupación Rosa de Luxemburgo’, desatada el año pasado en Santo André (colindante a São Bernardo), donde conseguimos negociar el terreno con el propietario y esperamos financiamiento para la construcción de viviendas” para más de 4.000 familias, contó Carvalho, de 30 años, desempleado y con una hija de siete meses.

“Las victorias alientan a luchar por los derechos, tenemos fe en triunfar aquí también”, afirmó su esposa, Eliane Oliveira da Silva, de 24 años, cocinera y también desempleada, activa en la coordinación del movimiento, mientras amamanta su hija en la tienda central de la  Ocupación Pueblo sin Miedo.

El campamento no es un lugar de permanencia. Pocos duermen allí, pero es importante la presencia de los que puedan para asegurar la ocupación.

Las tiendas, en general de tres o cuatro metros cuadrados, constituyen una especie de inscripción en el reclamo por vivienda. Todas se identifican por el grupo a que pertenecen y un número creciente.

La mayoría sigue habitando en viviendas precarias, en locales de alto riesgo o ya no pueden pagar el alquiler, explicó el coordinador Carvalho. “Buscan un hogar decente y viable”, añadió.

“Huir del alquiler” es la meta común de los amigos José Giovanni Moreira, de 40 años, y Artur Chaves, de 41, cada uno con dos hijos, trabajadores de la construcción y participantes de la “Ocupación” desde el primer día.

Josefa da Silva Cabral (a la izquierda), junto con otras dos mujeres que se encargan de la cocina en el Grupo 12 del campamento de los sin techo, que ocupó un solar céntrico en la sureña ciudad brasileña de São Bernardo do Campo. Crédito: Mario Osava/IPS
Josefa da Silva Cabral (a la izquierda), junto con otras dos mujeres que se encargan de la cocina en el Grupo 12 del campamento de los sin techo, que ocupó un solar céntrico en la sureña ciudad brasileña de São Bernardo do Campo. Crédito: Mario Osava/IPS

Moreira, originario de la región del Nordeste, de donde migró porque la sequía y la precariedad del empleo le amargaban la vida. “Gano 1.200 reales (380 dólares) neto, si pago la mitad de alquiler, ¿cómo alimentar mis hijos?”, lamentó.

Helio da Conceição dos Santos, albañil de 25 años, coordina el G12, donde dos personas fueron heridas por disparos realizados desde uno de los edificios vecinos, cuyos sus residentes han protestado contra la “invasión”, incluso con una manifestación.

Los disparos fueron con una escopeta de aire comprimido, pero uno de los heridos tuvo que ser hospitalizado para sacarle numerosos balines de un brazo. La agresión ocurrió el 16 de septiembre en la tarde, cuando los acampados construían el baño colectivo del G12.

“Pero hay quienes nos apoyan, incluso en esos edificios”, matizó Dos Santos, quien contó, como ejemplo, que reciben donaciones de alimentos y ropa. “Somos trabajadores, solo queremos vivienda digna”, acotó.

Las reglas disciplinarias son rígidas, no se admite bebidas alcohólicas, hay toque de queda a las 22:00 horas y los infractores son expulsados, aseguró.

Déficit habitacional contra viviendas vacías

São Bernardo do Campo fue en décadas pasadas una próspera ciudad, como capital de la industria automovilística en Brasil desde los años 50. Atrajo muchos migrantes que buscaban empleo. Sus 26.262 habitantes en 1950 se multiplicaron por 29, alcanzando 765.463 en 2010, según los censos oficiales.

Los accesos al campamento de los sin techo, en la sureña ciudad brasileña de São Bernardo do Campo, fueron bloqueadas por la policía municipal, ante el rechazo de la alcaldía a la ocupación. Los vehículos no pueden ingresar y quienes quieren donar agua, alimentos o ropa deben cargarlos al hombro más de 100 metros. Crédito: Mario Osava/IPS
Los accesos al campamento de los sin techo, en la sureña ciudad brasileña de São Bernardo do Campo, fueron bloqueadas por la policía municipal, ante el rechazo de la alcaldía a la ocupación. Los vehículos no pueden ingresar y quienes quieren donar agua, alimentos o ropa deben cargarlos al hombro más de 100 metros. Crédito: Mario Osava/IPS

Sus tierras urbanas, antes disponibles en abundancia, fueron en buena parte ocupadas por barrios precarios y hacinados, las “favelas”, más identificables en el paisaje urbano de Río de Janeiro.

Pero la carencia y la precariedad de viviendas son visibles en toda la Región Metropolitana de São Paulo, de la que São Bernardo forma parte, y en casi todas las grandes ciudades brasileñas.

“El déficit habitacional en Brasil, estimado en seis millones de unidades, no es por falta de producción de viviendas, ya que tenemos cerca de 5,5 millones de inmuebles sin uso. El problema es de ingresos”, señaló Marcos Campagnone, secretario adjunto de Urbanismo en la Prefectura de São Paulo, con 11 millones de personas.[related_articles]

Ese déficit habitacional se traduce en que unos 26 millones de brasileños carecen de vivienda, calculando un promedio familiar de cuatro personas, en torno a 13 por ciento de la población total.

“Ochenta por ciento del déficit en el estado de São Paulo, que es de 1,1 millones de viviendas, se debe a los que ganan menos de tres salarios mínimos”, cerca de 900 dólares, completó en diálogo con IPS.

Por ende, solo mediante programas especiales de subsidio se podrá reducir la carencia habitacional, sin necesidad de aumentar la oferta, sentenció.

Ese es el camino elegido por algunos movimientos por vivienda popular.

Nazaré Brasil, pintora de 54 años, se alojó en el antiguo Hotel Columbia, abandonado por sus dueños en la céntrica avenida São João, en São Paulo, y ocupado hace siete años por el Movimiento Sin Techo por la Reforma Urbana.

Arregló la pequeña habitación para vivir cómodamente con su madre y promueve diferentes actividades en el viejo edificio de siete pisos, como la visita de artistas plásticos nacionales y extranjeros que pasan algunos días, o incluso meses, compartiendo con las 80 familias allí acogidas y convirtiendo en arte esa experiencia.

Es lo que le permite dedicarse a la pintura y sostener dos hijos adoptivos en la universidad.

Editado por Estrella Gutiérrez

Este artículo forma parte de una serie especial sobre las ciudades de América Latina, realizada por IPS con el respaldo de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI).

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