Cómo erradicar la pobreza rural y la malnutrición urbana

Las aplicaciones nucleares en agricultura dependen del uso de isótopos y de técnicas de radiación para combatir plagas y enfermedades, aumentar la producción y los recursos hídricos, asegurar la seguridad alimentaria y elevar la producción animal. Crédito: FAO
Las aplicaciones nucleares en agricultura dependen del uso de isótopos y de técnicas de radiación para combatir plagas y enfermedades, aumentar la producción y los recursos hídricos, asegurar la seguridad alimentaria y elevar la producción animal. Crédito: FAO

El aumento de población, la creciente urbanización, las tecnologías modernas y el cambio climático aceleran la transformación del mundo. ¿Hacia dónde va? ¿A quiénes beneficia? ¿Podrá el futuro sistema alimentario dar de comer y emplear a los millones de jóvenes que entrarán al mercado laboral en las próximas décadas?

Algunas de las respuestas a esas interrogantes están en la transformación y la revitalización de las economías rurales, en particular de los países en desarrollo, donde la industrialización y los servicios probablemente no puedan cubrir la demanda de trabajo, señala el Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2017.

El documento “establece una visión de estrategia de ‘enfoque territorial’ que conecta áreas rurales con centros urbanos, aprovechando la demanda creciente de alimentos en pequeñas ciudades y en megaciudades para reiniciar la agricultura de subsistencia y promover un crecimiento económico sostenible y equitativo”, señala el informe divulgado este lunes 9 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).[pullquote]3[/pullquote]

Uno de los mayores desafíos actuales es eliminar el hambre y la pobreza a la vez establecer una agricultura y un sistema de alimentación sostenibles, alerta, a la vez que explica que es una tarea “gigantesca” debido al continuo crecimiento poblacional, los profundos cambios en la demanda de alimentos y la amenaza de la masiva emigración de jóvenes del campo en busca de una vida mejor.

El informe analiza las transformaciones estructurales y rurales en los países de bajos ingresos y muestra cómo una planificación “agroterritorial” puede impulsar los sistemas alimentarios para promover un desarrollo rural sostenible e inclusivo.

De hecho, los 500 millones de pequeños agricultores del mundo corren el riesgo de quedar rezagados en las transformaciones estructurales y rurales, advierte. Ese sector produce 80 por ciento de los alimentos en África subsahariana y en Asia y urgen inversiones para mejorar su productividad.

“La urbanización, el aumento de población y el crecimiento de los ingresos elevan la demanda de alimentos en un momento en que la agricultura debe lidiar con limitaciones sin precedentes en materia de recursos naturales y cambio climático”, alerta la FAO.

Además, la urbanización y la creciente riqueza generan una “transición nutricional” en los países en desarrollo hacia un mayor consumo de proteínas animales. “La agricultura y los sistemas alimentarios deben volverse más productivos y diversificados”, precisa.

Pueblos y pequeñas ciudades como catalizadoras

Las pequeñas ciudades y pueblos pueden desempeñar un papel de catalizadores de la transformación; las áreas rurales y urbanas forman un “expectro rururbano” que va de megaciudades a grandes centros regionales, pueblos comerciales y zonas rurales cercanas, según el informe de FAO.

En los países en desarrollo, las pequeñas áreas urbanas desempeñarán un papel que es por lo menos tan importante para la transformación rural como el de las grandes ciudades.

“El desarrollo agroterritorial que vincula pequeñas ciudades y pueblos con ‘áreas de captación’ puede mejorar mucho su acceso a alimentos y oportunidades para los pobres del campo”. Ese enfoque buscar reconciliar los aspectos económicos del sector alimentario con sus dimensiones espaciales, sociales y culturales.

El informe explica que la clave del éxito de un enfoque agroterritorial es una combinación equilibrada de desarrollo de infraestructura e intervenciones políticas en todo el espectro, de lo rural a lo urbano.

“Las cinco herramientas del desarrollo agroterritorial más comunes, como agrocorredores, agrupaciones agrarias, parques agroindustriales, zonas económicas agrarias e incubadoras agroempresariales, ofrecen una plataforma de crecimiento agroindustrial y una economía rural no agraria”, analizó.

Cosecha de girasoles en Pakistán. Crédito: FAO
Cosecha de girasoles en Pakistán. Crédito: FAO

Clara llamada de alerta

Al adoptar la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible hace dos años, la comunidad internacional se comprometió a erradicar el hambre y la pobreza y a lograr otros importantes objetivos, como la agricultura sostenible, garantizar la salud de la población y un trabajo decente para todos, reducir la desigualdad y lograr un crecimiento económico inclusivo, recordó el director general de la FAO, José Graziano da Silva al presentar el informe.

“No puede haber una llamada de alerta más clara que las nuevas estimaciones de la FAO de que en el mundo hay 850 millones de personas crónicamente malnutridas. La mayoría viven en países de bajos y medianos ingresos, muchos de los cuales todavía deben lograr avances hacia una transformación estructural de sus economías”, añadió.

Graziano da Silva señaló que las transformaciones exitosas en otros países en desarrollo resultaron de un crecimiento de la productividad agrícola, que llevaron a un cambio de personas y recursos de la agricultura hacia la manufactura, la industria y los servicios, enormes aumentos de ingresos por habitantes y abrupta disminución de la pobreza y el hambre.

Los países rezagados en esas transformaciones están principalmente concentrados en África subsahariana y Asia meridional. Muchos comparten economías con una gran proporción de empleados en el sector agrícola, hambre y malnutrición generalizadas y elevados niveles de pobreza, explicó.

Hay 1.750 millones de personas con menos de 3,10 dólares al día

Según datos de la FAO, hay 1.750 millones de personas en países de bajos y medianos ingresos que viven con menos de 3,10 dólares al día, y más de 580 millones que sufren una malnutrición crónica.

Las perspectivas de erradicar el hambre y la pobreza en esos países se ve superada por la baja productividad de la agricultura de subsistencia, la poca industrialización y, por encima de todo, el rápido crecimiento de población y la explosiva urbanización, puntualizó Graziano da Silva.

De hecho, las proyecciones indican que la población total aumentará 25 por ciento, de 3.500 millones a casi 4.500 millones de habitantes entre 2015 y 2030; y la población urbana aumentará el doble, de 1.300 millones a 2.000 millones de personas.

En África subsahariana, las personas de 15 a 24 años aumentarán en más de 90 millones para 2030, y la mayoría residirán en áreas rurales.

“Los jóvenes del campo, frente a la perspectiva de vivir en la pobreza absoluta, es posible que no tengan más alternativa que emigrar, con el riesgo de que la mejoría sería insignificante, pues podrían superar la cantidad de puestos de trabajo disponibles en las ciudades”, alertó.

Enorme potencial sin explotar

La conclusión principal del informe es que para cumplir con la Agenda 2030 es necesario lograr avances en las áreas rurales, donde viven la mayoría de las personas pobres que pasan hambre, subrayó el director general de la FAO.

“Presenta evidencias que muestra que, desde los años 90, las transformaciones rurales en muchos países hicieron que aumentara en más de 750 millones el número de personas que viven por encima de la línea de pobreza”, indicó.

Para lograr el mismo objetivo en los países rezagados, el documento presenta una estrategia que impulsará el “enorme potencial sin explotar de sistemas de alimentos” para impulsar el desarrollo agroindustrial, mejorar los ingresos y la productividad de los pequeños agricultores y crear empleos fuera de las granjas al expandir los segmentos la cadena alimentaria y el suministro de alimentos.

“Esa transformación rural inclusiva contribuirá a erradicar la pobreza rural,  a la vez que ayuda a terminar con la pobreza y la malnutrición en las ciudades”, aseguró.

Un impulsor de la transformación rural inclusiva será la creciente demanda procedente de los mercados de las ciudades, que consumen 70 por ciento del suministro de alimentos, aun en países con grandes poblaciones rurales, precisó.

El director general de la FAO explicó que gracias a los mayores ingresos, los consumidores citadinos realizan cambios significativos en su dieta, menos productos básicos y más carne, huevos, lácteos, frutas y verduras y pescado con valor agregado y más alimentos procesados en general.

El valor de los mercados de las ciudades de África subsahariana aumentaría de 150.000 millones de dólares a 500.000 millones entre 2010 y 2030, según Graziano da Silva.

La urbanización ofrece una “oportunidad dorada para la agricultura”, añadió. Pero también supone desafíos para millones de pequeños agricultores familiares.

“Los mercados más rentables pueden llevar a la concentración de la producción de alimentos en grandes haciendas comerciales, a cadenas de valor dominadas por grandes elaboradores y cadenas de venta al público y a la exclusión de los pequeños productores”, precisó.

Productores de pequeña escala

Según la FAO, para asegurarse que los pequeños productores colaboran para cubrir la demanda de los mercados urbanos, se necesitan políticas favorables: reducir las barreras que limitan su acceso a insumos, promover la adopción de tecnologías y enfoques sostenibles que no dañen el ambiente, aumentar el acceso al crédito y a los mercados.

También facilitar la mecanización agraria, revitalizar los sistemas de extensión agrícola, fortalecer los derechos sobre la tierra, garantizar la igualdad en los contratos de proveedores y fortalecer las organizaciones de pequeños productores.

“Ningún crecimiento de la demanda urbana por sí solo mejorará la producción ni las condiciones de mercado para la pequeña agricultura”, observó. Las políticas de incentivos y de inversiones son pilares clave para una transformación rural inclusiva.

El segundo pilar es el desarrollo de la agroindustria y la infraestructura, necesaria para conectar áreas rurales y mercados urbanos, indicó Graziano da Silva, antes de añadir que en los próximos años, muchos pequeños productores probablemente abandonen la agricultura, y la mayoría será incapaz de conseguir un empleo decente y las economías principalmente rurales de baja productividad.[related_articles]

Agroindustria, un sector importante

En algunos países de África subsahariana, el procesamiento de alimentos y bebidas representa entre 30 y 50 por ciento del valor agregado, y en otros, más de 80 por ciento, informó.

“Pero el crecimiento de la agroindustria se ve frenado por la falta de infraestructura esencial, desde caminos rurales, pasando por red eléctrica hasta lugares de acopio y transporte refrigerado”, detalló.

“En muchos países de bajos ingresos, tales limitaciones se ven exacerbadas por la falta de inversión público-privada”, explicó el director general de la FAO.

El tercer pilar de una transformación rural inclusiva es el foco territorial en la planificación del desarrollo rural, diseñado para fortalecer las conexiones físicas, económicas, sociales y políticas entre los pequeños centros urbanos y las áreas rurales circundantes.

En los países en desarrollo, alrededor de la mitad de la población urbana, o casi 1.500 millones de personas, viven en ciudades y pueblos de 500.000 habitantes o menos, según el informe.

“A menudo ignoradas por urbanistas y dirigentes políticos, las redes territoriales de pequeñas ciudades y pueblos son puntos de referencia importantes para las poblaciones rurales, los lugares donde compran sus semillas, envían a sus hijos a la escuela, acceden a atención médica y otros servicios”, señala.

Los últimos estudios muestran cómo el desarrollo de las economías rurales es a menudo mucho más rápido, y por lo general, más inclusivo, cuando se integra al de pequeñas áreas urbanas.

“El enfoque de desarrollo agroterritorial descrito en el informe, los vínculos entre las pequeñas ciudades y pueblos y sus ‘áreas de captación’ rurales, se fortalecen a través de obras de infraestructura y políticas que conectan productores, procesadores agroindustriales y servicios complementarios, así como otros segmentos de la cadena de valor alimentaria, como los circuitos locales de consumo y producción de alimentos”, añadió.

“A menos que el crecimiento económico se haga más inclusivo, los objetivos globales para terminar con la pobreza y lograr el hambre cero para 2030 no se alcanzarán”, alertó Graziano da Silva.

Traducido por Verónica Firme

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