Arremetida conservadora socava avances de género en América Latina

Tres generaciones de mujeres de una familia argentina enarbolan carteles con la consigna “Ni Una Menos”, en una de las manifestaciones contra los feminicidios/femicidios en Buenos Aires. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS
Tres generaciones de mujeres de una familia argentina enarbolan carteles con la consigna “Ni Una Menos”, en una de las manifestaciones contra los feminicidios/femicidios en Buenos Aires. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

Una “arremetida conservadora y fundamentalista” en América Latina contra una alegada “ideología de género” pone en riesgo o está ya derogando avances para las mujeres, entre otros en la lucha contra la violencia hacia ellas, denuncian activistas feministas.

Susana Chiarotti, una  abogada argentina integrante del Consejo Asesor del Comité Latinoamericano y del Caribe para la Defensa de los derechos de las Mujeres (Cladem), considera este uno de los temas “preocupantes”, al reflexionar sobre el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, este 25 de noviembre.

Esa jornada abre la campaña de activismo Unete, hasta el 10 de diciembre, el Día de los Derechos Humanos, en que participan diferentes agencias de la Organización de las  Naciones Unidas, bajo el lema de “No dejar a nadie atrás: Poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas”.[pullquote]3[/pullquote]

«Estas campañas antiderechos de las mujeres no son aisladas, ni dispersas ni erráticas. Están bien organizadas, financiadas y coordinadas. Los sectores conservadores de todos los países se conectan entre sí y comparten estrategias y actividades”, señaló Chiarotti a IPS al explicar los alcances de la ofensiva conservadora.

Para la también directora del Instituto de Género, Desarrollo y Derecho, el ataque a la supuesta “ideología de género”, “se reproduce con las mismas expresiones” en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, El Salvador, México Perú, Paraguay, República Dominicana o Uruguay, por citar algunos países.

“En todos ellos, entre otras iniciativas, tratan de eliminar la educación sexual integral, o borrar la igualdad de género y la no discriminación por orientación sexual de las currículas escolares; de oponerse a la autonomía de los cuerpos de las mujeres impidiendo los abortos, incluso los legales”, explicó.

Un informe de ONU Mujeres y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lanzado este miércoles 22, subraya que, aunque en la región el número de países con políticas nacionales de protección para las mujeres aumentó de 24 en 2013 (74 por ciento) a 31 en 2016 (94 por ciento), las altas tasas de violencia contra las mujeres siguen siendo un desafío grave.

“A pesar de los notables avances en los planes de acción nacionales, la región registra las tasas más altas de violencia contra la mujer fuera de la pareja y la segunda más alta dentro de ella”, agrega.

El informe «Del compromiso a la acción: políticas para erradicar la violencia contra las mujeres en América Latina y el Caribe«, alerta que  el número de feminicidos/femicidios está en aumento, y dos de cada cinco son resultado de la violencia doméstica, aquella dentro de los muros del hogar.

Además, indica el informe de las agencias de la ONU, alrededor de 30 por ciento de las mujeres han sido víctimas de violencia por parte de su pareja y 10,7 por ciento han sufrido violencia sexual fuera de la pareja.

Para Chiarotti el número de estos asesinatos por razones de género los convierte  “prácticamente un genocidio, y además oculto”. Si se matase a la misma cantidad de personas por razones étnicas, religiosas o de otra índole las autoridades y la gente reaccionarían de otra manera, “pero son mujeres y la sensiblidad desgraciadamente decae”, ha argumentado.

Maltratadas, familiares de víctimas de feminicidios/femicidios y cruces que simbolizan las mujeres asesinadas por razones de género, en un collage de imágenes en diferentes países de América Latina. Un llamado al fin de la violencia contra las mujeres, un objetivo que se aleja en la región. Crédito: Juan Moseinco /IPS
Maltratadas, familiares de víctimas de feminicidios/femicidios y cruces que simbolizan las mujeres asesinadas por razones de género, en un collage de imágenes en diferentes países de América Latina. Un llamado al fin de la violencia contra las mujeres, un objetivo que se aleja en la región. Crédito: Juan Moseinco /IPS

“En Brasil están tratando de introducir la mediación en la Ley María da Penha sobre Violencia Doméstica y Familiar”, aprobada en 2006 y que lleva el nombre de una biomédica que quedó parapléjica tras ser disparada por su marido mientras dormía, citó la especialista entre los ejemplos del retroceso regional en materia de violencia de género.

Allí, «además han boicoteado la posibilidad de que las mujeres embarazadas por violación puedan abortar”, precisó, aunque ese sea uno de los restrictivos supuestos en que en Brasil es legal interrumpir el embarazo.

“En mi país, Argentina, esto se está haciendo a través de la campaña de algunos sectores, de instalar la ‘probation (suspensión de juicio a prueba)’ en los juicios de violencia de género y al utilizar la objeción de conciencia de manera masiva para impedir las prácticas legales de interrupción de embarazos”, argumentó Chiarotti.

En Paraguay grupos conservadores  emprendieron una arremetida contra algunos programas del Ministerio de Educación, utilizando este concepto.

“Al conceptualizarlo como ideología aprovechan el rechazo de la gente a ser ‘ideologizada’ o alienada en una línea de pensamiento. Pero género es una categoría de análisis para revisar la realidad, no una ideología”, opinó Chiarotti.

“Hay algo perverso en esa caracterización. Se trata de volver a instalar a la mujer en los espacios tradicionales: a cargo de las tareas de cuidado, pero sin quejarse; volver al hogar y dejar los pocos empleos que quedan a los varones; recuperar la obediencia al paterfamilia”, planteó.

También se pretende con esta ofensiva, añadió, “negar la existencia de las diversas formaciones familiares e instalar la idea que lo natural es un solo modelo de familia (heterosexual, nuclear), así como que la única forma válida de amar es la heterosexual, entre otras negaciones de la realidad”.

Karina Bidaseca, coordinadora del Programa Sur-Sur del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), se refiere a este tema entre otros en el libro que coordinó para esa organización junto con la Universidad Nacional San Martín, “Genealogías críticas de la colonialidad en A. Latina, África, Oriente» (2016).[related_articles]

“Esta razón inscribe los guiones de los que defino como ‘fundamentalismos coloniales globales’ (culturales, religiosos, políticos, económicos y epistémicos) y que son los fundamentos de los frentes expansivos de aquellos discursos fundamentalistas, conservadores, morales y racistas como lo que se da en llamar la ideología de género”, dijo a IPS.

“Se trata de un ataque que es antifeminista y transhomofóbico y proviene de parte de un sector ultraconservador fundado en las iglesias cristianas evangélicas”, planteó Bidaseca, también profesora de estudios de género y afrofeminismo en dos universidades argentinas.

“En Colombia la ‘ideología de género’ es crucial para comprender por ejemplo los procesos de paz que se vieron atravesados por esta discusión”, afirmó.

“Algunos ejemplos de movilizaciones en muchas ciudades del país salieron marchas multitudinarias afirmando que eran padres y madres de familia que defendían los valores de la familia tradicional heterosexual, contra la ‘ideología de género’ que, según ellos se está imponiendo en las escuelas a través del Ministerio de Educación”, ilustró.

“Feminazis es el  modo de clasificar con que este discurso nomina a quienes defendemos los derechos de la diversidad sexual, y de las mujeres contra los femicidios”, añadió. Recordó así un término acuñado por el comentarista radial estadounidense Rush Limbaugh en 1992, al referirse a las mujeres que defendían el derecho al aborto, que calificó como un «holocausto».

La falta de educación sexual o de abortos permitidos en caso de violencia sexual, es atribuida en cambio por otras organizaciones, entre otras causas, al gran número de embarazos de niñas y adolescentes que se producen en América Latina.

“Por la edad, se presumen gestaciones producto de abuso sexual o coerción. Son maternidades forzadas y su número es cada vez mayor en países de Latinoamérica y el Caribe, la única región del mundo donde vienen en aumento”, indicaron más de 150 organizaciones civiles ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en una sesión el 24 de octubre en Montevideo.

Un año atrás, en la misma capital uruguaya, un Foro de Organizaciones Feministas dictaminó que la región “enfrenta retrocesos democráticos por golpes ‘destituyentes’ de la voluntad ciudadana” y por la asunción de gobiernos que entre otras consecuencias están “generando mayor exclusión de las mujeres”.

En ese contexto, señaló que “la arremetida fundamentalista intentando expandir la supuesta existencia de la ‘ideología de género’ busca frenar las luchas feministas por la igualdad” y por acabar con “el patriarcado”.

“Lo que vemos es un movimiento mundial, que ha atravesado países como Francia, Alemania, España e incluso México y Panamá, donde se han hecho marchas contra esa alegada ideología”, consideró Bidaseca.

Editado por Estrella Gutiérrez

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