Deportados de EEUU-De regreso con la esperanza hecha añicos

Pese a los peligros de emprender un viaje desde El Salvador a Estados Unidos, sin documentos, atravesando por tierra miles de kilómetros atravesando Guatemala y México, muchos salvadoreños siguen haciéndolo. De los 26.838 deportados durante 2017, unos 16.000 llegaron por avión desde Estados Unidos, tras ser detenidos en situación irregular en ese país. El resto arribó por buses, remitidos por México. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Pese a los peligros de emprender un viaje desde El Salvador a Estados Unidos, sin documentos, atravesando por tierra miles de kilómetros atravesando Guatemala y México, muchos salvadoreños siguen haciéndolo. De los 26.838 deportados durante 2017, unos 16.000 llegaron por avión desde Estados Unidos, tras ser detenidos en situación irregular en ese país. El resto arribó por buses, remitidos por México. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

La esperanza de forjarse un mejor futuro en los Estados Unidos, como indocumentados, se hace añicos para miles de salvadoreños una vez que son detenidos por oficiales de inmigración estadounidenses o mexicanos, y comienza el proceso de su deportación a San Salvador.

Regresan al país, por bus o por avión, cargando una bolsa con escasas pertenencias y el estigma del deportado: el que se piense que lo expulsaron del país de destino por haber cometido algún delito, cuando esos casos son muy minoritarios.

Todos pasan por el Centro de Atención y Resguardo al Migrante, una oficina donde realizan los trámites migratorios de ingreso al país, situada en el este de San Salvador.

Ahí pueden beber agua y café, hacer una llamada telefónica, o ver a un médico para que les revise su condición sanitaria. Luego tienen que ingeniárselas para llegar hasta sus lugares de origen, pues muchas veces no portan dinero ni para pagar el pasaje.

A muchos de ellos ni siquiera los esperan. En ese Centro se amontonan día tras día rostros fatigados que son retratos de la dignidad herida y las esperanzas rotas.

 

Un autobús llega con 97 deportados procedentes de Estados Unidos, que recogió en el aeropuerto internacional de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en San Salvador, tras ser trasladados en un avión federal estadounidense desde la ciudad sureña de Houston. En la imagen dos de las 17 mujeres del grupo, la mayoría personas jóvenes. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Un autobús llega con 97 deportados procedentes de Estados Unidos, que recogió en el aeropuerto internacional de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en San Salvador, tras ser trasladados en un avión federal estadounidense desde la ciudad sureña de Houston. En la imagen dos de las 17 mujeres del grupo, la mayoría personas jóvenes. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Algunos de los 80 hombres deportados desde Estados Unidos, en un avión federal fletado desde la ciudad texana de Houston, salen del bus que los trae desde el aeropuerto internacional de San Salvador al Centro de Atención al Migrante, que funciona al este de la capital. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Algunos de los 80 hombres deportados desde Estados Unidos, en un avión federal fletado desde la ciudad texana de Houston, salen del bus que los trae desde el aeropuerto internacional de San Salvador al Centro de Atención al Migrante, que funciona al este de la capital. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Krissia Borja, jefa del Área de Retorno Terrestre, de la Dirección de Atención al Migrante, se dirige a las 97 personas que llegaron deportadas por avión desde la ciudad texana de Houston, en Estados Unidos al Centro de Atención al Migrante, de la Dirección de Migración y Extranjería, en el este de San Salvador. Ahí realizan el trámite migratorio de rigor, y pueden descansar, ducharse y realizar llamadas telefónicas a sus parientes. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Krissia Borja, jefa del Área de Retorno Terrestre, de la Dirección de Atención al Migrante, se dirige a las 97 personas que llegaron deportadas por avión desde la ciudad texana de Houston, en Estados Unidos al Centro de Atención al Migrante, de la Dirección de Migración y Extranjería, en el este de San Salvador. Ahí realizan el trámite migratorio de rigor, y pueden descansar, ducharse y realizar llamadas telefónicas a sus parientes. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Las personas deportadas son llamadas una a una, para entregarles la bolsa con las pocas pertenencias con las que llegaron, la mayoría dentro de sacos de nylon rojo: un par de zapatos usados, una camisa, algunos documentos. Durante 2017 fueron repatriados 26.838 salvadoreños, desde Estados Unidos y México, según estadísticas de la Dirección General de Migración y Extranjería. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Las personas deportadas son llamadas una a una, para entregarles la bolsa con las pocas pertenencias con las que llegaron, la mayoría dentro de sacos de nylon rojo: un par de zapatos usados, una camisa, algunos documentos. Durante 2017 fueron repatriados 26.838 salvadoreños, desde Estados Unidos y México, según estadísticas de la Dirección General de Migración y Extranjería. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Pese a la existencia de algunos programas gubernamentales de apoyo a las personas deportadas –escasos y de poco alcance—, los repatriados llegan a El Salvador con pocas posibilidades de reinsertarse económica y socialmente, sobre todo aquellos que han pasado una o más décadas viviendo en los Estados Unidos. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Pese a la existencia de algunos programas gubernamentales de apoyo a las personas deportadas –escasos y de poco alcance—, los repatriados llegan a El Salvador con pocas posibilidades de reinsertarse económica y socialmente, sobre todo aquellos que han pasado una o más décadas viviendo en los Estados Unidos. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Como parte del proceso de ingreso al país, los deportados deben pasar por varias entrevistas y también tienen a su disposición un servicio de atención médica, para aquellos que lo deseen, como los que esperan en esta fila ante el consultorio del Centro de San Salvador. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Como parte del proceso de ingreso al país, los deportados deben pasar por varias entrevistas y también tienen a su disposición un servicio de atención médica, para aquellos que lo deseen, como los que esperan en esta fila ante el consultorio del Centro de San Salvador. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Los deportados de Estados Unidos hacen fila ante la oficina de la Policía Nacional Civil, dentro del Centro de Atención al Migrante, en San Salvador, como parte del proceso de ingreso al país. Las autoridades verifican si alguno de ellos tiene antecedentes penales u órdenes de captura en el país. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Los deportados de Estados Unidos hacen fila ante la oficina de la Policía Nacional Civil, dentro del Centro de Atención al Migrante, en San Salvador, como parte del proceso de ingreso al país. Las autoridades verifican si alguno de ellos tiene antecedentes penales u órdenes de captura en el país. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Durante su estancia en el Centro de Atención al Migrante, una oficina gubernamental al este de San Salvador, las personas deportadas pueden relajarse un poco y beber café, en medio de la camaradería que establecieron durante las horas de vuelo o desde antes, si coincidieron en centros de retención de migrantes antes del viaje. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Durante su estancia en el Centro de Atención al Migrante, una oficina gubernamental al este de San Salvador, las personas deportadas pueden relajarse un poco y beber café, en medio de la camaradería que establecieron durante las horas de vuelo o desde antes, si coincidieron en centros de retención de migrantes antes del viaje. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Pese a los peligros de emprender un viaje desde El Salvador a Estados Unidos, sin documentos, atravesando por tierra miles de kilómetros atravesando Guatemala y México, muchos salvadoreños siguen haciéndolo. De los 26.838 deportados durante 2017, unos 16.000 llegaron por avión desde Estados Unidos, tras ser detenidos en situación irregular en ese país. El resto arribó por buses, remitidos por México. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Pese a los peligros de emprender un viaje desde El Salvador a Estados Unidos, sin documentos, atravesando por tierra miles de kilómetros atravesando Guatemala y México, muchos salvadoreños siguen haciéndolo. De los 26.838 deportados durante 2017, unos 16.000 llegaron por avión desde Estados Unidos, tras ser detenidos en situación irregular en ese país. El resto arribó por buses, remitidos por México. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Pese a los peligros de emprender un viaje desde El Salvador a Estados Unidos, sin documentos, atravesando por tierra miles de kilómetros atravesando Guatemala y México, muchos salvadoreños siguen haciéndolo. De los 26.838 deportados durante 2017, unos 16.000 llegaron por avión desde Estados Unidos, tras ser detenidos en situación irregular en ese país. El resto arribó por buses, remitidos por México. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Pese a los peligros de emprender un viaje desde El Salvador a Estados Unidos, sin documentos, atravesando por tierra miles de kilómetros atravesando Guatemala y México, muchos salvadoreños siguen haciéndolo. De los 26.838 deportados durante 2017, unos 16.000 llegaron por avión desde Estados Unidos, tras ser detenidos en situación irregular en ese país. El resto arribó por buses, remitidos por México. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

David Antonio Pérez, de 42 años, pasó recluido cinco años en varios centros de detención para indocumentados en Estados Unidos, lo que duraron sus recursos ante la justicia para evitar la deportación. De regreso a El Salvador, donde ya fue deportado otras dos veces, su futuro está marcado por la derrota y la incertidumbre. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
David Antonio Pérez, de 42 años, pasó recluido cinco años en varios centros de detención para indocumentados en Estados Unidos, lo que duraron sus recursos ante la justicia para evitar la deportación. De regreso a El Salvador, donde ya fue deportado otras dos veces, su futuro está marcado por la derrota y la incertidumbre. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

Lo primero que David Antonio Pérez quiso hacer, al pisar las calles de San Salvador, luego de pasar preso cinco años en un centro de detención para indocumentados en Estados Unidos, fue caminar por las calles de San Salvador y degustar un bocadillo en uno de los llamados “comedores”, que expenden comida local a poco precio. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
Lo primero que David Antonio Pérez quiso hacer, al pisar las calles de San Salvador, luego de pasar preso cinco años en un centro de detención para indocumentados en Estados Unidos, fue caminar por las calles de San Salvador y degustar un bocadillo en uno de los llamados “comedores”, que expenden comida local a poco precio. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

 

“Lo menos que quiero hacer ahora que estoy de regreso en El Salvador, es irme a encerrar a una casa, quiero sentir el aire de la libertad”, contó David Antonio Pérez, quien pasó cinco años detenido en centros para inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Después de sentarse un buen rato en la plaza de La Libertad, en el centro histórico de San Salvador, se fue a dormir a un pequeño hostal, para recuperar fuerzas antes de dirigirse al día siguiente a casa de sus padres, al sur de la capital. Crédito: Edgardo Ayala/IPS
“Lo menos que quiero hacer ahora que estoy de regreso en El Salvador, es irme a encerrar a una casa, quiero sentir el aire de la libertad”, contó David Antonio Pérez, quien pasó cinco años detenido en centros para inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Después de sentarse un buen rato en la plaza de La Libertad, en el centro histórico de San Salvador, se fue a dormir a un pequeño hostal, para recuperar fuerzas antes de dirigirse al día siguiente a casa de sus padres, al sur de la capital. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Edición: Estrella Gutiérrez

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