La izquierda mexicana ante una histórica victoria electoral

Andrés Manuel López Obrador, el candidato de izquieda al que todas las encuestas dan como gran ganador en las elecciones presidenciales del domingo 1 en México, durante un acto en Tabasco, en el final de la campaña electoral. Crédito: Cortesía de Piedepágina.org.mx
Andrés Manuel López Obrador, el candidato de izquieda al que todas las encuestas dan como gran ganador en las elecciones presidenciales del domingo 1 en México, durante un acto en Tabasco, en el final de la campaña electoral. Crédito: Cortesía de Piedepágina.org.mx

El biólogo Bruno Álvarez es uno de los millones de electores de México que el domingo 1 de julio votará por el candidato izquierdista a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, “porque el país necesita un cambio”.

“En estos 20 años hemos tenido gobiernos de derecha que no han solucionado nada, la situación económica está mal, la violencia persiste. Es hora de votar por otros”, argumentó a IPS este residente en Ciudad de Mexico.

López Obrador, candidato por tercera ocasión consecutiva, es el abanderado de Juntos Haremos Historia, una alianza conformada por su Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo y Encuentro Social, este último un grupo conservador.

“Tiene buenas propuestas”, mientras los otros candidatos son “continuistas del modelo aplicado”, dijo Álvarez, dueño de un bar en el sur de la capital.

El sentir de Álvarez es compartido por millones de ciudadanos de esta nación latinoamericana de unos 129 millones de habitantes, de los que 89,3 millones están convocados a votar en los comicios del domingo 1,  donde se elegirá también al Poder Legislativo y otros cargos locales.[pullquote]3[/pullquote]

Por ello, la proyectada victoria para la izquierda el domingo 1 marcaría, de confirmarse, un viraje en la política de los últimos 40 años de México.

El mismo candidato lo dijo ante una enfervorecida multitud, la noche del miércoles 27, en el cierre de su campaña, en el Estadio Azteca capitalino, que tuvo aires de celebración anticipada del triunfo, tras una jornada de recorrido por Chiapas y otros estados del sur, la región más pobre del país.

El domingo, afirmó,  “un régimen corrupto y autoritario llega a su fin”, afirmó, comienza una transformación de México “pacífica, popular y radical”.

Los sondeos anticipan el triunfo de López Obrador, exalcalde de la capital mexicana entre 2000 y 2005, al que otorgan un margen de ventaja de entre 20 y 30 puntos frente a su inmediato rival.

Además, su alianza, según las encuestas, obtendría la mayoría de escaños en el bicameral Congreso legislativo, un respaldo fundamental para materializar su oferta electoral.

Si los pronósticos se cumplen, López Obrador, de 64 años, rompería con la hegemonía del conservador Partido Revolucionario Institucional (PRI), del actual presidente Enrique Peña Nieto, y el derechista Partido Acción Nacional (PAN), que se han repartido el poder desde 2000. Ese año, el PRI perdió la hegemonía que lo mantuvo en el poder por 70 años.

Para Alejandra Salas, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la estatal Universidad Nacional Autónoma de México, el significado de esa victoria dependerá de varios factores, como la reacción de los grandes empresarios, los perdedores de la votación y los grandes sindicatos.

“Un papel importante lo va a jugar el mismo López Obrador, cómo asume la victoria con un acercamiento con todas las fuerzas. Su discurso de triunfo puede jugar un papel muy importante en ese acercamiento; en primer lugar, a quienes sienten que perdieron, y no solamente los otros candidatos, sino también quienes votaron por ellos”, dijo Salas a IPS.

Para la catedrática, autora del libro “La economía política neoliberal en México (2017)” , otros factores pueden ser las señales del equipo de López Obrador hacia una transición “ordenada, dentro y fuera del aparato estatal” y la recomposición de fuerzas a nivel general, “muy en especial dentro y entre los partidos”.

Por vez primera en la historia del país, la izquierda mexicana está a un tris de llegar a la presidencia en las elecciones de este domingo 1 de julio. En la imagen, publicidad a favor del candidato favorito, Andrés López Obrador, conocido por la sigla AMLO, en un pequeño edificio en el sur de Ciudad de México. Crédito: Emilio Godoy/IPS
Por vez primera en la historia del país, la izquierda mexicana está a un tris de llegar a la presidencia en las elecciones de este domingo 1 de julio. En la imagen, publicidad a favor del candidato favorito, Andrés López Obrador, conocido por la sigla AMLO, en un pequeño edificio en el sur de Ciudad de México. Crédito: Emilio Godoy/IPS

La segunda intención de voto, según los sondeos, es para Ricardo Anaya, candidato de la Coalición por México al Frente, conformada por el PAN, el centrista Partido de la Revolución Democrática y el centroderechista Movimiento Ciudadano.

La tercera opción de triunfo recae en José Meade, al frente del bloque del PRI y los conservadores partidos Verde y Nueva Alianza.

Los analistas coinciden en que AMLO, la sigla de López Obrador con la que se conoce al candidato,  ha sabido capitalizar el hartazgo social por la corrupción del gobierno de Peña Nieto y su incapacidad para cumplir con las promesas electorales que lo llevaron a la presidencia en 2012.

Entre esas promesas incumplidas están que el país tuviese un crecimiento económico anual de seis por ciento y la reducción de la violencia delictiva que azota a este país.

De hecho, el producto interno bruto se incrementó en un promedio apenas superior a dos por ciento en los primeros cinco años de su mandato.

Mientras, según datos oficiales, los homicidios alcanzaron en 2017 la cifra de 24.892, uno de los niveles más altos de los últimos años, y durante los cinco primeros meses de este año totalizaron 13.298 las muertes violentas.

Entre las promesas de AMLO,  el político más querido y el más odiado en el país, para animar la economía destacan varios proyectos de infraestructura en el empobrecido sur,  como el tendido de un tren de alta velocidad entre el sureño estado de Chiapas y el sudoriental Quintana Roo, así como la construcción de dos refinerías en el sudeste.

También ofrece la recuperación de la soberanía alimentaria y del mundo rural; la anulación de la reforma educativa, el combate a la corrupción y la revisión de las concesiones petroleras derivadas de la apertura del sector de los hidrocarburos de 2014.

El domingo 1 se renovarán también las dos cámaras del legislativo Congreso de la Unión, con 128 puestos en el Senado y 500 en Diputados, además de 17.670 cargos locales, en la elección más cara de la historia mexicana y, también, la más violenta, con más de 110 candidatos asesinados durante la campaña, hasta ahora.[related_articles]

La campaña electoral ha acogido además un debate social sin precedentes sobre asuntos como violaciones a derechos humanos, el deterioro del ambiente y políticas con perspectivas de género.

Para el estadounidense Richard Miles, subdirector del Programa de las Américas del no gubernamental Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales, la victoria de AMLO, se va a asumir sin sorpresas en el plano internacional.

“Su victoria tiene que ver más con el desempeño del PRI ante la violencia y la corrupción. Su significado dependerá mucho de qué dice y hace en los primeros meses luego de su triunfo”, declaró a IPS el directivo del Centro con sede en Washington.

López Obrador, quien no ha parado de recorrer el país de extremo a extremo en los últimos tres años, cuestiona el llamado Consenso de Washington, el conjunto de políticas neoliberales aplicado desde los años 80, que dejó la economía en manos del mercado y que trajo consigo una desregulación que no tuvo en contrapartida el crecimiento económico y bienestar prometido.

Ante ello, ofrece el retorno a las medidas desarrollistas, como el fortalecimiento del mercado interno y una mayor participación del Estado en las actividades económicas.

Contrariamente a los gritos de alarma de sus detractores, la posibilidad del triunfo izquierdista no ha alterado a los mercados financieros, que al parecer se han acomodado a esa opción y no lo consideran una amenaza al sistema imperante.

Si se confirma su control del parlamento, “a lo mejor tendría mayores posibilidades en el mediano plazo de introducir algunas reformas”, indicó la académica Salas.

A su juicio, “va a ser necesario que los cambios que haga López Obrador sean respaldados por la gente y eso implica cierta movilización social”.

“Aunque sea un triunfo muy contundente, no necesariamente va a representar a toda la población. Para neutralizar a quienes no lo apoyan, los resultados en el primer año pueden ser muy importantes”, destacó.

Para Salas,  el nuevo gobierno ayudará a «descomprimir la presión social», porque “quienes han perdido en todos estos años verán que los procedimientos democráticos funcionan, aunque continúe cierto nivel de polarización”.

Miles, por su parte, considera que López Obrador puede aportar visiones diferentes a asuntos como la violencia o la relación con Estados Unidos.

En ese país “habrá reacciones esperadas”, dijo, como la de quienes adversan al presidente estadounidense Donald Trump, que dirán “que ha sido tan malo con los mexicanos que eso posibilitó su triunfo”.

Mientras, los que apoyan a Trump plantearán que no se puede trabajar con un dirigente que se parece al fallecido líder venezolano Hugo Chávez, planteó el especialista.

“Pero también habrá un segmento intermedio que tiene otra visión, que está dispuesto a trabajar con cualquier gobierno en México”, incluyendo los empresarios estadounidenses, indicó.

Álvarez espera que AMLO cumpla con sus ofrecimientos, porque “este país ya no aguanta más, la situación está de la chingada (crítica)”.

Edición: Estrella Gutiérrez

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