El cambio climático también se siente en el Norte rico

Cultivo de maíz carente de agua en el terreno de Leo De Jong, en Holanda. Este agricultor gasta entre entre 23.293 y 29.116 dólares por semana en la irrigación. Crédito: Cortesía: Friday Phiri.
Cultivo de maíz carente de agua en el terreno de Leo De Jong, en Holanda. Este agricultor gasta entre entre 23.293 y 29.116 dólares por semana en la irrigación. Crédito: Cortesía: Friday Phiri.

“En esta temporada, mayo resultó un mes particularmente caluroso y seco”, explicó Leo De Jong, un agricultor comercial de Zeewolde, en Flevopolder, Holanda.

Flevopolder está en la provincia de Flevoland, el mayor lugar de recuperación de tierras del mundo, y donde una hectárea cuesta unos 100.000 euros (más de 116.400 dólares).

“En este momento, gastamos entre 20.000 y 25.000 euros (entre 23.293 y 29.116 dólares) por semana en irrigación”, contó.

Muchos estudios señalan a las naciones en desarrollo como las más vulnerables al cambio climático, pero lentamente se ve cómo los agricultores del Norte rico, quienes generalmente cuentan con más recursos, también sienten el calor.

De los incesantes incendios forestales y los poderosos huracanes en Estados Unidos y el Caribe, pasando por las máximas temperaturas registradas y hasta las sequías en Europa y Asia, la comunidad científica coincide en que la causa más probable de esos eventos climáticos extremos sea el recalentamiento planetario.

Y causa graves perturbaciones a los sistemas de producción agrícola, al ambiente y a la biodiversidad.

Es problemático porque, según el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, un aumento de la temperatura de más de dos grados centígrados podría exacerbar la actual falta de alimentos e impedir que la mayoría de los países africanos logren las metas de erradicar el hambre y la pobreza, fijadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

De Jong puede destinar miles de euros por semana a la irrigación de su tierra, pero sabe que no es sostenible para su negocio. Actualmente, cultiva papas, cebollas y trigo, entre otros, en 170 hectáreas de tierras recuperadas.

Leo De Jong en su campo de papas, en Holanda. Crédito: Cortesía Friday Phiri.
Leo De Jong en su campo de papas, en Holanda. Crédito: Cortesía Friday Phiri.

La salud del suelo en Flevopolder, a unos cuatro metros por debajo del nivel del mar, es de particular importancia. De Jong considera que es un sello distintivo para cada agricultor en estos tiempos de cambio climático, sin importar su ubicación.

La respuesta al recalentamiento de la atmósfera está en la capacidad de los agricultores para encontrar “un equilibrio entre la ecología y la economía”.

Eso se puede lograr de varias formas, indicó De Jong, como con mejor tecnología de riego y más eficiente e investigación e innovación, además del intercambio de conocimiento entre agricultores como en la Fundación Skylark, a la que él pertenece.

En la fundación, él intercambia conocimiento con colegas, en especial se concentran en la salud del suelo.

“Siento que el clima se pone extremo, pero un uso consistente de estiércol, cultivos de cobertura y otras prácticas sostenibles y eficientes garantizan la buena salud del suelo, y sobre la que se construye una producción sostenible”, añadió.

Peter Appelman, dedicado al cultivo de brócoli y repollo, coincide con el argumento sobre la salud del suelo.

A los agricultores no les deben preocupar los distintos sistemas (agricultura convencional y orgánica) que promueven los investigadores. En cambio, deben adoptar los sistemas que les funcionan según el suelo en el que cultivan.

“Dejamos de alimentar los cultivos, para darle al suelo”, dijo a IPS, señalando la montaña de estiércol “No soy un agricultor orgánico, sino que trato de ser sostenible como sea porque luego la pagas. No puedes cultivar un buen producto en un suelo malo”, explicó.

Acceso al mercado por sostenibilidad

Al atender el costo de producción del negocio, Appelman se refiere a la satisfacción del consumidor y a los mercados predecibles como promotores de la sostenibilidad de los agricultores en estos tiempos de estrés climático.

Cuando las preferencias de los consumidores se hacen más obvias, Appelman señaló que los productores no deben gastar energía en quejarse sobre el acceso al mercado y aumentar la demanda, sino trabajar duro para satisfacerlos.

“Mis colegas agricultores se quejan mucho, no es la mejor práctica para los negocios”, observó.

“Como agricultores, debemos destinar esa energía a buscar clientes, y a trabajar para satisfacerlos; creo que la forma de avanzar es con mejores relaciones agricultores-clientes”, apuntó.

La producción debe determinarse por las preferencias de los consumidores y del mercado, según él.

“Viajo por el mundo buscando mercados, y a través de esas interacciones, aprendo y hago mi trabajo según las necesidades de mis clientes”, relató.

“Primero, busca los clientes y luego, dedicate a producir para ellos porque es difícil la etapa de producción”, añadió Appelman, cuyo negocio le deja unos dos millones de euros.[related_articles]

Su familia planta brócoli en 170 hectáreas y repollo blanco y colorado en 60.

Investigación e innovación

La respuesta a los desafíos alimentarios está en asegurar que la contribución de la agricultura al cambio climático sea positiva, y no negativa, según la profesora Louise Fresco, presidenta de la junta ejecutiva de investigación de la holandesa Universidad de Wageningen.

Eso solo es posible a través de la inversión en investigación e innovación a fin de lograr la máxima eficiencia para la producción de alimentos y minimizar el desperdicio.

“El sector agrícola necesita hacer más para producir alimentos, pero hacerlo de forma eficiente”, puntualizó, en la apertura del congreso de la Federación Internacional de Periodistas Agrarios, realizada en julio en Holanda.

“Los alimentos no deben producirse en cadena, sino de forma circular. El uso de agua y energía son aspectos importantes”, apuntó.

Bajo el tema: raíces holandesas, pequeño país, grandes soluciones, el congreso subrayó lo que está en el centro de la proeza agrícola holandesa.

“La productividad a través de la innovación y la eficiencia es la respuesta a por qué Holanda, un pequeño país, es el segundo mayor exportador de productos agrícolas del mundo”, indicó Wiebe Draijer, director ejecutivo de Rabobank, que nació como cooperativa.

“En respuesta al desafío alimentario global, seguimos refinando nuestras modalidades de préstamos para apoyar la sostenibilidad ambiental”, observó.

“Por ejemplo, realizamos un seguimiento a los agricultores que reciben préstamos para monitorear sus prácticas sostenibles, y hay un incentivo en forma de descuento sobre sus préstamos”, precisó.

Sostenibilidad es la palabra de moda, pero parece que hay mucho más por hacer para que los agricultores logren concretarla, en especial ahora que los efectos negativos del cambio climático se sienten tanto en el Norte rico, como en el Sur en desarrollo.

Traducción: Verónica Firme

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