Guyana debate plan de contingencia tras hallazgo petrolero

El río Essequibo es el más largo de Guyana, y el más largo entre el Orinoco y el Amazonas. Como se espera que la producción petrolera en Guyana comience en el primer trimestre de 2020, los especialistas señalan que el incremento de riesgos ambientales de más pozos petroleros requiere mayor capacidad de comprender y gestionar los riesgos. Crédito: Cortesía de Conservation International Guyana.
El río Essequibo es el más largo de Guyana, y el más largo entre el Orinoco y el Amazonas. Como se espera que la producción petrolera en Guyana comience en el primer trimestre de 2020, los especialistas señalan que el incremento de riesgos ambientales de más pozos petroleros requiere mayor capacidad de comprender y gestionar los riesgos. Crédito: Cortesía de Conservation International Guyana.

Los últimos descubrimientos de petróleo en Guyana parecen haber puesto a este país, uno de los más pobres de América del sur, en el camino de los ricos. Pero también resaltan los problemas de desarrollo y el posible impacto de un auge petrolero.

En los últimos tres años, la gigante ExxonMobil perforó ocho pozos exploratorios mar adentro con la posibilidad de generar casi 20.000 millones de dólares de ingresos petroleros al año para fines de la próxima década.

“Para Guyana, el riesgo ambiental directo tiene que ver con derrames de petróleo, pero también con las emisiones de las operaciones, y con las actividades sísmicas, que pueden afectar a las especies marinas”, explicó el director ejecutivo de Conservation International Guyana, David Singh, en diálogo con IPS.

“Los riesgos ambientales aumentan con el número de pozos petroleros en cualquier área”, añadió.

Singh dijo que el aumento de los riesgos ambientales requiere de una mayor capacidad para comprender y gestionar esos riesgos.

Desde el punto de vista normativo, quiere decir construir capacidad institucional de acuerdo con el desarrollo de la industria.

“Para la sociedad civil, la responsabilidad es nuestra de comprender la industria, contribuir a la creación de buenas políticas y leyes y garantizar un mayor grado de responsabilidad de la industria y del Estado hacia el ambiente”, observó.

“También nos implica apoyar a compañías e iniciativas del área de la generación de energía limpia y renovable, y apoyar los esfuerzos para reducir nuestra huella ecológica”, puntualizó.

“Aun cuando concentramos nuestros esfuerzos, somos conscientes de la limitada capacidad humana e institucional del país, que tendrá un impacto sobre el diseño y la aplicación de buenas y responsables salvaguardas sociales y ambientales”, añadió.

Varios analistas observaron que altos funcionarios gubernamentales tienen poca experiencia en regular a la industria petrolera o en negociar con compañías internacionales.

Pero el ministro de Recursos Naturales, Raphael Trotman, dijo que Guyana está preparada y construye y fortalece su capacidad para hacer frente a las posibles dificultades que acompañan el desarrollo del sector petrolero y gasífero.

No se escatimarán esfuerzos para asegurarse que Guyana ponga en marcha un sistema de gestión y de reducción del riesgo de desastres, para estar prevenido en caso de derrame o para responder de forma efectiva si hay un accidente de ese tipo, apuntó.

“Esas son las dificultades y los peligros para los que tenemos que estar preparados”, subrayó Trotman, en una consulta nacional sobre un borrador de Plan Nacional de Contingencia ante un Derrame Petrolero, en la Comisión de Defensa Civil.
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“Hay que tomárselo en serio y si bien los estándares de la industria son muy elevados, tenemos un riesgo. Reconocemos que hay un riesgo”, confesó.

“Pero el gobierno se esfuerza para prepararse para ese riesgo. Esperamos que en 24 meses, cuando comience la producción en el primer trimestre de 2020, cumplamos no solo con los estándares mínimos, sino que los superemos y nos atrevamos a decirnos a nosotros mismos, y en particular al mundo, que estamos listos para cualquier imprevisto”, añadió.

Mientras, Tyrone Hall, doctorando de la Universidad de York, urge a la sociedad civil de Guyana, en especial a las organizaciones ambientalistas, a evaluar los esfuerzos ejemplares que realiza Belice.

Este país centroamericano saltó a la primera plana por una rara noticia ambiental de importancia global.

Su porción de la Barrera de Arrecifes de Coral Mesoamericana, la más larga del mundo y el valor marino más icónico de la región, se retiró de la categoría de los Sitios Patrimonio Mundial en peligro después de casi una década (de mediados de 2009 a junio de 2018), según el Centro de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

La decisión se tomó después de que Belice abandonó los planes que tenía de ampliar con rapidez su naciente industria petrolera.

“Podemos sacar lecciones de la experiencia de Belice que elevó la vara y con audacia reimaginó respuestas ambientales en el marco de una reorientación petroeconómica”, indicó Hall.

“En otras palabras, si bien es poco probable que la exploración petrolera se frene en Guyana, la comunidad ambiental y la sociedad civil en general no deben convertirse vasallos, beneficiarios de ayuda”, apuntó.

“Deben elevarse las expectativas, y también desafiar, contextualizar y trascender las convenciones economistas singulares que se sacan de lugares distantes”, añadió Hall.

Hasta ahora, ExxonMobil realizó ocho hallazgos en aguas territoriales de Guyana.

El inicio de la producción se prevé para el primer trimestre de 2020 con unos 120.000 barriles al día, que deberá aumentar a 220.000 barriles al día para 2022.

“Lo que los ingresos del petróleo nos permitirán es completar los sueños del pueblo guyanés y asegurar que la calidad de vida de los ciudadanos mejore de forma drástica en pocos años”, aseguró Trotman.

Traducción: Verónica Firme

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