Las guardianas de la caatinga brasileña

Con el proyecto, las mujeres comprendieron cómo sus prácticas pueden contribuir a disminuir el impacto en la deforestación de la caatinga. Crédito: Emanuella Castro
Con el proyecto, las mujeres comprendieron cómo sus prácticas pueden contribuir a disminuir el impacto en la deforestación de la caatinga. Crédito: Emanuella Castro

La caatinga (bosque blanco) es un bioma exclusivo de Brasil que ocupa aproximadamente 10 por ciento de su territorio, en el noreste del país. Esta región enfrenta serios desafíos como la pobreza y la desertificación.

Fue ante este escenario que la Casa de la Mujer del Nordeste (CMN) decidió convocar a grupos de mujeres a sumar esfuerzos por la preservación de la biodiversidad, considerando que la región cuenta con varias especies vegetales en peligro de extinción, como la aroeira, el manndacaru y la baraúna.

Entre 2014 y 2016, han logrado rescatar y plantar poco más de 49.000 mudas de plantas nativas.

Las protagonistas de esta hazaña son mujeres agricultoras que viven en el territorio del municipio de Pajeú, quienes además de intervenir en la recuperación de áreas degradadas, fueron formadas en educación ambiental y prácticas agroecológicas desde una perspectiva feminista.

El conocimiento popular y el intercambio de saberes entre agricultoras, una práctica que la asesoría técnica de la CMN ha adoptado junto a las mujeres, ayudó a manifestar los desafíos que enfrentan todos los días en la convivencia con el semiárido.

Entre los temas discutidos por las mujeres, están la producción agroecológica, el manejo del suelo y plantío de mudas, así como la soberanía y seguridad alimentaria, el feminismo, los derechos de las mujeres y la eliminación de la violencia de género.

Durante los talleres temáticos, las mujeres tuvieron la oportunidad de discutir sobre su lugar en el mundo, sus derechos y su autonomía.

En algunas comunidades, fue la primera vez que las mujeres conversaron sobre violencia contra la mujer, división sexual del trabajo doméstico y de sus necesidades como mujeres.

En los talleres prácticos sobre el plantío de mudas nativas y de convivencia con el semiárido, las mujeres aprendieron técnicas de recuperación del suelo y del uso del agua.

De manera que estas mujeres no solo se convirtieron en guardianas de la caatinga, sino también en agentes de cambio para sus comunidades.

Más oportunidades para ellas, más oportunidades para el campo

Las estrategias de desarrollo rural , como las que han benificiado a estas mujeres de la caatinga brasileña, son herramientas que permiten a los países de América Latina y el Caribe hacer del campo un referente de progreso económico, un baluarte de riqueza cultural y un reservorio de alimentos para toda la población.

La Casa de la Mujer del Nordeste es una organización no gubernamental con más de 36 años de trabajo por el empoderamiento de las mujeres. Su misión es fortalecer la autonomía económica y política de las mujeres, afirmando la agroecología basada en el feminismo y la igualdad racial. Crédito: Emanuella Castro
La Casa de la Mujer del Nordeste es una organización no gubernamental con más de 36 años de trabajo por el empoderamiento de las mujeres. Su misión es fortalecer la autonomía económica y política de las mujeres, afirmando la agroecología basada en el feminismo y la igualdad racial. Crédito: Emanuella Castro

Por eso, el desarrollo rural, entendido como la concreción de un entorno que permite el ejercicio pleno derechos económicos, ambientales y sociales, encuentra un gran obstáculo ante la falta de autonomía de las mujeres rurales.

Es sabido que en el medio rural aún persisten desigualdades de género en el acceso a la tierra, los bienes de producción, la asistencia técnica y los recursos naturales.

Y a estas limitaciones se agrega la exclusión que viven las mujeres en el mercado laboral, así como la poca valoración de su trabajo productivo y de sus contribuciones en la conformación y reproducción del tejido social.

Así como las mujeres ven fuertemente amenazada su autonomía económica, también sufren desigualdades y amenazas para su autonomía física y política, siendo más víctimas de violencia y también teniendo menos oportunidades de ejercer liderazgos y participar en la vida pública de sus comunidades.

Menos oportunidades para las mujeres son menos oportunidades para el campo: Si las políticas estatales orientadas al desarrollo rural no revierten las desigualdades de género, entonces están agudizando la exclusión de las mujeres. Y el desarrollo no es desarrollo.

Por esta razón, las políticas de desarrollo rural tienen un rol clave en la deconstrucción de los estereotipos de género que obstaculizan el pleno ejercicio de derechos de las mujeres rurales.

Los países de América Latina y el Caribe tienen la oportunidad de promover acciones que apunten al mismo tiempo al crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental y la equidad de género.

El hilo conductor es necesariamente el empoderamiento de las mujeres, porque solamente así podrán ejercer toda su autonomía económica, física y política.

Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, en el marco de la campaña regional #MujeresRurales, mujeres con derechos. IPS lo distribuye por un acuerdo especial de difusión con esta oficina regional de la FAO.

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