Australia lidera industria sostenible de perlas naturales

Terry Hunter es un guía turístico de una granja de perlas de la bahía de Cygnet. Al ser una forma extractiva y extensiva de cultivo, la acuicultura de ostras perleras es una de las industrias más sostenibles y respetuosas del ambiente. Crédito: Neena Bhandari/IPS.
Terry Hunter es un guía turístico de una granja de perlas de la bahía de Cygnet. Al ser una forma extractiva y extensiva de cultivo, la acuicultura de ostras perleras es una de las industrias más sostenibles y respetuosas del ambiente. Crédito: Neena Bhandari/IPS.

En la costa noroccidental de Kimberley, en Australia, donde el desierto se junta con las aguas color zafiro del océano Índico, está el hábitat de la gigante Pinctada maxima u ostra perla, que produce las finas y codiciadas perlas del Mar del Sur.

Australia es el único país que usa reservas de ostras silvestres. Y para garantizar la sostenibilidad, la industria funciona según un sistema de cuotas regulado por el gobierno, que fija un máximo de ostras silvestres que se pueden pescar por año en la playa Eighty Mile, al sur de Broome, en Australia del Oeste.

Esa reserva constituye la última industria de perlas con fines comerciales de ostras del Mar del Sur silvestres del mundo.

Hay unas 15 licencias otorgadas para trabajar con ostras de perlas, pero la mayoría pertenecen a subsidiarias de Paspaley. “Nuestra cuota de perlas silvestres es recogida a mano por nuestros buzos”, explicó el director ejecutivo del Grupo Paspaley, Peter Bracher, en diálogo con IPS.

Es una forma sostenible que no daña el fondo del mar ni produce capturas accesorias, que terminan desperdiciándose. En los otros hábitats de la Pinctada maxima, que abarca la mayor parte de los océanos Índico y Pacífico, la sobrepesca agotó las poblaciones de ostras.

En los últimos años, el número permitido fue de entre 600.000 y 700.000 ostras perla. En 2016, se pescaron 612.510 y el número total que se podían cultivar fueron 907.670, según el informe sobre el Estatus de la Pesca y Recursos Acuáticos 2016-2017, del Departamento de Desarrollo Regional y de Industrias Primarias de Australia del Oeste.

Las compañías de perlas australianas son conscientes de la necesidad de proteger el hábitat de las ostras, ya que hay una estrecha relación entre el prístino ambiente de Kimberley y la producción de perlas de alta calidad.

“Las aguas de Kimberley ricas en nutrientes, en las que se cultivan las perlas, son nuestro más preciado valor y monitorear su condición forma parte integral de nuestras operaciones y gestión”, explicó James Brown, dueño por tercera generación y gerente de Cygnet Bay Pearls, la primera compañía totalmente australiana del sector.

“Abrimos nuestra infraestructura y experiencia al mundo académico y creamos la Estación de Investigación Marina de Kimberley para incentivar las investigaciones independientes y ayudar a acortar la brecha entre el conocimiento indígena y el científico, lo que creemos que ayudará a asegurar que nuestras prácticas de producción sean sostenibles”, añadió.

El cultivo de perlas representa una de las industrias más sostenibles, a pesar de ser extractiva y extensiva.

Las ostras son como filtros voraces, que se alimentan de microorganismos, como algas, gracias a lo cual limpian el agua.

“Las granjas de perlas también actúan como dispositivos para atraer peces”, explicó el profesor Dean Jerry, subdirector del Centro para la Acuicultura y la Pesquería Tropical Sostenible de la Universidad James Cook.

“Las filas de ostras, boyas y paneles de malla en el océano ofrecen un hábitat y una estructura para grandes y pequeños peces. A menudo esa es la única estructura en el océano, donde las granjas ofician de hábitats para los seres vivos marinos”, añadió Jerry.

La Pinctada maxima es muy sensible a la contaminación y los cambio ambientales.

Madreperlas en la bahía de Cygnet. Australia es el único país del mundo que usa reservas de ostras silvestres para garantizar la sostenibilidad de la industria perlera, mediante un sistema de cuotas. Crédito: Neena Bhandari/IPS.
Madreperlas en la bahía de Cygnet. Australia es el único país del mundo que usa reservas de ostras silvestres para garantizar la sostenibilidad de la industria perlera, mediante un sistema de cuotas. Crédito: Neena Bhandari/IPS.

“El recalentamiento global y las mayores concentraciones de dióxido de carbono en los océanos dificultarán la capacidad de las otras perla de producir, de forma rápida y eficiente, el carbonato de calcio para hacer el nácar”, explicó Jerry.

“Eso implica que las ostras tendrán que gastar más energía para crecer, lo que dejará menos para el funcionamiento del sistema inmunológico y aumentará el riesgo de exposición a enfermedades, pues el aumento de temperatura acelera el ciclo de vida de microbios y parásitos”, precisó.

Desde 2006, las compañías australianas deben de hacer frente a enfermedades que afectan a las ostras y que pueden resultar en 90 a 95 por ciento de muertes. Los científicos no encuentran la causa de ese mal que ya redujo a la mitad la población de ostras.

Para que la industria sea más sostenible, “debemos adoptar tecnología para programas de cría de ostras más productivos y tolerantes a enfermedades”, opinó.

“Las ostras de perlas se beneficiarán de una cría selectiva, que les ayudará a crecer más rápido y, por lo tanto, se las puede sembrar más jóvenes y así producir perlas más rápido”, añadió Jerry.[related_articles]

La ostra demora dos años en crecer hasta que se la puede sembrar, y otros dos para cosechar la perla. En ese plazo, es necesario limpiarlas de forma regular.

“Puede costar hasta (unos 72 centavos de dólar) una ostra cada vez, lo que tiene un enorme costo para la empresa. Si podemos llegar a cosechar la perla de ostras más jóvenes, digamos en tres años, no solo aumentaría la sostenibilidad económica, sino también ambiental”, añadió Jerry.

Las ostras cultivadas son una gran parte de la producción de perlas. Se necesitan tres moluscos para crear una perla. Se inserta un núcleo de una ostra a otra sana con un pequeño trozo de manto, elegida de una ostra donante.

Con el tiempo, el manto que produce el nácar envuelve el núcleo, creando un saco de perla, que secretará capas de nácar para formar producto final.

Una ostra se puede reinseminar hasta tres veces, y cuando llega al final de su vida reproductiva, se cosecha para obtener la madreperla utilizada en joyería e incrustación para muebles, por ejemplo.

Australia es la primera industria perlera en haber recibido, en 2017, una certificación según el estándar de pesca sostenible del Consejo de Protección Marina (MSC, en inglés).

“Se trata de un acontecimiento interesante y abre la puerta a introducir a todo un mundo de consumidores a la importancia de la sostenibilidad de la pesquería”, destacó la directora de programa en Oceanía del MSC, Anne Gabriel.

Paspaley es la principal compañía perlera de Australia, y exporta más de 95 por ciento de su producción a comercios y joyerías de todo el mundo.

“Vendemos muchas de las principales marcas para las cuales la cadena de suministro ética es una gran prioridad. No podemos comunicarnos con los compradores finales, pero nuestras credenciales ambientales nos diferencian como proveedor”, explicó Bracher, su director ejecutivo.

Por su parte, Brown, de Cygnet Bay Pearls, indicó: “Nuestro nuevo modelo de negocio abre las puertas de la granja al público general”, como estrategia para concienciar a los consumidores.

La industria de perlas emplea a unas 800 personas. El valor de la acuicultura de perlas ascendió a 56,7 millones de dólares en el año fiscal de 2015 a 2016, según el informe estadístico de la Industria Pesquera y Acuicultura, elaborado por la Oficina Australiana de Agricultura y Recursos Económicos y Científicos.

La primera Conferencia sobre Economía Azul Sostenible comienza este lunes 26 de noviembre en Nairobi y se extenderá hasta el 28, organizada por Canadá y Japón y en la que participarán más de 13.000 participantes para discutir cómo construir una economía azul.

Traducción: Verónica Firme

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