Guyana busca fondos ambientales para cuidar sus manglares

Vista aérea del bosque de manglares a lo largo de la costa de manglares. Alrededor de 90 por ciento de la población de Guyana viven en una estrecha franja costera que está entre medio metro y un metro por debajo del nivel del mar. Crédito: Cortesía del ministerio de Presidencia/OCC/Kojo McPherson
Vista aérea del bosque de manglares a lo largo de la costa de manglares. Alrededor de 90 por ciento de la población de Guyana viven en una estrecha franja costera que está entre medio metro y un metro por debajo del nivel del mar. Crédito: Cortesía del ministerio de Presidencia/OCC/Kojo McPherson

Desde hace varias décadas, Guyana usa los manglares para proteger sus costas contra las agresiones de la naturaleza, y considera que deben formar parte de programas como la Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques (REDD+), de las Naciones Unidas, para poder acceder a recursos económicos.

Guyana necesita los fondos para continuar con la recuperación y el mantenimiento de sus bosques de manglares, además de proseguir con la expansión de los rompeolas, que ayudan a evitar las inundaciones.

En los últimos años, los muros de contención, que existen desde la ocupación holandesa, se agrietaron debido a la severidad de las tormentas, lo que genera grandes inundaciones, las que, según los científicos, serán más frecuentes debido al cambio climático.

Los rompeolas también deben mantenerse, y eso tiene un costo muy elevado para este país, que gasta unos 14 millones de dólares al año para mantener y reforzar sus defensas.

El ministro de Estado Joseph Harmon opinó que dada la importancia de los manglares, deberían pesar más en los debates sobre fondos para ayudar a los países a construir resiliencia frente a riesgos naturales vinculados al clima.

“Frente al cambio climático y la búsqueda de formas de generar ingresos sostenibles, tenemos un bosque que es inaccesible, pero las áreas que son accesibles también están en riesgo”, dijo Harmon a IPS.

“El hecho de que estemos en una llanura costera de baja altitud, todas las cuestiones ambientales y los fondos ambientales deben contemplar también a los manglares”, explicó.

Alrededor de 90 por ciento de la población de Guyana vive en una estrecha franja costera de entre medio metro y un metro por debajo del nivel del mar, y Harmon precisó que casi 80 por ciento de los medios productivos también están en esa misma zona vulnerable.

“De hecho, comenzamos hace varios años con la creación de manglares como forma de defendernos del aumento del nivel del mar”, apuntó.

“En la forma en que se realizan los cálculos de la cobertura forestal, los manglares, que protegen a las personas y la costa, deben contar como cobertura forestal porque hacen lo mismo que en los bosques en tierra”, explicó Harmon.

Según las organizaciones Nature Conservancy y Wetlands International, los manglares no siempre ofrecen una solución única, y pueden llegar a necesitar combinarse con otras medidas de reducción del riesgo a fin de lograr un elevado nivel de protección.

Como sucede en Guyana, los manglares integrados de forma adecuada pueden contribuir a reducir el riesgo en casi todos los ambientes costeros, desde ambientes rurales a urbanos y de paisajes naturales a entornos muy degradados.

Los beneficios de los manglares incluyen el suministro de madera y la producción de combustible, la pesca productiva, el almacenamiento de carbono, la mejora el turismo y la recreación, además de permitir la purificación de agua.

Janelle Christian, directora de la Oficina de Cambio Climático de Guyana, dijo que los bosques de manglares ofrecen oportunidades para generar ingresos a la población de las comunidades costeras.

“Hay muchas organizaciones de mujeres de comunidades costeras dedicadas a la apicultura y la producción de miel”, observó Christian, como ejemplo.

“Cerca de los bosques de manglares hay comunidades costeras. Entonces, para nosotros, estos son importantes tanto como forma de protección natural como alternativa para generar ingresos para la población local”, explicó.

Mangles crecen a los márgenes del río Demerara, que nace en la selva central y recorre 346 kilómetros hacia el norte hasta llegar al océano Atlántico. Crédito: Desmond Brown/IPS
Mangles crecen a los márgenes del río Demerara, que nace en la selva central y recorre 346 kilómetros hacia el norte hasta llegar al océano Atlántico. Crédito: Desmond Brown/IPS

En 1990, se estimaba que los manglares de Guyana ocupaban 91.000 hectáreas, según un informe del Convenio sobre la Diversidad Biológica, y en 2009, llegó a 22.632 hectáreas.

Este país lleva adelante una fuerte campaña para proteger y recuperar sus manglares costeros. Christian dijo que en 2010, Guyana comenzó un proyecto para su recuperación, con fondos procedentes del gobierno nacional y de la Unión Europea (UE).

El objetivo general del proyecto fue dar respuesta al cambio climático y mitigar sus efectos a través de la protección, la recuperación y el uso inteligente de los ecosistemas de manglares a través de procesos de mantenimiento de sus funciones, valor y biodiversidad, a la vez que cubrir las necesidades de desarrollo socioeconómico y ambientales en áreas costeras.

Más de 141 hectáreas de bosques de manglares se recuperaron a lo largo de la costa de Guyana desde el inicio de los esfuerzos de recuperación. Este país tiene unas 80.000 hectáreas y sigue acelerando el crecimiento de manglares, muchos de los cuales se perdieron hace 30 años.

“A lo largo de la costa, se ve que los manglares vuelven a crecer en varias áreas donde habían disminuido”, indicó Christian, al señalar el éxito del proyecto.

“Es un mecanismo natural importante contra las inundaciones. También ayuda en términos de recuperación de tierras porque con el tiempo, las raíces de los manglares permiten la sedimentación, por lo tanto, se crea tierra”, explicó.

El proyecto de recuperación también logró ofrecer empleo a la población local.

En varios de los sitios de recuperación, las mujeres, muchas de ellas madres solteras, reciben 50 centavos de dólar por cada plántula de manglar de 35 centímetros. Además, ofrece oportunidades de empleo temporal para los cultivadores y monitores de sitios.

“Es decir que se generan oportunidades para generar ingresos asociadas a los bosques de manglares”, resumió Christian.

Otras aplicaciones tradicionales incluyen la utilización de la corteza de árboles de manglar rojo para el teñido de cuero, que se vende a unos 100 dólares por libra (unos 450 gramos). Además, la población local usa las hojas de mangle negro para cocinar.

Traducción: Verónica Firme

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