Sudafricanos encomiendan a Ramaphosa recuperar economía y democracia

Miembros del Consejo Nacional Africano, el partido que gobierna Sudáfrica desde hace medio siglo festejan el triunfo de su líder, Cyril Ramaphosa, en las elecciones generales del 8 de mayo, aunque haya sido con la peor votación de su historia. Crédito: CNA
Miembros del Consejo Nacional Africano, el partido que gobierna Sudáfrica desde hace medio siglo festejan el triunfo de su líder, Cyril Ramaphosa, en las elecciones generales del 8 de mayo, aunque haya sido con la peor votación de su historia. Crédito: CNA

Los sudafricanos ansían que el gobierno que emergió de las elecciones del 8 de mayo genere empleos, recupere la estancada economía, ponga fin a la rampante corrupción y regenere la democracia y para ello ratificaron en las urnas a Cyril Ramaphosa, el presidente interino, aunque con una confianza en claro declive.

En las sextas elecciones democráticas, el Congreso Nacional Africano (CNA) volvió a obtener la máxima votación entre los nada menos que 28 partidos en liza, como se repite desde el fin del apartheid o segregación racial, en 1994. Pero lo hizo con el peor porcentaje de votos desde entonces: algo menos de 58 por ciento.

El economista Dawie Roodt dijo a IPS que lo urgente ahora es saber los planes de Ramaphosa, de 66 años, actual líder de CNA y quien como vicepresidente asumió la jefatura interina del gobierno y el Estado, ante la renuncia a que se vio forzado Jacob Zuma (2009-febrero de 2018) por los escándalos de corrupción.

Justamente, afrontar los altos niveles de corrupción y reconstruir la economía son las dos grandes promesas que deberá cumplir, planteó ea especialista, para quien lo primero será saber el gabinete que lo acompañará, en especial en las carteras de finanzas, cuando la Asamblea Nacional legislativa lo invista en junio para un mandato de cinco años.

“Los desafíos son desalentadores y hay que lidiar con algunas prioridades clave, como  la crisis de (la compañía estatal eléctrica) Eskom y otras en el ámbito económico, en especial el muy elevado desempleo y los niveles de deuda del Estado”, afirmó en una entrevista desde Pretoria el economista jefe de Efficient Group

Un mandato para el cambio

La votación para el CNA representa una importante caída respecto a 2014, cuando el partido obtuvo 62,5 por ciento de los sufragios.

También se redujo la participación, con 65 por ciento del padrón electoral frente a 73,5 por ciento de hace cinco años, un dato sorpresivo y que para los analistas se explica por el desencanto de la población, en este país de 54 millones de personas.

Esa desilusión del electorado en la política y en sus líderes presiona a Ramaphosa para lograr cambios económicos en un plazo no mayor de dos años, coinciden los politólogos y los economistas sobre lo que evidencian los resultados electorales.

Para ello, aducen, cuenta con su historial. Economista y militante desde el comienzo de la lucha contra el apartheid, “hijo predilecto” del líder histórico Nelson Mandela, primero sindicalista y luego empresario exitoso, sus dotes negociadoras se confirmaron como coordinador de la redacción de la actual Constitución.

«Tiene un margen de 12-24 meses para cumplir las promesas de trabajo y la gente lo cuestionará si va a hacer lo correcto o no», subrayó el economista Khaya Sithole a emisoras locales.

Roodt considera que los sudafricanos dieron un voto condicionado a CNA y a Ramaphosa, en esta república de sistema parlamentario y 54 millones de habitantes, que se considera la potencia emergente de África.

Se le eligió, planteó, para que haga los cambios que urgen y cumpla con sus promesas, entre ellas un gabinete más pequeño y centrado en avanzar en la transformación económica y la regeneración democrática.

Cyril Ramaphosa, presidente interino de Sudáfrica desde febrero de 2018, vota en los comicios del 8 de mayo, en que este economista, político, rico empresario y activista sindical de 66 años y quien coordinó la redacción de la actual Constitución del país, fue ratificado para dirigir el país los próximos cinco años. Crédito: Cyril Ramaphosa.
Cyril Ramaphosa, presidente interino de Sudáfrica desde febrero de 2018, vota en los comicios del 8 de mayo, en que este economista, político, rico empresario y activista sindical de 66 años y quien coordinó la redacción de la actual Constitución del país, fue ratificado para dirigir el país los próximos cinco años. Crédito: Cyril Ramaphosa.

Pero más allá de una reducción de los ministerios, para Roodt lo fundamental en que al frente de ellos se coloque “a  personas eficientes para cada cargo, porque a menudo los ministros son designados por sus lealtades y no por su desempeño”.

Todas las miradas sobre Ramaphosa

Ramaphosa aseguró durante la jornada electoral que estos comicios tenían ecos de las históricas elecciones de 1994. Lo hizo en la localidad de la que es originario, Sowetto, el gran asentamiento de población negra a las afueras de Johannesburgo, que fue emblemático en la lucha contra el apartheid desde los años 70 y hasta lograr su derrumbe.

«En 1994 nuestra gente estaba tan emocionada como esta que vota aquí ahora, porque estaban anunciando una nueva era, un nuevo futuro para nuestro país y hoy esto es lo que estoy recogiendo», afirmó.

Ramaphosa hizo una especie de crítica al afirmar que “durante los últimos 25 años, hemos logrado mucho, pero aún no hemos llenado el vaso. El vaso está medio lleno», antes de reafirmar que “no tendré tolerancia con la corrupción».

Los sudafricanos están desesperados por un cambio. En muchos de ellos creció el enojo y la desilusión a medida que se revelaban los niveles de corrupción de Zuma, que contrastaban con la situación de la mayoría de la población.

En los últimos años, los sudafricanos se han vuelto más pobres, luchando por mantener a sus familias con una economía estancada. Con una de cada tres personas sin empleo, hay una creciente desesperación porque el cambio llegue.

Y todos los ojos están puestos en el presidente de CNA desde 2017, cuya presión para que ponga a flote el barco cuanto antes aumenta, ahora que ha recibido un voto de confianza de las urnas, que aunque desgastado aún le asegura una mayoría absoluta en el parlamento.

Economía enferma

Si bien lo más urgente para los sudafricanos es que Ramaphosa cree puestos de trabajo, este es solo parte del paquete de problemas económicos que deberá afrontar el gobernante desde junio.

Entre esos problemas destacan un endeudamiento que alcanzará más de 60 por ciento del producto interno bruto (PIB) para el bienio 2023-2024. El PIB sudafricano se situó al finalizar 2018 en 790.934 millones de dólares.

Eso pesa como una losa en el crecimiento del PIB, que en 2019 ya ha debido revisarse a la baja en dos décimas, para situarlo en un pobre 1,5 por ciento.

Para dar la vuelta a la situación, Ramaphosa se ha propuesto la ambiciosa tarea de atraer 100.000 millones de dólares en inversiones.

Eskom, una soga alrededor del cuello

Pero también tendrá que afrontar el colapso de entidades estatales, en especial la compañía de electricidad Eskom, que simboliza los 25 años de gestión de CNA: tras lograr llevar el suministro a más de 85 por ciento de la población, ahora la castiga con cada vez más frecuentes apagones y el déficit eléctrico bloquea el tan necesario crecimiento económico.

Detrás hay una historia de mala gestión y gran corrupción en la que ha sido la empresa con mayor utilidad en África y ahora es una soga alrededor del cuello del gobierno de Ramaphosa.

El gobierno ha tenido que asistirla ya con cientos de millones de dólares de los contribuyentes y sanearla va a requerir miles más. La empresa carga con una deuda de más de 28.000 millones de dólares y las agencias de calificación de riesgo la colocan en el más alto de la economía más industrializada de África.

Cuando CNA comenzó a gobernar este país bajo la presidencia de Mandela, en 1994, y se pusieron fin a cinco décadas de apartheid, la electricidad solo llegaba a la mitad de la población, la gran mayoría blanca, y al comenzar 2018 el suministro alcanzaba a más de 85 por ciento, pero en medio Eskom había colapsado.

Roodt considera que las energías de Eskom ahora se concentran «simplemente sobrevivir», para lo que necesitan miles de millones, lo que será una “amenaza” para los esfuerzos de reanimación económica.

El saneamiento de Eskom pasa también por otro problema que tiene todo el aparato público: un nivel desbordado de personal.

«Hay un exceso de personal salarios desmesurados y una plantilla de entre 20.000 y 30.000 personas que trabajan allí, hay que reducir a Eskom», planteó.

Pero recortar la plantilla de Eskom y en general del sector estatal, con las altas cotas de desempleo actuales, se traduciría en tensiones sociales y crisis con los sindicatos que han sido soporte tradicional del CNA.

Como Ramaphosa jugará las marcadas cartas con las que contará cuando el parlamento le entregue el mandato en junio es algo que se desconoce, aunque sus votantes confían en su gran experiencia negociadora.

T:MF

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe