Diagnóstico precoz es la solución para el mal de Hansen

Faustino Pinto, coordinador nacional del Movimiento de Reintegración de las Personas Afectadas por Hanseníasis (Morhan)
Faustino Pinto, coordinador nacional del Movimiento de Reintegración de las Personas Afectadas por Hanseníasis (Morhan)

El 27 de junio Faustino Pinto estaba en Ginebra, en Suiza, y habló a gente de Naciones Unidas sobre la lucha contra el mal de Hansen y su estigma, en un encuentro enmarcado en la 41 sesión del Consejo de Derechos Humanos.

Once días después, en Brasilia, trató el mismo tema con el presidente Jair Bolsonaro, cuando acompañó el encuentro con el mandatario de Yohei Sasakawa,  presidente de la Fundación Nipona (Nippon Foundation) y embajador de buena voluntad de la Organización Mundial de la Salud para eliminación de la lepra, quien visitó Brasil entre el 1 y el 10 de julio.

Pinto pudo exponer su opinión, como coordinador nacional del Movimiento de Reintegración de las Personas Afectadas por Hanseníasis (Morhan), en todos los encuentros que sostuvo Sasakawa, con ministros, legisladores y otros funcionarios del área de salud y derechos humanos en la capital brasileña.

 

 

El objetivo fue intensificar las acciones nacionales para eliminar la enfermedad infecciosa y la discriminación que sufren los enfermos y los ya curados del mal.

Abolir el término de lepra para designar la enfermedad provocada por el bacilo Mycobacterium leprae es una bandera permanente de Pinto, que lo considera una necesidad ante la carga de prejuicios que acumuló esa palabra a lo largo de siglos, consolidados incluso en tramos de la Biblia.

Otra gran dificultad, según él, es el desconocimiento de la enfermedad por parte de la población que impide el diagnóstico temprano y en consecuencia que se eviten secuelas en los enfermos, como daños en el sistema nervioso periférico que puede provocar hasta discapacidades.

Pinto sintió los primeros síntomas de su contagio a los nueve años y sufrió otros nueve años hasta el diagnóstico de hanseníasis. Por ello, los cinco años de tratamiento no pudieron evitar algunas secuelas, que se notan especialmente en los dedos sin flexibilidad en las manos.

Por ello realza la necesidad del diagnóstico precoz para una verdadera cura y la eliminación de esa enfermedad. A los 48 años se convirtió un activista oído en todas partes, incluso internacionalmente, en la lucha contra esa llaga que sigue afectando principalmente los pobres.

En Brasil surgen casi 30.000 nuevos casos por año, una cifra solo superada por India.

Edición: Estrella Gutiérrez

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