Semana de cumbres de ONU puede resucitar multilateralismo o escribir su obituario

La sede en Nueva York de las Naciones Unidas, que vivirá una semana decisiva de cumbres y diálogos de alto nivel a partir del 23 de septiembre. Crédito: ONU
La sede en Nueva York de las Naciones Unidas, que vivirá una semana decisiva de cumbres y diálogos de alto nivel a partir del 23 de septiembre. Crédito: ONU

Las Naciones Unidas organizarán seis reuniones  de alto nivel, sin precedentes incluso para sus estándares, durante el comienzo de la 74 sesión de la Asamblea General, en una semana vertiginosa que comenzará el 23 de septiembre.

Esas reuniones son vistas como un intento de revivir la diplomacia multilateral en un momento en que una ola de líderes populistas de extrema derecha, incluidos los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, de Brasil, Jair Bolsonaro, de Filipinas, Rodrigo Duterte, y el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, apoyan el autoritarismo, abandonando los tratados internacionales o socavando el multilateralismo, no necesariamente en ese orden.

Lamentablemente, se les unen un puñado de otros líderes demagógicos del Norte industrial y del Sur en desarrollo, incluidos los de Rusia, Myanmar, Egipto, Arabia Saudita, Polonia y Turquía, entre otros, en una lista de la que acaba de apear Italia, aparentemente.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) espera que más de 180 líderes mundiales, incluidos jefes de Estado y de gobierno y ministros de Asuntos Exteriores y funcionarios gubernamentales de alto rango, participen en la cadena de cumbres durante seis días, en lo que sus funcionarios presentan como “la semana de alto nivel de las Naciones Unidas”.

Los organismos multilaterales, y los tratados internacionales, que han recibido una paliza incluyen la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el Consejo de Derechos Humanos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Acuerdo de Asociación TransPacífico de Cooperación Económica, el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio y el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.

Como sintetizó el delegado de un país ante la ONU, que pidió no dar su nombre: «Es una resurrección del multilateralismo o un preludio de un obituario para el orden internacional».

Las reuniones de alto nivel, programadas entre el 23 y 27 de septiembre, cubrirán una amplia gama de temas políticos, sociales y económicos en la agenda de la ONU, además de la propia Asamblea General.

Las reuniones especiales abordarán la acción climática, atención médica universal, objetivos de desarrollo sostenible (ODS), financiación para el desarrollo (FpD), La eliminación de las armas nucleares y la supervivencia de los pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID) que se enfrentan a la extinción por el aumento del nivel del mar debido al calentamiento planetario.

En declaraciones a los periodistas en agosto, el secretario general de la ONU, António Guterres, reiteró una advertencia que ya planteó en la anterior sesión de la Asamblea General, hace un año, que el multilateralismo está siendo atacado desde muchas puntos diferentes, precisamente «cuando más lo necesitamos».

«En diferentes áreas y por diferentes razones, la confianza de las personas en sus instituciones políticas, la confianza de los Estados entre sí, la confianza de muchas personas en las organizaciones internacionales se ha erosionado y… el multilateralismo ha estado bajo ese fuego», se quejó.

En las próximas seis cumbres, Guterres advirtió que «la gente de todo el mundo no quiere medias tintas o promesas vacías. Exigen un cambio transformador que sea justo y sostenible».

El secretario general abogó otra vez por un multilateralismo inclusivo. “Debemos probar que el multilateralismo puede responder a las ansiedades globales y dar lugar a una globalización justa que nos beneficie a todos”, insistió, en vísperas de la semana de reuniones que serán una  prueba sobre si hay posibilidad de avanzar en ese sentido, o lo contrario.

En resumen, ¿del gran festival de diálogos saldrán resultados concretos o terminará siendo otro ejercicio político inútil?

En entrevista con IPS, Jayantha Dhanapala, exembajadora de Sri Lanka y ex subsecretaria general de la ONU para Asuntos de Desarme, consideró que “hay que examinar el cementerio de los acuerdos multilaterales de seguridad, ambiente y economía que sustentan el orden liberal mutuamente beneficioso”.

Mientras eso sucede, recordó, se producen los incendios en la Amazonia, un gran regulador del clima mundial, o incluso en la región del Ártico, con parte de su tundra ardiendo.

Al mismo tiempo, añadió, «el número de refugiados que huyen de la violencia y la persecución son los más altos en la historia registrada».

Mientras las crisis se incrementan en número e intensidad, la superpotencia estadounidense, bajo el mandato “quijotesco” de Trump, y la de países en desarrollo como Filipinas, Brasil y otros, abandonan las normas mundiales que pudieran aliviarlas, dijo Dhanapala.

«Un orden internacional basado en normas comunes se derrumba ante nuestros ojos y Gran Bretaña está al borde de un Brexit desordenado mientras las guerras comerciales arruinan el comercio chino-estadounidense y conducen al mundo hacia una ruinosa recesión y el fin del desarrollo sostenible», añadió.

Para Martin S. Edwards, profesor y presidente de la Facultad de Diplomacia y Relaciones Internacionales de la Universidad de Seton Hall, “la profundidad y amplitud del trabajo que está lanzando la ONU es más que simbólica».

Cuando Bolsonaro inaugure la Asamblea General, un privilegio tradicional de Brasil, el 24 de septiembre, y poco después lo siga Trump, sus discursos tendrán muchas coincidencias, pero contrarrestarán con las posiciones de la mayoría de los demás participantes, consideró.

Pero lo importante, señaló en diálogo con IPS, es que en esas reuniones se necesita sustancia.

«Estados Unidos bien podría quedarse fuera de la Cumbre de Acción Climática, y eso está bien. El trabajo de la ONU y los países miembros continuará sin é», planteó sobre la cita que el día 23 abrirá la serie de reuniones.

En cuanto a los ODS de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, dijo el académico, esta es una iniciativa emblemática de la ONU que necesita la mayor atención.

«El mundo no está en camino de alcanzar muchos de estos objetivos, y sin un mayor compromiso por parte de los gobiernos miembros, es probable que no se cumplan para 2030. Con Estados Unidos desconectado de muchas de estas discusiones, le corresponde al secretario general volver a comprometerse a los líderes mundiales en esos objetivos «, señaló Edwards.

James Paul, ex director ejecutivo del Foro de Política Global, con sede en Nueva York, dijo a IPS que “este es un momento de gran incertidumbre e inestabilidad internacional. ¿Qué significa esto para la ONU como el foco de un grupo de reuniones de alto perfil? ¿Qué  podemos esperar de estos encuentros? »

Para Paul hay motivos para el optimismo, porque, a su juicio, “el entusiasmo nacionalista  está decayendo a nivel popular y los líderes de esas posturas están bajo una creciente presión, desde las bases, para ofrecer más que retórica”.

“Por lo tanto, la diplomacia multilateral puede encaminarse hacia un renacimiento muy necesario, pasando a primer plano una agenda más fuerte y más igualitaria”, dijo.

Como se vio en la cumbre del Grupo de los Siete (G7) de los países occidentales más poderosos, celebrada en la ciudad francesa de Biarritz entre el 24 y 26 de agosto, “los líderes están cambiando de rumbo y optando por una mayor cooperación, aunque todavía mucho menos de lo que se requiere”, consideró Paul.

“Sobre todo, la crisis ambiental está sirviendo para movilizar la atención pública y jóvenes muy activados están insistiendo en que se escuchen sus voces «, recordó el autor del “De zorros y gallinas: la oligarquía y el poder global en el Consejo de Seguridad de la ONU”, publicado este año.

La adolescente sueca Greta Thunberg, una activista dinámica y motivadora, estará en la cumbre climática de la ONU, recordó, donde con seguridad subrayará dramáticamente la necesidad de una acción común y simbolizará el papel esencial que la ONU puede desempeñar.

¿Actuarán los líderes con la seriedad y determinación que ella les exige? Puede ser, como argumentan activistas climáticos, que se esté ante “nuestra última oportunidad” y que ningún dirigente político será disculpado por la falta de acción ante una circunstancia tan dramática.

La ONU tiene mucho que ofrecer en este momento de la historia, insistió Paul.

Dhanapala, por su parte, advirtió que un futuro sombrío está por venir a menos que un nuevo liderazgo reemplace al actual.

Argumentó que la ONU ha perdido su influencia ética y que ni siquiera la próxima reunión ritualista de jefes de Estado y de gobierno de la Asamblea General puede salvar el poner límites sensibles a las armas nucleares, armas convencionales y una nueva generación de armas letales autónomas o armas robóticas, mientras negocia el fin de guerras regionales

En 2020, recordó, la ONU celebrará su 75 aniversario, lo que abre la oportunidad para revitalizar que este organismo mundial se enfoque en los ideales de su Carta.

«Deben negociarse nuevos y estrictos acuerdos en las reuniones planificadas sin la charada de reorganizar las tumbonas en un Titanic que se hunde. La ONU tiene la capacidad creativa para hacer esto. La pregunta es si sus Estados miembros tienen la voluntad política para hacerlo”, argumentó.

Edwards, por su parte, subrayó que la serie de seis reuniones de alto nivel serán un gran test para el estilo de liderazgo silencioso de Guterres como secretario general.

El político y diplomático portugués ha respondido a la demanda de Trump de reducir al mínimo al multilateralismo y lo ha hecho claramente, pero sin la grandilocuencia y los excesos que son distintivos de a actual administración estadounidense.

Así que lo que suceda este septiembre en la sede de la ONU en Nueva York puede ser un punto de inflexión. El mundo ha demostrado con el tema del clima que puede avanzar sin Estados Unidos. La pregunta es ¿puede suceder lo mismo en otros temas cruciales en el futuro?, dejó como incógnita el académico.

«Me gusta la atención sobre la Financiación para el Desarrollo (FpD), pero esa reunión probablemente no tendrá éxito ya que los países en desarrollo plantean el tema de las promesas incumplidas del G20 (Grupo de los 20 potencias del Norte y de Sur) sobre ayuda exterior, y los países del G20 son demasiado mezquinos para admitirlo», sentenció.

T: MF

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