La vieja desinformación en tiempos de nuevo virus

La cuestión de la desinformación y el daño que causa durante una emergencia de salud como la que se vive actualmente es otro de los aspectos de la crisis que debe abordarse seriamente
Voluntarios de protección civil realizan controles de salud en el aeropuerto de Milán, en el norte de Italia, la zona de la nación europea que se ha convertido en el mayor foco europeo del coronavius. Crédito: Departamento de Protección Civil

Un mes después que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase al coronavirus como una emergencia de salud, la campaña ahora es por contener la desinformación que se propaga a una escala mayor que la enfermedad, la mayoría de las veces por intereses malintencionados.

El jueves 27, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, reiteró que el Covid-19, el nombre oficial del virus, no es todavía una pandemia y demandó precaución en el tratamiento de la enfermedad y de su propagación por todos los continentes, aunque con baja tasa de mortalidad.

«Todavía no estamos en una pandemia, pero existe un claro riesgo allí y la oportunidad para evitarlo se está reduciendo», dijo, y agregó que los gobiernos deben hacer todo lo posible para detener la transmisión y hacerlo ahora.

También expresó su preocupación por los países del Sur en desarrollo que «carecen de la capacidad» para abordar la escala masiva del contagio.

Guterres instó con firmeza a las personas a evitar la estigmatización del nuevo virus y a «tener un enfoque de derechos humanos en la forma de combatir esta enfermedad».

Sin embargo, a medida que los funcionarios de salud de todo el mundo continúan preparándose para afrontar al virus, contra el que no hay un medicamento o vacuna específica todavía, hay otro aspecto de la crisis que debe abordarse: la campaña de desinformación sobre su propagación, sobre todo mediante Internet.

David P. Fidler, miembro principal de seguridad cibernética y salud mundial dentro del grupo de expertos del no gubernamental Consejo de Relaciones Exteriores, con base en Estados Unidos y actuación internacional, detalló el tema de la información errónea y el daño que causa durante una emergencia de salud como esta.

Fidler escribió en 2019 sobre el impacto entonces de la desinformación en torno al brote del ébola que sirve ahora para el Covid-19.

«La desinformación amenaza la salud porque mina la confianza en la ciencia, cuestiona las motivaciones de los profesionales de la salud, politiza las actividades de salud y crea problemas para las respuestas a los desafíos de la enfermedad», dijo.

Continuó explicando que tiene raíces históricas: a menudo, las enfermedades contagiosas están asociadas o vinculadas por error a inmigrantes o a un país extranjero para perpetuar los sentimientos xenófobos.

«Difundir información errónea sobre enfermedades fue una táctica de campañas de desinformación de los gobiernos antes de la era de las redes sociales», aseguró el científico.

Fidler concedió una entrevista exclusiva a IPS para dialogar sobre la desinformación que se expande con más rapidez que el virus sobre el covid-19 y como ella puede exacerbar la crisis sanitaria y social entorno a la enfermedad, que de hecho ha generado hasta ahora menos mortalidad de la que cada año produce la gripe común.

IPS: Por lo general, durante una crisis como esta (o en el pasado con los virus del ébola o el sars) ¿cuál es el principal desafío para contener la desinformación que envuelve a la enfermedad?

DAVID P. FIDLER: En brotes anteriores, dos factores generalmente convergieron para producir problemas a partir de la información y la desinformación: la incertidumbre sobre el brote por parte de los funcionarios de salud nacionales e internacionales que se esfuerzan por abordar la enfermedad, y la falta de confianza en la población en la información proporcionada por fuentes oficiales.

Estos factores aparecieron en brotes de enfermedades antes del advenimiento de las redes sociales, y la escala e intensidad de la información y la información errónea que circulan en las plataformas de las redes sociales exacerba los dos factores mencionados anteriormente.

Además, la facilidad con que se puede difundir y amplificar la información errónea en las redes sociales se ha convertido en otro factor más que los funcionarios de salud pública deben abordar al tratar los brotes. Las redes sociales incluso dificultan la comunicación de información precisa. He visto en Twitter una cacofonía de información inadecuada compartida, que frustra a los especialistas que intentan identificar y compartir la información más reciente e idónea sobre Covid-19.

IPS: ¿Qué impulsa la desinformación en una un escenario de una epidemia como esta?

DF: En el pasado, las personas con agendas políticas explotaban el miedo que crean los brotes graves para producir y difundir información errónea. Tal información errónea en esencia busca convertir el brote en un arma para otros fines políticos. En la era de las redes sociales, esta «armamentización» de los brotes virales con fines políticos se ha industrializado, por falta de un término mejor, por actores estatales y no estatales que explotan el potencial de las redes sociales para difundir la desinformación a gran escala y a gran velocidad. Es algo nunca antes visto, especialmente en el contexto de la salud pública.

IPS: En su opinión, ¿cuál es actualmente el mayor malentendido sobre el coronavirus?

DF: Estamos viendo, creo, una «triple carga» en el espacio de información sobre el Covid-19. Primero, los funcionarios de salud, a nivel nacional e internacional, están luchando por comunicar la información sobre el nuevo virus sobre el que se desconocen muchas cosas.

Sin embargo, a nivel internacional, la OMS ha empeorado el clima de información al elogiar la respuesta de China a pesar de que gran parte de lo que China ha hecho al combatir el brote en su territorio no es consistente con las recomendaciones de la OMS sobre el brote o el énfasis de la OMS en el pasado sobre respuestas a otros brotes, que no restringen innecesariamente el comercio, los viajes y los derechos humanos. Creo que la credibilidad de la OMS ha sufrido un gran golpe.

A nivel nacional, vemos, por ejemplo, el circo actual en el gobierno de Estados Unidos sobre la comunicación a la población estadounidense sobre el brote, e imagino que otros gobiernos nacionales también están luchando para que el «mensaje» sea correcto.

Lo que me sorprende, después de haber estudiado brotes durante casi tres décadas, es que este problema de comunicación continúa desconcertando a los funcionarios de salud nacionales e internacionales casi todas las veces, por lo que aparentemente la llamada «lección aprendida» en realidad no es cierta y nunca se aprende.

En segundo lugar, estamos viendo que el arma de la desinformación con el brote tiene diferentes propósitos políticos. Para mí, este brote es diferente en el sentido de que el armamento se ha conectado con el cambio en la geopolítica, con el surgimiento de China y las preocupaciones sobre el creciente poder e influencia de China que agudizan y amplían las críticas a la respuesta de China al brote. Aquí, a diferencia del ébola en África, tenemos el brote enredado con la creciente crudeza de la política de equilibrio de poder entre Estados Unidos y China.

En tercer lugar, tenemos el efecto de las redes sociales donde los actores estatales y no estatales están difundiendo la información errónea de manera amplia y rápida en un contexto en el que ningún gobierno u organización internacional tiene respuestas políticas efectivas para abordar este problema.

IPS: ¿Cuál es su recomendación a los diferentes sectores implicados para que cumplan su función de controlar que no se propague la desinformación?

DF: Señores formuladores de políticas: las piedras de toque de la comunicación efectiva durante los brotes se han estudiado y publicado con frecuencia (en las crisis). Por lo tanto, siga el manual de instrucciones, incluida la disponibilidad de la información más actualizada con gran frecuencia en los medios de comunicación, de manera accesible para las personas. Incorpore un componente de asesoramiento en comunicación sobre las medidas que las personas deban adoptar para protegerse a sí mismas y a sus familias. Aclare los datos y repita una y otra vez a medida que evolucione el brote. El entorno de información/desinformación es más competitivo ahora debido a las redes sociales, pero los principios básicos de la comunicación efectiva en un contexto de crisis (por un brote) siguen siendo válidos, incluso más cuanto más ruido.

IPS: Y en caso de la gente y de sectores de la sociedad, ¿cómo se puede hacer un aporte contra la desinformación?

DF: En las instituciones como escuelas y lugares de trabajo: sus líderes deben monitorear la información que emiten los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (en el caso de este país, u otros similares en cada nación) y traducir esa información en pasos y planes prácticos para el ambiente escolar y para otros específicos en el lugar de trabajo. Una vez más, hay que ser rápido, frecuente y de fácil comprensión a la hora de usar y dar la información.

En el caso de las personas: No confíe únicamente en las redes sociales para obtener información sobre el brote del Covid-19 y cómo podría afectarlo a usted y a su familia. Visite una y otra vez la información provista por las fuentes oficiales y adapte esa información a sus circunstancias individuales y familiares.

Con el fin de responder a la preocupación de la gente y contrarrestar la desinformación, la OMS lanzó su iniciativa EPI-WIN, que tiene como objetivo proporcionar a los usuarios información oportuna y precisa, al mismo tiempo que controla la llamada “infodemia”, que la organización describe como ‘cantidad excesiva de información sobre un problema que hace difícil de identificar una solución’.

T: MF

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