Emprendimiento en Jamaica convierte el sargazo en alimentos

Los sargazos copan las playas de Jamaica y otras costas del Caribe, ahuyentando a los turistas y obstaculizando las faenas de pesca. Pero es posible su reconversión en productos que animen la economía a la vez que ayudan a proteger los ecosistemas. Foto: BID
Los sargazos copan las playas de Jamaica y otras costas del Caribe, ahuyentando a los turistas y obstaculizando las faenas de pesca. Pero es posible su reconversión en productos que animen la economía a la vez que ayudan a proteger los ecosistemas. Foto: BID

Una joven empresa de Jamaica comenzó a convertir el sargazo, las grandes algas que obstruyen pesca, turismo y arrecifes en las costas del Caribe, en alimentos concentrados para animales y en combustible para cocinar.

Daveian Morrison, creador de la firma Awganic Inputs, sostiene que “nos estamos posicionando como reciclador de desechos orgánicos a la vez que solucionamos el desafío del sargazo, tan molesto para nuestras costas caribeñas, eliminándolo a través de la alimentación animal”.

Ingeniero eléctrico formado en Canadá, Morrison encontró que esa indeseada alga marrón es rica en nutrientes como carbohidratos y proteínas, según contó a responsables del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) interesados en su proyecto.

Se propuso entonces producir alimentos concentrados para animales, con la cría de ganado caprino como mercado objetivo. La cabra es una de las principales carnes consumidas en este país de tres millones de habitantes y la importación de alimentos para su cría representa una factura de más de 15 millones de dólares anuales.

Morrison estima que el precio más bajo del forraje que produce para las cabras “es un paso para la autosuficiencia” en Jamaica y puede contribuir a que se cuadruplique la cabaña de ganado caprino en la isla, actualmente unas 700 000 cabezas con un promedio de 30 por granja.

“La primera vez que le di el alimento a las cabras se lo comieron todo. Les encantó, es muy orgánico y no obstruye su sistema digestivo”, prestó su testimonio Omar Prince, un criador de cabras en la zona de Clarendon, al sur de la isla.

Morrison ganó en 2019 un concurso de ideas de negocios ecológicos del Centro de Innovación Climática del Caribe, basado en Kingston, y apunta a producir alimentos para la cría de peces y conejos, y “carbón ecológico” con los sargazos podridos.

Sostiene que el carbón de sargazo “salva muchos árboles talados en la producción de carbón, es más limpio, no emite mucho polvo ni humo, se quema por más tiempo y es perfecto para cocinar, especialmente el jerk”, la comida jamaiquina de carnes marinadas con abundantes especias y luego asadas.

Awganic Inputs fue reconocida por el laboratorio de innovación del BID como “muestra de ideas en modelos comerciales listos para el mercado y enfocados en resolver desafíos sociales y ambientales”, según su responsable Terry-Ann Segree.

Los sargazos (Sargassum) son un género de macroalgas de la clase Phaeophyceae, pardas o verde-negruzcas, que pueden medir varios metros y algunas tienen  vesículas llenas de gas para mantenerse a flote.

El Mar de los Sargazos, uno de los descubrimientos de Cristóbal Colón en su primer viaje hacia América, en 1492, es un área de varios millones de kilómetros cuadrados en el Atlántico donde flotan grandes formaciones de esa alga.

Desde 2011, los sargazos avanzaron sobre las aguas del Caribe, y en sus costas impactaron sobre los arrecifes, la actividad pesquera y el turismo, por su molesto roce con los bañistas y porque al descomponerse libera sulfuro de hidrógeno, un gas de olor desagradable.

Investigaciones sostienen que el auge de los sargazos se debe al cambio climático y la contaminación de los océanos, que al absorber las emisiones de gases de efecto invernadero genera el calor que ayuda a la floración de las algas.

Otro culpable sería la contaminación por nitrógeno en los mares, causada por actividades humanas como el uso de fertilizantes y el desbordamiento de los sistemas de alcantarillado.

Según estudios de la estadounidense  Universidad del Sur de Florida, en el mar flotan entre ocho y nueve millones de toneladas de sargazos.

En el Caribe mexicano se recogieron en 2018 y 2019 entre 500 000 y un millón de toneladas y autoridades del suroriental estado Quintana Roo y operadores turísticos califican como “desastre ambiental y económico” la presencia del alga en sus playas.

El costo de las recolecciones emprendidas en el Caribe fue cifrado por el BID en 120 millones de dólares anuales.

A-E/HM

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