Sudeste Asiático puede mejorar durante la reconstrucción tras la pandemia

Un barco navega por el río Pasig en Filipinas, que tiene la tasa de mortalidad más alta por la covid-19 entre los 11 países que conforman el Sudeste Asiático. Foto: Kara Santos / IPS
Un barco navega por el río Pasig en Filipinas, que tiene la tasa de mortalidad más alta por la covid-19 entre los 11 países que conforman el Sudeste Asiático. Foto: Kara Santos / IPS

La respuesta de la región del Sudeste Asiático a la pandemia de covid-19 ha sido eficiente, pero a sus países les queda por abordar temas cruciales durante la recuperación, como la privacidad de los datos, atender a los más golpeados por el confinamiento y la parálisis económica o evitar las tentaciones autoritarias de algunos gobiernos.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),  António Guterres, dijo que la pandemia introdujo nuevos desafíos en la región, pero «las medidas de contención han evitado al  Sudeste Asiático el grado de sufrimiento y agitación que se ha visto en otros lugares».

El líder del organismo mundial hizo estas consideraciones durante un mensaje por video, para presentar un informe especial sobre el impacto de la pandemia en los 11 países de la región, el jueves 30.

Guterres también elogió que “los gobiernos actuaron rápidamente para combatir la pandemia y evitar sus peores efectos», mientras se apoyaron mutuamente para afrontar la crisis sanitaria.

Pero puntualizó que la región se ha quedado corta en la respuesta a la crisis de múltiples caras desatada por la covid y alertó que durante la pandemia se ahondaron problemas como la desigualdad, la falta de protección social y el trabajo informal, al mismo tiempo que hubo retrocesos en materia de paz, justicia y solidez de las instituciones.

La mayor tensión social por la parálisis  de la actividad económica y el aislamiento, dijo, han dado alas, además, al discurso del odio, mientras algunos procesos políticos se estancaron y eso agravó algunos conflictos de larga data.

Pero sí los retos son muchos, Guterres se mostró confiado en que la región “dispone de capacidades extraordinarias” para afrontarlos.

Según el estadounidense Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, en inglés), Filipinas tiene la tasa más alta de mortalidad por coronavirus en la región, seguida de cerca por Indonesia.

El informe de la ONU señala que Camboya, Laos, Timor Leste y Vietnam habían registrado cero muertes hasta la publicación del documento.

Brunei, Indonesia, Malasia, Myanmar (Birmania, Singapur, Tailandia y Vietnam son los demás países que conforman la región.

Sistemas débiles

Como en la mayoría de las regiones, la covid afectó a las comunidades más vulnerables y ha agravado las preocupaciones preexistentes.

En el sudeste asiático, el informe identificó de la ONU identificó algunos de los problemas más acuciantes: sistemas de salud débiles, conflictos en áreas como Myanmar, así como la difícil situación de los trabajadores migrantes.

La región de Asia Pacífico alberga alrededor de 20 por ciento de los 163,8 millones de trabajadores migrantes del mundo en todo el mundo, según un informe de 2017 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El nuevo informe de la ONU levanta la alarma sobre que los trabajadores migrantes y transitorios en algunos países de la región del Sudeste Asiático hayan quedado fuera de la respuesta pandémica de los países de destino.

Para muchos trabajadores migrantes, vivir en lugares hacinados les deja pocas opciones para mantener la distancia de seguridad u otras medidas de protección.

Además, algunos gobiernos han aprovechado la pandemia y los miedos de sus sociedades para negar la entrada a solicitantes de asilo, indica el informe de la ONU.

“Los no nacionales corren un riesgo particular de exclusión en las respuestas de salud pública debido a barreras legales o prácticas. Esto crea una vulnerabilidad sistémica para el control de enfermedades en la subregión”, señalan alguna de las notas.

El informe subraya que como sucede en las demás regiones, tanto en el Norte industrial como en el Sur en desarrollo, las mujeres han sido impactadas de manera muy desproporcionada por la pandemia.

En el caso de los países del sudeste asiático, las mujeres han debido enfrentar problemas como el acceso limitado a la salud sexual y reproductiva, así como el incremento de las horas de trabajo doméstico y del cuidado, cuya carga recae sobre ellas en la región.

Esto es especialmente frecuente en Filipinas y Tailandia, dice el informe, que asegura que las mujeres en estos países «tienen más probabilidades de enfrentar un aumento en el trabajo doméstico y no remunerado debido a covid-19, lo que exacerba las preocupaciones de salud mental y emocional».

Mientras tanto, el contrabando de drogas ilegales no ha disminuido en la región a pesar de la pandemia y el aislamiento establecido para contener su propagación, mientras que el tráfico y trata de personas se incrementó en los países que comparten la bahía de Bengala, según el reporte.

La respuesta pandémica, aunque rápida, fue insuficiente por la debilidad del sistema de salud en la mayoría de los países de la región.

«Más de la mitad de los países de la subregión son vulnerables debido a la debilidad de los sistemas de salud, incluidos Myanmar, Camboya, Indonesia, Laos, Filipinas y Timor Leste», dice el informe.

A eso se agregó medidas con importante impacto en la salud, como suspender temporalmente las campañas de vacunación contra el sarampión en Filipinas, así como la limitación en los programas de asistencia humanitaria por la cuarentena.

Son situaciones que han agregado capas a las crisis de la región.

Nuevos desafíos

También existen preocupaciones por los impactos de las medidas introducidas por los gobiernos de la región para contener el virus.

«Las disposiciones redactadas vagamente sin las garantías y limitaciones necesarias tienen el potencial de restringir los derechos a la información, la privacidad y la libertad de movimiento, de expresión, de asociación, de reunión pacífica y de asilo», detalla el informe.

En el centro de estas preocupaciones está el tema de la libertad personal, y los expertos ya están alzando la voz de alarma sobre el hecho de que algunas medidas tienen el sello del autoritarismo, que aprovecha la coyuntura para afianzarse.

De hecho, eso mismo alertó en junio un análisis del Instituto de Paz de Estados Unidos (USIP, en inglés), al afirmar que los gobiernos de la región que ya antes avanzaban hacia el autoritarismo o se habían inmerso en él, usan la pandemia como una excusa para imponer medidas estrictas y atacar a los opositores.

El análisis también señala que algunos de esos países buscan conectar el éxito en controlar la covid con las acciones y medidas que adopta un gobierno alejado de “limitaciones democráticas”.

«Existe la percepción de que los regímenes autoritarios en el sudeste asiático han manejado mejor la pandemia que las democracias de la región, una narrativa impulsada por los esfuerzos diplomáticos de China para propagar sus propios logros a pesar de las mayores historias de éxito Corea del Sur y Taiwán», dice el análisis de USIP.

Cooperación regional

Un elemento positivo que la ONU y el CSIS coinciden en resaltar es el de la cooperación mutua.

Según CSIS, muchos de los países de la región del Sudeste Asiático han intercambiado, proporcionado y aceptado donaciones entre sí.

China se ha enfrentado a las críticas de países ajenos a la región del sudeste asiático por impulsar con sus donaciones de implementos sanitarios lo que irónicamente se calificó en Europa de «diplomacia de mascarilla»,  pero sus vecinos las aceptaron sin recelos.

El gobierno de Beijing y fundaciones privadas de grandes corporaciones chinas, como Alibaba y Jack Ma, proporcionaron a los países de la región entre 75 000 y dos millones de máscaras, entre otros servicios como test de prueba de contagios, según CSIS.

Guterres de hecho aplaudió lo que calificó de “una sólida cooperación regional en múltiples sectores”.

T: MF

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