G20 prioriza fósiles sobre renovables en la recuperación de la covid

G20 prioriza fósiles sobre renovables y peligra el cumplimiento del objetivo planteado en el Acuerdo de París por el cambio climático.
Bomba extrayendo petróleo del suelo en Neuquén, en Argentina. Foto: Alamy/Diálogo Chino

A medida que las principales economías del mundo destinan miles de millones de dólares a los paquetes de recuperación de la covid-19, una proporción significativa está siendo dirigido a los combustibles fósiles, según la edición 2020 del Climate Transparency Report, que evaluó el desempeño climático de los países del G20.

Hasta mediados de octubre, el G20 (Grupo de los 20 mayores países industriales y emergentes)  393 000 millones de dólares en apoyo al sector energético, de los cuales  53,5% se destinó a los combustibles fósiles (175 000 millones al petróleo y el gas, y 16 200 millones al carbón). De esta cantidad,  86% se ha proporcionado sin condiciones para mejorar la acción o el rendimiento medioambiental.

El informe muestra que por lo menos 19 de los países del G20 han proporcionado apoyo financiero a sus sectores nacionales de petróleo, carbón y gas, incluyendo Argentina, Brasil y México. Si continúan por este camino, los gobiernos corren el riesgo de revertir, en lugar de bloquear, las tendencias positivas anteriores a la pandemia, como la expansión de las energías renovables.

«Los paquetes de recuperación pueden resolver la crisis climática o empeorarla», dice Charlene Watson del Overseas Development Institute. «Algunos miembros del G20, como Francia o Alemania están dando en su mayoría un buen ejemplo. Otros dirigen demasiado apoyo a los combustibles fósiles, poniendo en peligro los recientes acontecimientos positivos», añade.

Las economías del G20 representan más de 80% del PIB mundial y tres cuartas partes del comercio mundial. El grupo también es responsable de 75% de las emisiones mundiales y, por lo tanto, tiene un papel importante en el cumplimiento del objetivo del Acuerdo de París sobre el clima de evitar un aumento de la temperatura de más de 2ºC, o idealmente de 1,5C, por encima de los niveles preindustriales.

Sin embargo, los compromisos existentes del G20 son insuficientes para cumplir ese objetivo, y llevarían al mundo a una temperatura 2,7ºC más alta para finales de siglo, según el informe. Se espera que los países actualicen sus compromisos climáticos en 2020 y 2021 antes de la cumbre climática de la COP26.

Desafiando los progresos anteriores

Antes de la pandemia del covid, los resultados de las medidas climáticas en los países del G20 se estaban haciendo visibles en áreas clave. Las emisiones relacionadas con la energía disminuyeron en  0,1% en 2019, lo que supone un cambio notable con respecto al aumento de 1,9% en 2018 y con la tasa de crecimiento anual promedio de 1,4% entre 2005 y 2017.

Esto se debió en gran medida a la expansión de la energía renovable. La participación de las renovables en la generación de energía aumentó en 19 de los países del G20 el año pasado, y representó 27% de la generación de energía en el grupo. Se prevé que siga aumentando en todos los países del G20 y que represente casi 28% de la generación de energía este año.

«Antes de que se produjera la pandemia, los resultados de la acción climática estaban llegando a su fin en algunos sectores relacionados con la energía y la crisis consolidó esas tendencias en la mayoría de los países del G20», dijo Jorge Villarreal de la Iniciativa Climática de México. «Pero sin una mayor acción climática, estos efectos serán temporales», añadió.

El informe señala que a pesar de la disminución en el consumo de carbón, los combustibles fósiles todavía representan  81,5% de la oferta de energía primaria, debido a los aumentos en el consumo de petróleo (+1%) y gas (+3%). También en 2019, los países proporcionaron 130 000 millones de dólares en subsidios a los combustibles fósiles, frente a 117 000 millones en 2018, a pesar de su objetivo de eliminarlos.

Los progresos en los sectores del transporte, la construcción y la industria también se están quedando atrás y muchos miembros del G20 siguen perdiendo sus bosques nativos, disminuyendo los sumideros de carbono. Las emisiones de CO2 del sector del transporte crecieron  1,5%, seguidas de un aumento del 1,2% en el sector industrial y un crecimiento del 0,9% en el sector de la construcción.

Ningún país del G20 tiene metas para alcanzar la deforestación cero en la década de 2020, lo que sería necesario para cumplir con el objetivo 1,5ºC del Acuerdo de París. Aunque China, la Unión Europea y México tienen metas de deforestación neta cero para más adelante.

Esto es especialmente preocupante en América Latina, teniendo en cuenta los incendios forestales y la tala ilegal en la Argentina y el Brasil.

El escenario para América Latina

Los miembros latinoamericanos del G20, Brasil, Argentina y México, no están alineados en sus estrategias climáticas con el objetivo de 1,5ºC del Acuerdo de París. Argentina es el único de los tres que emite más que el promedio del G20, habiendo aumentado sus emisiones en  35% desde 1990.

En medio de la pandemia, Brasil ha proporcionado apoyo económico a los sectores industrial y de transporte sin imponer ninguna condición ambiental. Mientras tanto, es probable que la desregulación del uso de la tierra en la Amazonia aumente las actividades de tala, minería, agricultura y silvicultura, lo que llevará a una mayor deforestación.

El gobierno de Jair Bolsonaro redujo el presupuesto para la vigilancia y la aplicación de medidas clave de protección forestal y ha hecho retroceder numerosas políticas de protección del medio ambiente. Las tasas de deforestación ilegal siguen aumentando, y más de un tercio de la deforestación en 2019 tendrá lugar en tierras públicas.

«De 2012 a 2019 el nivel de deforestación en el Brasil creció un 122%. Si la deforestación se sale de control, los objetivos de la NDC (contribuciones determinadas a nivel nacional) no se cumplirán. El país debe restablecer y fortalecer urgentemente las políticas de vigilancia y prevención de la deforestación ilegal», dijo William Willis, de no gubernamental CentroClima del Brasil.

En México, una gran parte del paquete de estímulo se ha dirigido a inversiones en infraestructura, incluyendo una refinería de petróleo insignia y la expansión del aeropuerto, además de exenciones fiscales para Pemex, la empresa petrolera estatal de México. Además, se pusieron barreras al despacho de energía eólica y solar, dando prioridad a las centrales eléctricas alimentadas con petróleo.

El país considera al petróleo como un recurso estratégico y busca aumentar su uso para la generación de electricidad, incrementando la inversión en la exploración y extracción de combustibles fósiles. En cambio, debería reabrir más rondas de subastas de energía renovable, argumentaba el informe.

«Desde antes de la pandemia la política energética de México estaba enfocada en la promoción de los fósiles,» sostuvo Mariana Gutiérrez de la no gubernamental Iniciativa Climática. «Ahora, el plan de recuperación anunciado por el gobierno se enfoca en grandes proyectos de infraestructura que significan seguir apostando a los fósiles», añadió.

Hay un escenario similar en Argentina. Durante la pandemia, el gobierno de Alberto Fernández introdujo medidas para aumentar las exportaciones de productos básicos y de combustibles fósiles. Se fijó artificialmente el precio del barril de petróleo nacional para compensar la fuerte caída de los precios internacionales del petróleo.

Los combustibles fósiles todavía constituyen el 86% de la matriz energética de Argentina. A pesar del aumento de la energía renovable, la intensidad de carbono de la combinación de fuentes de energía apenas ha cambiado. La proporción de los combustible fósiles en la matriz debe disminuir a 67% para 2030 y a 33% para 2050 para estar alineada con el Acuerdo de París.

«El gobierno no introdujo ninguna medida ‘verde’ en sus planes de estímulo para la recuperación. Por el contrario, sigue subvencionando fuertemente los combustibles fósiles, como el gas. Para asegurar una recuperación sustentable, es necesario poner el foco en la infraestructura de energía verde», dijo Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor senior sobre cambio climático de FARN, una organización no gubernamental (ONG) argentina.

Mirando hacia el futuro

Cada vez más los países del G20 reconocen que hace falta un cambio estructural en sus políticas climáticas, de acuerdo al informe. Por ello, en 2019 y 2020 muchos países ya han empezado a establecer objetivos de emisiones cero para así descarbonizar sus economías a mediados de siglo, en línea con el Acuerdo de París.

En junio de 2019, Francia y el Reino Unido establecieron objetivos de emisiones cero para 2050, y para finales de año, la Unión Europea y Alemania habían hecho anuncios similares. En 2020, Canadá, China, Sudáfrica, Corea del Sur y Japón se unieron a ellos. Las ciudades y empresas de los países del G20 también han anunciado objetivos similares.

Los representantes de los países del G20 se reunieron virtualmente el viernes 20 y el sábado 21 para la cumbre anual del bloque bajo la presidencia de Arabia Saudita. Se centró principalmente en abordar las implicaciones de la pandemia del coronavirus, los futuros planes de atención médica y las medidas para revivir la economía mundial.

«Necesitamos urgentemente más ambición y liderazgo de las mayores economías del mundo en la próxima cumbre del G20 y en la Conferencia de la ONU sobre el Clima del próximo año», dijo Catrina Godinho de la Plataforma de Gobernanza de Humboldt-Viadrina. «El resultado de las elecciones de Estados Unidos ofrece cierta esperanza para la política climática internacional», añadió.

Este artículo fue publicado originalmente por Diálogo Chino,  una plataforma periodística dedicada a comprender la relación entre China y América Latina y sus desafíos para el desarrollo sostenible.

RV: EG

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