Agricultura familiar de Brasil resiste a la pandemia…y al gobierno

Una feria de alimentos en una calle de Sousa, una ciudad de 70 000 habitantes en el estado de Paraíba, en el nordeste de Brasil, muestra la producción de agricultores familiares locales, que como en el resto de Brasil es básica para la alimentación de sus 212 millones de habitantes. Foto: Mario Osava /IPS
Una feria de alimentos en una calle de Sousa, una ciudad de 70 000 habitantes en el estado de Paraíba, en el nordeste de Brasil, muestra la producción de agricultores familiares locales, que como en el resto de Brasil es básica para la alimentación de sus 212 millones de habitantes. Foto: Mario Osava /IPS

La agricultura familiar, sometida a políticas adversas en Brasil desde 2016, sufre también los efectos de la covid-19, pero atenuados, mientras mantiene su especial papel de auxiliar a los pobres urbanos, particularmente castigados por la pandemia.

Ese segmento produce 70 por ciento de los alimentos consumidos en este país de 212 millones de personas, y por eso mantener sus cultivos es vital para superar la crisis. Además sus iniciativas de donar parte de su producción redujeron la amenaza de hambre en las comunidades urbanas vulnerables.

El Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), fundado en 1984 en medio de la lucha por la reforma agraria, se destaca ahora por sus acciones para mitigar los daños de la covid.

Esa reforma comenzó tras el fin de la última dictadura (1964-1985) y funcionó como un proyecto de redemocratización de la tierra, al que puso fin explícito el ultraderechista Jair Bolsonaro, al asumir la presidencia en enero de 2019, aunque en la práctica ya estaba suspendida desde 2016.

Producir más para “comer, vender y compartir” es la prioridad del Movimiento desde que comenzó la pandemia, según Débora Nunes, una de las coordinadoras nacionales del MST, que vive hace 12 años en uno de los 13 asentamientos establecido por  la reforma agraria en Atalaia, un municipio de 47 000 habitantes en el estado de Alagoas, en la región del Nordeste, la más pobre de Brasil.

Se siembra para alimentar a las mismas familias agricultoras, para comercializar los excedentes en las ferias locales y para promover “acciones de solidaridad” en beneficio de las personas amenazadas de hambre, resumió a IPS por teléfono desde Atalaia.

En Alagoas, desde que comenzó la pandemia y hasta fines de enero, el MST distribuyó 110 toneladas de alimentos en la capital, Maceió, y en otras ciudades que enfrentaron situaciones críticas, como las inundaciones en algunos municipios, la amenaza a las tierras indígenas y las familias urgidas de  ayuda.

Hubo un acercamiento entre la agricultura familiar y los consumidores urbanos, por las acciones de solidaridad y también gracias a nuevo canales de venta directa, a través de las redes digitales. La población quiere alimentos saludables, “sin veneno”, observó Nunes, graduada en ciencias sociales.

Los campesinos de los asentamientos fruto de la reforma que están bajo la dirección del MST evitan el uso de agroquímicos y están, en el peor de los casos, “en transición agroecológica”, pero no es fácil liberarse totalmente del modelo dominante, detalló.

Un obstáculo es que el crédito a la agricultura familiar se condiciona a veces a un paquete que incluye la compra de agroquímicos, se lamentó Nunes.

Los asentamientos agrarios en Alagoas suman cerca de 15 000 familias, 40 por ciento vinculados al MST. De este grupo, compuesto por familias que en promedio tienen seis hectáreas de terreno, provienen las donaciones de solidaridad.

También en el suroriental estado de São Paulo, el más rico de Brasil, proliferaron las donaciones solidarias de familias de asentados del MST.

Una de las manifestaciones habituales del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST). El rojo en las banderas, la vestimenta y las gorras es una marca del MST, desde su fundación en 1984, un año antes del fin de la dictadura militar y el retorno a la democracia, cuando la reforma agraria se convirtió en el instrumento para la democratización de la tierra, concentrada en muy pocas manos. Foto: Mario Osava /IPS
Una de las manifestaciones habituales del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST). El rojo en las banderas, la vestimenta y las gorras es una marca del MST, desde su fundación en 1984, un año antes del fin de la dictadura militar y el retorno a la democracia, cuando la reforma agraria se convirtió en el instrumento para la democratización de la tierra, concentrada en muy pocas manos. Foto: Mario Osava /IPS

Alimentando a los vulnerables de la pandemia

Cerca de 27 000 comidas envasadas se distribuyeron en la capital, São Paulo, a personas que viven en las calles, los sin techo que ocupan edificios sin uso y otros necesitados. Los alimentos provenientes de asentamientos beneficiaron a miles de familias en las 10 regiones del MST en el estado, informó Kelli Mafort, otra coordinadora nacional.

Mafort, pedagoga con doctorado en Ciencias Sociales, estimó para IPS en 17 000 las familias asentadas en el estado de São Paulo, a las que se suman otras 3000 familias que aún viven en campamentos, a la espera de tener acceso a tierras donde tener “vivienda, comida y trabajo”.

La donación de alimentos a las familias que perdieron total o parcialmente sus fuentes de ingreso por la pandemia salvó millones de brasileños del hambre.

“Brasil tiene 60 millones de personas con déficit alimentario, un alto precio de la política agraria” que impulsa Bolsonaro, destruyendo conquistas de décadas anteriores, señaló Alexandre Conceição, representante del MST ante los poderes públicos en Brasilia.

Reforma agraria, el combate del MST

El MST se destacó desde su fundación en 1984 por su combatividad en la lucha por la reforma agraria para democratizar la propiedad y la tenencia de la tierra, muy concentrada en este país sudamericano de dimensiones continentales. De hecho, 1,5 por ciento de los propietarios poseen la mitad del área en manos privadas y una parte importante están ociosas.

En la agricultura familiar “somos cinco millones de familias, entre las cuales 500 000 asentadas por el MST”, subrayó João Pedro Stédile, uno de los fundadores y coordinadores del Movimiento.

Pero durante la pandemia el Movimiento suspendió la ocupación de “latifundios improductivos”, acción inicial para reclamar el asentamiento de familias campesinas sin tierra.

La Constitución brasileña establece que la propiedad tiene que cumplir una “función social”. Es la base legal para establecer las tierras disponibles para la reforma agraria y legitimar las ocupaciones.

“No estamos ocupando ahora para no provocar aglomeraciones, no queremos matar por asfixia”, explicó Conceição a IPS, por teléfono desde Brasilia. “Luchamos por el auxilio de emergencia y vacunas para todos”, acotó.

En el legislativo Congreso Nacional se tramita una enmienda constitucional que debe aprobar un auxilio de 250 reales (45 dólares) mensuales a los trabajadores informales y otros pobres que perdieron todos o parte de sus ingresos. La propuesta es que dure solo cuatro meses. En 2020 ese pago fue de 600 reales (110 dólares) durante el trimestre julio-septiembre y de la mitad en el siguiente trimestre.

El MST reclama que se sostenga el monto de 600 reales, por ser el mínimo para que la población pueda mantenerse en confinamiento o distancia física, y al mismo tiempo alimentarse, arguyó Conceição, aunque los agricultores familiares fueron excluidos en 2020 de la ayuda, por un veto de Bolsonaro.

“La pandemia realzó que la sociedad necesita alimentos saludables, ya que comer productos con mucho veneno agrícola puede agravar la salud. Tenemos una ventaja con el trabajo familiar, se puede sembrar sin los riesgos que corren, por ejemplo, los trabajadores en los frigoríficos”, uno de los focos de la covid, sostuvo Stédile a IPS.

João Pedro Stédile, uno de los fundadores y coordinadores nacionales del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), espera que las movilizaciones por la reforma agraria y la agricultura familiar vuelvan a las calles más fuertes en la pospandemia de la covid. La pandemia realzó la importancia de la agricultura de los alimentos para la población, que no produce la agroindustria de exportación. Foto: Cortesía de João Pedro Stédile
João Pedro Stédile, uno de los fundadores y coordinadores nacionales del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), espera que las movilizaciones por la reforma agraria y la agricultura familiar vuelvan a las calles más fuertes en la pospandemia de la covid. La pandemia realzó la importancia de la agricultura de los alimentos para la población, que no produce la agroindustria de exportación. Foto: Cortesía de João Pedro Stédile

Tres modelos agrarios

A su juicio, la agricultura familiar representa uno de los tres “proyectos que se enfrentan en el uso de los bienes naturales y la tierra” en Brasil desde hace dos décadas y media.

Los otros son el “atrasado latifundio”, que invade la Amazonia y “se apropia de tierras públicas, minerales, agua, biodiversidad y bosques y los transforma en mercancía, casi sin trabajo”, y “el agronegocio”, que produce para la exportación “solo cinco productos: soja, maíz, algodón, caña de azúcar y ganado”.

Estos dos segmentos suman 79 000 grandes propietarios, que poseen 51 por ciento del área en manos privadas. “Ganan mucho dinero, que no se distribuye entre la sociedad, acumulan”, y usan demasiados agroquímicos para sustituir la mano de obra que odian, aseguró Stédile en una entrevista por Zoom desde São Paulo..

Durante los gobiernos del izquierdista Partido de los Trabajadores (2003-2016), se contemplaba tanto el sector del agronegocio como la agricultura familiar. Había un ministerio para cada segmento, el de Agricultura y el de Desarrollo Agrario, pero este último se eliminó en 2016.

El actual gobierno adoptó una política netamente contraria a los campesinos. Abolió el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y prácticamente desactivó el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA).

“El PAA era fantástico, aseguraba la compra de alimentos por la Compañía Nacional de Abastecimiento (del Ministerio de Agricultura). Hubo un período en que compró 367 distintos tipos de alimentos”, es decir “todo lo que se produce y hace parte de la rica culinaria brasileña”, nada que ver con los cinco productos del agronegocio, destacó Stédile.

Además los alimentos, dijo, se destinaban a hospitales, centros de filantropía, guarderías y gente necesitada, en una operación ágil y de bajo costo logístico, por la cercanía.

El gobierno de Bolsonaro destruyó otras políticas que fomentaban la agricultura familiar, mientras facilitó la apropiación de inmensas áreas por los grandes hacendados o la legalización de tierras adueñadas de forma fraudulenta.

“Hace cuatro años no se expropian tierras improductivas para la reforma agraria” y la covid “impone un tiempo de resguardo”. Pero “volveremos con más fuerza”, espera el fundador del MST, después de la pandemia que reforzó la importancia de la producción local de alimentos y generó mayor unidad contra los retrocesos.

Agroecología, producción orgánica y ambientalmente sana es otra bandera del MST. El Asentamiento Mario Lago, donde vive Kelli Mafort, se transformó en un ejemplo del sistema agroforestal.

Pese a las escasas 1,5 hectáreas de cada una de las 450 familias, cerca de un tercio del área es de preservación ambiental y se mezclan frutales y “árboles de manejo”, cuya poda provee abono para el suelo, explicó Mafort a IPS por teléfono desde el asentamiento, a pocos kilómetros de Ribeirão Preto, una ciudad de 712 000 habitantes.

“Cambiamos el paisaje local con la reforestación y no usamos fertilizantes de afuera”, se orgullo la activista.

Además de abastecer la ciudad de alimentos saludables y prestar solidaridad, el MST en São Paulo “hace trabajo de base”, fomenta huertos urbanos, bancos populares de alimentos (centros de recepción y distribución de donaciones) y conocimientos sobre temas alimentarios, concluyó.

ED: EG

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