Los sistemas alimentarios recalientan el planeta

La producción y refrigeración de alimentos, así como el transporte y el envasado, están entre las actividades que consumen grandes cantidades de energía y generan gases de efecto invernadero que inciden en el calentamiento global. Foto: Alessia Pierdomenico/FAO
La producción y refrigeración de alimentos, así como el transporte y el envasado, están entre las actividades que consumen grandes cantidades de energía y generan gases de efecto invernadero que inciden en el calentamiento global. Foto: Alessia Pierdomenico/FAO

Desde sembrar arroz hasta transportar remolachas o envasar cervezas, los sistemas alimentarios son responsables de más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero que impulsan el cambio climático, reveló un estudio divulgado por la FAO en esta capital.

Esas emisiones se estimaron en 18 000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) en 2015, lo que representó 34 por ciento del total de emisiones que contribuyen al calentamiento global y la contaminación, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

Dos tercios de las emisiones derivadas de los sistemas alimentarios provienen del sector relacionado con la tierra, que comprende la agricultura, la utilización del suelo y los cambios que se producen para ese uso.

Esos volúmenes son más elevados en los países en desarrollo, aunque proporcionalmente descendieron en las últimas tres décadas por la menor deforestación y el aumento de las actividades en los eslabones finales de la cadena de producción, como son la elaboración y la refrigeración de alimentos.

La participación de los sistemas alimentarios en las emisiones era de 44 por ciento del total planetario en 1990, pero ha mermado debido a la mayor incursión de otras actividades, aunque se muestran al alza en números absolutos.

Desde 1991, los sistemas alimentarios de los países industrializados se mantienen estables en sus emisiones, aproximadamente en 24 por ciento, mientras que en los países en desarrollo estas han bajado notablemente, de 68 a 39 por ciento.

Pero esa menor participación porcentual de los sistemas alimentarios en los países del Sur se debe principalmente a que hay incrementos muy elevados en otras emisiones no relacionadas con alimentos.

En conjunto, los mayores emisores de gases de efecto invernadero desde el sector alimentos son países o regiones con grandes poblaciones: China, Indonesia, Estados Unidos, Brasil, la Unión Europea e India, en ese orden.

Las fases de la producción para colocar alimentos a la puerta de la explotación -incluidos insumos como los fertilizantes- son el principal elemento contribuidor a las emisiones globales de sistemas alimentarios, 39  por ciento del total.

La utilización de la tierra y los factores conexos contribuyen con 38 por ciento, mientras que la distribución representa 29 por ciento, un porcentaje que va en aumento y que se prevé que siga esa tendencia.

El metano (CH4), otro gas de fuerte efecto invernadero, representa 35 por ciento de estas emisiones, en general tanto en los países desarrollados como en desarrollo, de las cuales la mayoría proviene de la cría de ganado y el cultivo de arroz.

El estudio registró el modo en que los sistemas alimentarios consumen cada vez más energía, especialmente en los sectores de envasado, transporte y elaboración, cuyas emisiones están creciendo rápidamente en algunos países en desarrollo.

El envasado contribuye con 5,4 por ciento de las emisiones mundiales de los sistemas alimentarios, más que cualquier otro factor de la cadena de suministro, incluido el transporte.

Sin embargo, la intensidad de las emisiones varía notablemente según el producto: el vino y la cerveza representan un porcentaje significativo de los efectos del envasado, mientras que los plátanos y el azúcar de remolacha generan mayores emisiones a causa del transporte.

Mientras tanto, en los países industrializados aumentó la emisión de gases fluorados, utilizados en refrigeración y otras aplicaciones industriales, y que tienen un efecto más intenso sobre el calentamiento global.

La refrigeración es responsable de casi la mitad del consumo de energía del sector minorista y de los supermercados, cuyas emisiones han aumentado más de cuatro veces en Europa desde 1990.

Además, las actividades de la “cadena de frío” representan cinco por ciento de las emisiones mundiales de los sistemas alimentarios, también en ascenso.

A-E/HM

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