Uganda filma sus propias historias

El actor Earnest Sseruaayna, de 36 años, y el director, productor y guionista Isaac Godfrey Nabwana, de 40 años, en el asentamiento precario de Wakalinga, en Kampala, Uganda. Crédito: Amy Fallon/IPS.

Isaac Godfrey Nabwana vivió durante cuatro años de la fabricación y la venta de ladrillos en el tugurio de Wakalinga, en la capital de Uganda. Pero ahora trabaja para construir lo que, espera, se convertirá en la versión ugandesa de Nollywood, la industria cinematográfica de Nigeria.

“Vendía ladrillos y gracias a lo que sacaba compré una cámara. Trabajé duramente para conseguirla”, dijo el director, productor y guionista a IPS mientras le mostraba sus estudios de audio y cine en el asentamiento.

Nabwana, de 40 años, hizo 35 películas en los últimos cinco años. Actualmente produce “entre tres y cinco” al año, todas en la lengua local luganda, con subtítulos en inglés.

“Tengo una computadora que armé yo mismo comprando partes. Tengo reflectores, que no son realmente profesionales pero funcionan”, apuntó.

“La industria cinematográfica en Uganda está despegando, es incipiente pero de rápido crecimiento”, observó.

La productora de Nabwana, Ramon Films, es una de las cuatro que funcionan en Wakalinga. Otras más están dispersas por Kampala.

“Creo que va a convertirse en el Hollywood de Uganda, y de África, porque hacemos películas de acción que no se hacen en ningún otro lugar del continente. Actuadas por ugandeses, editadas por ugandeses y producidas por ugandeses”, remarcó Nabwana.

Pero falta mucho todavía para que la industria cinematográfica de Uganda tenga un impacto continental.

El sector produce unas 30 películas al año, mientras que la nigeriana Nollywood ronda las 70 semanales. Pero Nigeria tiene una población de 162 millones de personas, bastante por encima de las 34,5 millones de Uganda.

No cabe duda de que la industria cinematográfica local está en pañales.

La Comisión de Comunicaciones celebró del 26 al 31 de agosto el primer Festival de Cine de Uganda en Kampala.

Durante la semana se realizaron muestras, talleres y cursos con mentores de Sudáfrica, Suecia y Nigeria. También hubo foros de discusión sobre intereses empresariales y los 189 filmes se proyectaron al aire libre en distintos lugares de la capital.

“El principal objetivo es ver el estatus de la industria”, dijo el director de programación de la Comisión de Comunicaciones, Jonas Bantulaki, a IPS.[related_articles]

Uganda no se puso de acuerdo sobre un apodo para su industria cinematográfica, observó el periodista y crítico Moses Serugo.

“Se propuso ‘Pearlwood’ (porque se suele llamar a Uganda ‘la perla de África’), pero se escucha mucho Ugandawood o Ugawood”, apuntó.

Hay dos corrientes cinematográficas en el país, puntualizó Serugo.

Está la de los “cineastas de la parte alta de la ciudad”, entre los que hay graduados del Laboratorio Maisha Film, una iniciativa sin fines de lucro para talentos de África oriental fundada en 2004 y a cuyo frente está la directora india Mira Nair, quien estuvo nominada al Premio Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos.

“Y luego están los de la parte baja, que son más comerciales y están produciendo muchos filmes que distribuyen en formato DVD”, añadió Serugo.

En Cineplex, en el centro comercial Oasis, de Kampala, figuran en cartel “Officer Down”, protagonizada por Stephen Dorff, “El fundamentalista reticente”, dirigida por Nair, y “Guerra mundial Z”, con Brad Pitt.

Derrick Musuguya, de 24 años, quien trabaja en el cine desde hace uno, dijo que no exhiben filmes locales, pese a la buena recepción que tuvo una coproducción de Uganda y Nigeria.

Cineplex quizá comience a difundir películas en lengua luganda a principios del año próximo, apuntó.

“Las películas ugandesas están despegando”, dijo el artista y músico Denis Dhikysuuka, de 25 años, quien va al cine por lo menos una vez a la semana. “Pero me encantan las occidentales porque hay mucho para aprender de ellas”, añadió.

Nabwana produce sus filmes con menos de 10 millones de chelines ugandeses (unos 3.875 dólares), que financia con su negocio de venta de ladrillos.

Una vez terminada la producción, distribuye las copias en DVD puerta a puerta por 1,16 dólares cada una.

La producción y hasta los actores, que a menudo deben costearse hasta el transporte, llevan su propio vestuario y maquillaje, no cobran y solo obtienen algo de dinero cuando se venden los filmes.

Nabwana dijo que no gana mucho. Puede llegar a invertir unos 4.000 dólares en una película, pero solo recupera la cuarta parte de esa suma.

Su último filme, “Revenge” (“Venganza”), es la historia de un empresario ugandés de buen corazón que ayuda a sus amigos, pero un día muere víctima de una golpiza y aparece un fantasma para vengarlo.

“La historia se basa en un hecho real”, explicó Nabwana. El filme se presentó en un cine de Lukwanga, un suburbio de Kampala, hace tres semanas.

Earnest Sseruaayna, de 36 años, interpreta a uno de los malos de “Revenge”. Vive en Wakalinga con sus dos hijos y antes de alcanzar su sueño de ser actor se ganaba la vida como soldador, vendía carbón y lavaba automóviles.

La filmación de la película demoró un año y cobró 232 dólares por su actuación.

“Gano mucho dinero con esto”, señaló Sseruaanya, quien figuró en 15 películas de Ramon Films en los últimos cinco años. “Es mejor que otro trabajo. Pero no todos pueden vivir de esto”, remarcó.

Serugo señaló que Uganda no tiene comisión fílmica, pese a que la industria podría crear miles de puestos de trabajo para jóvenes profesionales desempleados.

“Creo que  necesitamos una comisión cinematográfica. Hay iniciativas en Sudáfrica, donde tienen el Fondo  Nacional de Filmes y Vídeos o la Comisión Fílmica Gauteng”, indicó.

En la vecina Ruanda, el sector cinematográfico no es “más avanzado” que en Uganda, pero cuenta con “más iniciativas que reconocen al cine como gran contribuyente a la economía creativa”, precisó.

La Junta de Desarrollo de Ruanda, país conocido como “la tierra de las mil colinas”, financia el sector cinematográfico y creó Hillywood (hill, colina en inglés), el festival de cine ruandés.

Bantulaki coincidió en que la creación de una comisión fílmica sería una “situación ideal” y que es algo “a lo que apuntamos”.

Pero la falta de una comisión reguladora no hará que Nabwana deje de hacer películas.

“Lo estamos haciendo, lo estamos haciendo”, exclamó orgulloso. “En otros países de África, los estadounidenses quizá llegan con sus proyectos. Pero aquí los hacemos nosotros mismos”, añadió.

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