Las manos solidarias pueden empeorar desastres ambientales

Vista aérea de un campamento provisorio en Puerto Príncipe. Además del cólera que llevaron los nepaleses de la fuerza de paz tras el terremoto de 2010, los problemas ambientales surgieron por la distribución de tiendas de campaña de lona, que debieron reemplazar a los pocos meses. Crédito: UN Photo/Marco Dormino.

La primera respuesta humanitaria cuando ocurre un desastre natural podría terminar exacerbando, involuntariamente, algunos problemas y agravando las consecuencias de futuros eventos climáticos, alerta la Sociedad de la Cruz Roja de Trinidad y Tobago.

Durante las fuertes lluvias de 2012, cuando las pérdidas ascendieron a casi 20 millones de dólares en Diego Martin, en el oeste de la isla caribeña de Trinidad, el personal de socorro se movilizó rápidamente para auxiliar a las personas afectadas que habían perdido sus viviendas.[pullquote]3[/pullquote]

Pero dos semanas después, la zona se volvió a inundar, solo que esta vez por una tormenta tropical.

El informe de la Sociedad de la Cruz Roja plantea la posibilidad de que la segunda inundación se debiera, en parte, a los “recipientes no biodegradables descartables como botellas y contenedores de alimentos con utensilios plásticos que se distribuyeron después de la primera”.

“Además de las intensas lluvias, uno de los principales factores contribuyentes a las inundaciones de Diego Martin fue la obstaculización de los cursos de agua. La recolección de residuos quedó restringida enseguida después del desastre”, explica el informe.

“El uso de materiales biodegradables que no dañan el ambiente pudo ayudar a evitar la segunda inundación”, observa.

La presentación del informe “Respuesta verde: un estudio de país” estuvo a cargo de la Oficina de Gestión y Preparación de Desastres de Trinidad y Tobago y se realizó en una reunión de la Asociación de Estados del Caribe (ACS, en inglés).

El documento se preparó tras un estudio de viabilidad “sobre cómo reducir de manera sostenible el impacto ambiental de los productos y la tecnología empleada en la respuesta a, y para la recuperación de, desastres”.

Trinidad y Tobago decidió hacer una investigación al respecto tras una reunión de la ACS en 2011, donde surgió la necesidad de que la respuesta a los desastres naturales fuera más respetuosa del ambiente.

Lograr que la respuesta a los desastres naturales sea más ecológica es un tema de preocupación internacional.

La Herramienta Verde para la Reconstrucción y la Recuperación señala: “la reducción del riesgo de desastres (RRD) busca reducir el daño. La implementación de actividades para disminuirlo conllevan un riesgo en sí mismas si no considera la sostenibilidad ambiental”.

El informe de la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (IFRC, en inglés) indica que las organizaciones dedicadas a ese tipo de tareas deben incluir “los riesgos del cambio climático y los futuros y actuales desastres, así como varias medidas para contenerlos en los programas de recuperación”.

La necesidad de considerar el asunto fue especialmente evidente en Haití tras el terremoto de 2010, que dejó más de 200.000 personas muertas.

Además del cólera, que llevó el personal nepalés de la fuerza de mantenimiento de la paz desplegada para ayudar en la recuperación, apareció el problema ambiental que se creó por la distribución de decenas de miles de tiendas de campaña de lona, no biodegradables, que debieron ser reemplazadas a los pocos meses.

El informe sobre las prácticas de la IFRC en Haití dijo que se necesitarán unos 50.000 árboles para compensar las emisiones de dióxido de carbono de las tiendas descartadas, si las desecharon en vertederos de basura.

“La cuestión clave es encontrar la forma de garantizar que lo que hagamos tenga el menor impacto posible en el ambiente”, remarcó el director de RRD y Transporte de la ACS, George Nicholson.

El gobierno de Puerto España se ha comprometido a incorporar elementos ambientales y vinculados al cambio climático en todos sus programas de respuesta. Cuando surgió en la ACS el tema de una respuesta verde a la gestión de desastres, este país ofreció hacer un estudio de viabilidad para lo que se ha llamado Respuesta Verde.

La ACS trabajó con la Oficina de Gestión y Preparación de Desastres de este país, responsable de la iniciativa, la IFRC y la Sociedad de la Cruz Roja de Trinidad y Tobago, para realizar el estudio.[related_articles]

Stephen Kishore, de la Sociedad de la Cruz Roja, dijo que los esfuerzos verdes para la atención de desastres incluían actividades como la fabricación local de suministros para reducir la huella de carbono que implica traerlos desde China, de donde proceden la mayoría de los productos.

También implicaría procedimientos simples como usar papel, ropa o baldes, en vez de plástico, para envolver los suministros o también empaquetar productos como jabón de a varios, y no de forma individual. Los esfuerzos de socorro también fomentarán el reciclado y el uso de energía solar, en vez de combustibles fósiles.

Para que los esfuerzos de socorro sean más verdes se debe tener en cuenta el marco legislativo que rige a las organizaciones humanitarias.

El estudio de viabilidad analiza, según Nicholson, el “proceso legislativo de Trinidad y Tobago y sus sistemas operativos para ver de dónde obtener beneficios para lograr un enfoque más verde”.

Pero no será fácil tener normas que permitan la sostenibilidad de las respuestas humanitarias a los desastres, observó Kishore.

Otra complicación, puntualizó Nicholson, es que los miembros de la ACS operan bajo varios marcos legislativos diferentes, pues en la región hay países donde se habla alemán, francés, español e inglés y tienen tradiciones legales diferentes.

“No se puede escribir una cosa y fijar las mejores prácticas. Los países deberán mirar la lista en el estudio y decidir la mejor manera de adaptarlas a su propio contexto”, apuntó.

Terminada la etapa del estudio de viabilidad, el próximo paso de la Respuesta Verde será identificar y crear procesos de respuesta verde y productos en la región, lo que será un incentivo para que la industria local comience a producir elementos reciclables para usar durante un desastre natural.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme

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