Hace solo tres años, en septiembre de 2015, todos los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. Los líderes de todo el mundo consideraron la erradicación del hambre y todas las formas de malnutrición (el Objetivo número 2) como fundamental de la Agenda y condición
sine quan non para un mundo más seguro, más justo y más pacífico.
La migración forma parte del proceso de desarrollo y no constituye un problema en sí mismo y, de hecho, puede ofrecer una solución a numerosos asuntos. Las personas que migran pueden realizar contribuciones positivas y profundas al desarrollo económico y social tanto de sus países de origen, como de tránsito y hasta de destino.
Las naciones europeas de las cuales millones de personas escaparon de penurias y del hambre -Grecia, Irlanda, Italia- son hoy en día el destino de quienes hacen exactamente lo mismo.
Tras haber alcanzado un notable éxito en la reducción del hambre, Europa debe ahora afrontar el reto de que los alimentos aseguren algo más que la supervivencia, y permitan una vida saludable. Como responsable de una organización mundial de lucha contra el hambre, nada me produce más satisfacción que ver cómo una amplia región del mundo garantiza la seguridad alimentaria de su población.
Los próximos 15 años serán decisivos para el futuro de nuestro planeta. Durante este período, nos enfrentaremos a algunos de los mayores desafíos del siglo XXI, en medio de una transición continua y profunda en la economía global.
En el último medio siglo, los estilos de vida cambiaron radicalmente. La esperanza de vida aumentó casi por doquier, pero vino acompañada de un incremento de las llamadas enfermedades no transmisibles (como las cardiovasculares, las respiratorias, el cáncer o la diabetes), que cada vez provocan más muertes en todo el mundo.
Los biocombustibles modernos se han convertido en algo habitual en la búsqueda de negocios y estilos de vida rentables y ambientalmente sostenibles. Pero para ser realmente sostenible, la producción de biocombustibles debe lograr encontrar el equilibrio entre sus beneficios y sus potenciales costes ocultos, así como armonía entre seguridad energética y seguridad alimentaria.
La volatilidad de los precios de los alimentos de los últimos años impuso un sentido de urgencia que resultó inspirador de acciones colectivas para minimizar peligros de nuevas subas y alteraciones del abastecimiento alimentario.
Cada año tomamos una instantánea del progreso mundial en la lucha contra el hambre crónica. En 2013 el panorama es mejor, pero todavía no es lo suficientemente bueno.
En todo el mundo, pero especialmente en las regiones más pobres del planeta, las mujeres representan una fuerza viva que se renueva a diario, a veces enfrentando todo tipo de adversidades.
La superación de la pobreza y del hambre no puede perder tiempo en escalas. Urgen las iniciativas públicas y privadas: no se puede prescindir de la agricultura familiar y tampoco del llamado agronegocio.
El mundo está viviendo otra alza notable del precio de los alimentos, que en enero pasado alcanzó un nuevo pico histórico por séptimo mes consecutivo dado que el Índice de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llegó a los 231 puntos, un 3,4% más que en diciembre 2010. Asimismo, el incremento acumulado durante 2010 se ubicó en un 25% con respecto al nivel de 2009.
El mundo está viviendo otra alza notable del precio de los alimentos, que en enero pasado alcanzó un nuevo pico histórico por séptimo mes consecutivo dado que el Índice de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llegó a los 231 puntos, un 3,4% más que en diciembre 2010. Asimismo, el incremento acumulado durante 2010 se ubicó en un 25% con respecto al nivel de 2009.
El deterioro de los términos de intercambio es uno de los dientes del engranaje histórico del subdesarrollo, fenómeno que no caracteriza una etapa del desarrollo, sino una forma específica y distorsionada de inserción de las economías periféricas en el sistema capitalista mundial. En los últimos cinco años, la explosión de los precios de las materias primas abrió una tendencia al alza en uno de los dientes de ese engranaje, sin embargo aún insuficiente para alterar la lógica del conjunto, escribe José Graziano da Silva, Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.