A las tres de la mañana Juliana y Omar, una señora colombiana y un joven mexicano, pasan el tiempo en el aeropuerto de Nueva Jersey, en Estados Unidos. No hay pasajeros y ellos, como responsables de atención al cliente, buscan de qué charlar.
Las víctimas de la guerra contra las drogas tienen muchos rostros: son jóvenes desaparecidos o asesinados por los carteles delictivos, comunidades criminalizadas y encarceladas por el consumo, son quienes mueren por sobredosis o por probar drogas contaminadas debido a la no regulación y fabricación clandestina de los enervantes.
Todos los días, en la capital de Estados Unidos, se toman decisiones que afectan la vida de millones de personas en la región. Aquí están, por ejemplo, las oficinas del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Organización de Estados Americanos.