Un operativo de repatriación y deportación de inmigrantes somalíes que Kenia aplica desde abril podría terminar por alimentar las filas del grupo radical islamista Al Shabaab, que está necesitado de combatientes y fondos, advirtieron expertos y fuentes del gobierno en Somalia.
Halima Mohamed Ali tiene 12 años y se despierta todos los días a las cinco de la mañana, pero no para ir a la escuela, sino para hacer de niñera de cinco niños. El mayor de ellos es solo dos años más joven que ella.
La organización radical islámica Al Shabab fue considerada durante años la fuerza más unida y poderosa en el estado fallido de Somalia, pero ahora se desmorona como un castillo de naipes por profundas divisiones internas.
El presidente de Somalia, Hasán Sheij Mohamud, asumió las riendas este país hace un año y aún debe lidiar con limitados recursos financieros, corrupción, falta de servicios públicos y continuos asesinatos de funcionarios del gobierno, incluyendo ataques contra su propia persona.
El somalí Farah Osman, de 18 años, está arrepentido de haber pasado los últimos siete años en las filas del grupo islamista Al Shabaab, donde fue entrenado por yihadistas para disparar y reparar armas.