Aunque su contribución al calentamiento global es insignificante, las naciones del Caribe se están llevando la peor parte de su impacto. Los fenómenos climáticos son tan devastadores que los países comienzan a prepararse ya no tanto para adaptarse a la nueva realidad, sino para recuperar sus economías periódicamente.
El Caribe debe reclamar y trabajar para que el aumento de la temperatura global no supere los 1,5 grados centígrados, señaló la red de institutos Panos Caribe, que trabaja con comunidades pobres y marginadas para afrontar las dificultades que plantea el cambio climático.
Cuando a la bióloga marina Ángela Corvea le preguntan por qué es una niña el ícono de su proyecto ambiental Acualina, que ha trascendido las fronteras de Cuba, responde sin dudar: “Porque en lo femenino está la vida, el cuidado, el apego, la fuerza creadora de la vida”.
Los últimos descubrimientos de petróleo en Guyana parecen haber puesto a este país, uno de los más pobres de América del sur, en el camino de los ricos. Pero también resaltan los problemas de desarrollo y el posible impacto de un auge petrolero.
Mikesh Ram tendrá que ver su cultivo de arroz pudrirse en la estación seca en Guyana, donde el agua salada del océano Atlántico desplaza a la dulce del río Mahaica con la que él y otros arroceros solían inundar sus granos.
Granada todavía evalúa los daños de las fuertes lluvias de la primera semana de este mes, que generaron “amplias y extensas” inundaciones y volvieron a subrayar la gran vulnerabilidad de los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID) frente al cambio climático.
Para fines de septiembre, el Centro de Cambio Climático de la Comunidad del Caribe (5C) habrá instalado las últimas de las cinco boyas de datos en el Caribe oriental, ampliando la red de Sistema de Alerta Temprana de los Arrecifes de Coral, en el marco de su apoyo a la construcción de resiliencia al recalentamiento del planeta.
Desde que el huracán Iván, de categoría cuatro, golpeó en 2004 a la diminuta isla de Granada, con vientos de 151 millas por hora que devastaron a este país caribeño y que, tras azotar a otras islas, dejó a unas 15 personas muertas, varios desastres naturales más han puesto en riesgo la supervivencia en esta región.
El loro amazona de Santa Lucía es una de las especies más conocidas y una de las más sorprendentes, destacan los conservacionistas, con su plumaje verde chillón, la frente morada y las alas rojizas. Pero pronto podría desaparecer de este país insular del Caribe.
Fuertes vientos embravecen el mar que choca contra la Punta de Maisí, el punto más extremo del este de Cuba, donde ninguna edificación se alza sobre la costa de entremezcladas áreas rocosas, con vegetación y otras de arenas que facilitan el disfrute de bañistas.
A comienzos de 2017, la Red de Monitoreo de Sequías y Precipitaciones alertó a los países del Caribe oriental de que estaban atravesando “condiciones climáticas anormales” y posiblemente otra sequía generalizada.
El Centro para el Cambio Climático de la Comunidad del Caribe busca formas de promover un mejor acceso de la región a recursos del Fondo Verde para el Clima (FVC).
A medida que el huracán María arrasa en el Caribe, aparecen lentamente los últimos datos sobre el número de muertos y el grado de devastación dejado a su paso por Dominica.
Dominica se acerca cada vez más a cumpllir su sueño de construir una planta geotérmica, con la que esta diminuta isla del Caribe espera reducir su dependencia en los combustibles fósiles.
Las conversaciones sobre energías renovables y sostenibles no suelen asociarse con el arte. Sin embargo, la Comunidad del Caribe eligió convocar a jóvenes artistas de la región para un concurso dedicado a las fuentes de energía alternativas.
Ceylon Clayton trata de recuperar un proyecto de cultivo de musgo marino que él y unos amigos habían empezado hace unos años para aumentar los menguantes ingresos que perciben los pescadores de Jamaica.
La Oficina de Meteorología de Jamaica usa desde 2013 una herramienta de predicitibilidad climática para pronosticar sequías o lluvias por “debajo del promedio” en toda la isla como estrategia contra el cambio climático.