Cuando ya se ha rebasado el final del “año en que vivíamos peligrosamente”, conviene hacer balance y preguntarnos acerca de las perspectivas de la “nueva era”, una vez se ha confirmado constitucionalmente la derrota de Donald Trump.
Domina el nuevo ambiente una incomodidad que está presidida por una pesada losa de incertidumbre. Este sentimiento está causado por la enormidad del daño causado por la presidencia de Trump. La única duda que rellena el ambiente es acerca de la permanencia del desastre causado por el cuatrienio que ahora termina.
El Congreso de Estados Unidos ha publicado un extenso informe sobre la política de drogas en el continente americano, en el cual establece una larga lista de recomendaciones para detener el narcotráfico y abordar los problemas de salud pública creados por el consumo de drogas. El informe adelanta cómo podría ser la lucha contra el crimen organizado durante la administración del presidente electo Joe Biden.
La crisis climática y la democracia, además de las disputas con China, son los ejes de la política del presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, que por sus efectos en América Latina podrán reordenar el sistema hemisférico.
Las perspectivas han cambiado para la Organización Mundial del Comercio (OMC) aunque su futuro siga dependiendo de los humores de Estados Unidos. Los amagos de disolución proferidos por el ahora saliente presidente de esa nación, Donald Trump, se disipan, pero todavía son imprecisas las intenciones del sucesor, el mandatario electo Joe Biden.
El trumpismo, a través del populismo autoritario, ha sido el mejor paradigma de lo que hoy se ha denominado la era de la posverdad: el predominio político de la verdad subjetiva. La hegemonía del subjetivismo cultural ha sido la base de la nueva autocracia digital que desde la autoridad emocional desprecia el conocimiento científico e intelectual.
El 22 de marzo de 2018 comenzó una guerra entre las dos mayores superpotencias mundiales. No es ciencia ficción y tampoco una guerra convencional: se trata de una guerra comercial.
Después de cuatro años de profunda polarización política y tras una traumática semana electoral, el Partido Demócrata ha ganado las elecciones presidenciales de 2020. A pesar de las amenazas de Donald Trump de llevar a cabo una batalla legal para invalidar el resultado, la inmensa mayoría de los líderes y observadores mundiales dan por hecho ya que el próximo presidente de los Estados Unidos será el antiguo vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden.
Ya está claro que Joe Biden es el nuevo presidente electo de los Estados Unidos. Es poco probable que la maniobra legal de Donald Trump cambie los resultados de las elecciones, como cuando, en el año 2000, un Tribunal Supremo conservador decidió a favor de George Bush en lugar de Al Gore, que perdió entonces por 535 votos.
La derrota electoral de Donald Trump, que lo desalojará de la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero, podría ser el comienzo de una nueva era para el multilateralismo y para que se flexibilice el acoso contra las Naciones Unidas, que durante cuatro años soportó una retórica política contra el organismo y sus agencias desde la Casa Blanca.
Creer que el triunfo de Joe Biden es el final del drama que se ha desarrollado desde enero de 2016 es un ejemplo de espejismo de consecuencias fatales. Pretender que esos más de 70 millones de votantes, que han seguido a Donald Trump hasta el final, desaparecerán del mapa el 20 de enero con la toma de posesión de Biden y Kamala Harris revela una ceguera de cuánto Estados Unidos ha variado en las más recientes generaciones.
Las medidas del gobierno de Estados Unidos contra el envío de remesas a Cuba, adoptadas al final de la campaña presidencial en ese país y con fines aparentemente electorales, agregan tensiones a las familias afectadas por el embargo, las deficiencias del modelo económico de la isla y los efectos de la pandemia de covid-19.
Bolivia tiene ahora el Senado más femenino del mundo. Chile vivirá la experiencia inédita de una convención constituyente con paridad de género. En Estados Unidos las mujeres decidieron la virtual derrota del presidente Donald Trump, que tendrá variados efectos en América Latina.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), encabezada por Chile, Francia, Gran Bretaña e Italia, deploró el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, que sostiene objetivos planetarios para contener el calentamiento planetario.
El empate, sea cual sea el resultado final, se ha revelado no es un fenómeno temporal en Estados Unidos. El protagonista de la resistencia de Donald Trump no es el inquilino de la Casa Blanca de los últimos cuatro años. El agente real, aunque al final el ganador constitucional sea Joe Biden, es ese sector que durante décadas se consideraba una anormalidad.
Tras una campaña anodina y de bajo nivel marcada por la pandemia de la covid-19, llega el día de la elección del próximo presidente de Estados Unidos. Una elección que se demostrará crucial en los próximos años por un tema que ha pasado con bastante sordina durante los debates: el modelo energético por el que apostará el nuevo inquilino de la Casa Blanca.