El 31 de diciembre, para cerrar con una buena noticia este año tan duro
, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se anuncia que “a más tardar en el primer semestre del año 2023” el gobierno federal promoverá las reformas legales relevantes “para evitar el uso de glifosato como sustancia activa de agroquímicos y de maíz genéticamente modificado en México”.
El 31 de diciembre, el gobierno federal de México publicó el decreto del presidente Andrés Manuel López Obrador para la sustitución gradual del glifosato y la eliminación de uso del maíz transgénico. Se proyectó el 31 de enero del 2024 para lograr el reemplazo del agroquímico.
La aprobación de un nuevo trigo
transgénico en Argentina y un proyecto de decreto presidencial en México que habilita el uso de
glifosato y de maíz transgénico generaron la reacción de científicos de la región latinoamericana ante la posibilidad de que se amplíe el uso de transgénicos en el continente.
Actividades como la agricultura, la ganadería y la generación de energía están transformando los paisajes terrestres. Los bosques y su biodiversidad están siendo rápidamente eliminados alrededor del mundo, sin darnos cuenta de que estamos amenazando nuestra propia supervivencia. ¿Es posible diseñar paisajes amigables donde la biodiversidad y los humanos podamos coexistir de forma sostenible?
El temor a graves retrocesos en la política ambiental en Brasil, que el actual gobierno va confirmando con sus medidas, dificultará la puesta en marcha del nuevo acuerdo de libre comercio entre Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur).
“Nuestra filosofía se basa en dos principios: cero tolerancia a los venenos y a los patrones”, dice Leandro Ladrú, mientras pone tomates y zanahorias en la bolsa ecológica que le acerca una clienta, en un amplio salón de ventas de la capital argentina, ubicado entre depósitos y vagones de tren en desuso.
Frente a una de las estaciones ferroviarias más concurridas de la capital de Argentina, hay largas filas para comprar verduras y hortalizas, que los propios productores ofrecen directamente a los consumidores, a precios varias veces inferiores a las de los comercios.
En cifras, no hay dudas del éxito. La soja, casi desconocida hace cinco décadas en Brasil, se convirtió en su principal producto de exportación. Pero su cultivo enfrenta un desafío crucial, su dependencia de agroquímicos bajo sospecha de provocar cáncer.
La inquietud por el creciente uso de agroquímicos en la agricultura y su impacto sobre la salud y el ambiente recorre Argentina y llevó al gobierno a mostrarse activo y comprometido en un tema en el que prefirió no actuar durante años.
La contaminación del agua por prácticas agrícolas insostenibles plantea una grave amenaza para la salud humana y los ecosistemas del planeta, un problema que a menudo subestiman tanto los responsables de las políticas como los agricultores, alerta un nuevo informe.
Hasta hace pocos años era una preocupación exclusiva de la comunidad ambientalista y científica en Argentina. Pero hoy son también los productores los que ven con inquietud los impactos negativos del modelo agrícola de este país sudamericano, basado en el monocultivo, transgénicos y agroquímicos.
En Rosario, la ciudad en cuyos alrededores se concentra la mayoría de las plantas procesadoras de soja de Argentina, una norma local prohibió el uso de glifosato, el herbicida rey de la agricultura en el país. Pero la presión de los productores consiguió dos semanas después el compromiso de que se dará marcha atrás.