Propio de una “república bananera” fue la descalificación con que muchos compararon el asalto al Capitolio, el 6 de enero en Washington, por huestes azuzadas por el saliente presidente Donald Trump, a lo que suele ocurrir en América Latina. Pero es distinto y la diferencia son los militares.
El lunes 9 de noviembre, luego de que el legislativo Congreso de Perú aprobara velozmente la vacancia del presidente Martín Vizcarra por indicios de corrupción y designara como
presidente interino a Manuel Merino, miles de ciudadanos en Lima y varias ciudades del país salieron espontáneamente a las calles a protestar.
Eran adolescentes cuando fueron víctimas de reiterada violencia sexual en dos remotos poblados de las altiplanicies andinas, durante el conflicto armado interno que vivió Perú entre 1980 y 2000. Más de tres décadas después, siguen a la espera de justicia y sobreviven con hondas secuelas en su salud mental.
La marea de indignación ciudadana en Perú ante evidencias de la enraizada corrupción en el sistema de justicia y su relación con el fujimorismo, que controla el parlamento, empujó al presidente Martín Vizcarra a anunciar medidas drásticas contra el flagelo.
La renuncia de presidente Pedro Pablo Kuczynski a la presidencia de Perú el miércoles 21, tras 20 meses de un gobierno zarandeado por el acoso del fujimorismo y denuncias de corrupción, coloca a este país sudamericano en el camino de la ingobernabilidad.
La crisis política en Perú tras el indulto y las gracias presidenciales otorgados en la víspera de Navidad al exmandatario Alberto Fujimori, deja dudas sobre las acciones que se tomarán para frenar la violencia contra las mujeres en este país, que registró 116 feminicidios en 2017 y que ocupa el octavo lugar en este delito en América Latina y el Caribe.
“Presidente, en su país no hay libertad de expresión”. Así, sin mayor protocolo, el primer relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) diagnosticó la situación al entonces presidente peruano Alberto Fujimori, en noviembre de 1998.
Con una multitudinaria marcha, bajo la consigna “Ni Una Menos”, la sociedad peruana se pronunció contra la violencia hacia las mujeres, en lo que representa una toma de conciencia colectiva en el tercer país en agresiones sexuales del mundo.
Finalmente, se hizo oficial que Pedro Pablo Kuczynski obtuvo la presidencia de Perú por un puñado de votos y que Keiko Fujimori se quedó por segunda vez acariciando el Poder Ejecutivo, aunque a cambio dominará el Congreso legislativo y desde ahí condicionará al próximo gobierno.
Miles de peruanos se lanzaron a las calles de Lima y otras ciudades en protesta contra el probable triunfo en la segunda vuelta electoral, el domingo 5, de Keiko Fujimori, la hija del expresidente Alberto Fujimori, quien cumple 25 años de cárcel por corrupción, homicidio y secuestro.
El archivo del caso de la esterilización forzada de más de 2.000 mujeres en Perú durante el régimen de Alberto Fujimori representó un sorpresivo cambio del fiscal encargado. ¿Qué pasó? Esta investigación de IPS confirma que las vías jurídicas no están agotadas.