Cuando las ventas millonarias de armas entran por la puerta, las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra salen volando por la ventana.
Las Naciones Unidas luchan por una respuesta al golpe militar en Myanmar, pero China y Rusia, dos miembros permanentes con poder de veto del Consejo de Seguridad, se negaron a respaldar una declaración condenando la toma del poder por el Ejército myanma, en una sesión telemática de sus 15 miembros la noche del martes 2.
Las armas nucleares, que superaban las 13 400 unidades acumuladas a principios de 2020, tienen al menos una cosa en común con los humanos: pasan “a retiro” cuando llegan a la vejez, aunque en su caso pocas veces lo hacen como se necesitaría.
Más de 10 000 niños resultaron muertos o mutilados durante 2019 y suman millones los atrapados en áreas que soportan conflictos armados en el mundo, reveló un informe de la ONU divulgado este lunes 15.
China e India, que entraron en guerra en 1962 en gran medida por la disputada frontera del Himalaya, y sostienen una larga batalla por la supremacía militar en Asia, han establecido un nuevo récord en el gasto en armas.
En América Central, los costos humanos de la delincuencia siguen siendo de los más elevados del mundo. En El Salvador, Guatemala y Honduras —los países que integran el denominado Triángulo Norte— se registran alrededor de 4,5% de los homicidios en todo el mundo a pesar de tener solamente alrededor del 0,4% de la población del planeta.
El vociferante e impredecible presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha emprendido desde que llegó a la Casa Blanca una guerra comercial con China, para contrarrestar, alega, sus “injustas” ventajas en materia de intercambio y aranceles, su violación de los derechos de propiedad intelectual y la manipulación de su moneda.
Las muertes y la devastación causadas en los conflictos militares y la guerras civiles actuales, con los asesinatos provocados en ataques aéreos en hospitales, escuelas, mezquitas y mercados, ya sean deliberados o no, fueron calificados como los peores de todos los tiempos por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Demasiados niños están muriendo víctimas de las armas explosivas, y la comunidad internacional debe actuar para proteger y declarar a la población infantil fuera de los ámbitos de la guerra, exhorta una organización especializada en la infancia.
Los cinco mayores proveedores de armas coinciden con cuatro miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU que, irónicamente, abogan por una coexistencia pacífica y defienden los principios del desarme.
Es el país de la paradoja, cimentado sobre la doble columna de la creatividad y la tradición. Los angloamericanos son incapaces de escapar a la gemela sumisión al adanismo de ser los primeros y los últimos en aceptar que el resto del planeta puede ser más original y superarlos en cualquier campo.
Cuando Estados Unidos recorta la asistencia militar a uno de sus aliados por motivos políticos u otros, ya se sabe cuál será la reacción de este: se volverá hacia países como China, Rusia y otros de Europa para asegurarse el flujo de armas.
El miércoles 1 de marzo comenzó el proceso de dejación de armas de la guerrilla comunista FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el cual debe culminar en tres meses.
El cese el fuego bilateral y definitivo rubricado este jueves 23 por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el comandante de la guerrilla comunista de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, allana el fin del conflicto armado más prolongado de América Latina.
La caída del precio del petróleo amenaza con repercutir directamente en la ayuda al desarrollo, las remesas de los trabajadores migrantes y la asistencia humanitaria a los refugiados, entre otras áreas, pero es poco probable que le haga mella al ingreso de armas en Medio Oriente.
Los presupuestos militares son una fuente que la ONU aún no exploró en la búsqueda de los billones de dólares necesarios para financiar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que gobernantes de todo el mundo adoptaron en septiembre.
Aunque el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) entró en vigor en diciembre de 2014, la proliferación de armas convencionales, legales e ilegales, sigue alimentando los conflictos en Iraq, Libia, Siria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen, entre otros países.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), que vence o por lo menos aplaca las pestes más severas, como ha sucedido con la epidemia del Ébola, arrastra desde hace cinco años una definición de sus relaciones con el sector privado y la sociedad civil.