En Brasil, además de su debilitamiento económico, parte de la crisis mundial, el periodismo enfrenta actualmente una oleada de ataques fomentados por un gobierno hostil, que llegaron incluso a la justicia.
Eritrea tiene los niveles de censura más altos del mundo y el gobierno más propenso a encarcelar a periodistas y suprimir medios de comunicación independientes, según un nuevo informe del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ).
En enero, el medio digital Animal Político publicó un reportaje sobre el presunto desvío de más de 28 millones de dólares del gobierno de México, a través de convenios con universidades públicas para realizar investigaciones que nunca ocurrieron.
El reportero mexicano Cecilio Pineda Brito cubría temas de narcotráfico en una región del sureño estado de Guerrero, conocida por el control que ostentan en ella los grupos criminales.
En septiembre de 2015 había sufrido un atentado y su condición de “altísimo riesgo” lo hizo beneficiario del mecanismo federal de protección a personas defensoras de derechos humanos y periodistas, que existe en México desde diciembre de 2012.
La vigilancia a correos electrónicos, el bloqueo de páginas con contenidos que incomodan a los gobiernos o la interrupción de servicios como WhatsApp representan síntomas de la amenaza a la libertad de expresión en el espacio digital, según activistas latinoamericanos.
México es el país más letal para el periodismo en América Latina. Durante 2015, sumó la tercera parte de los asesinatos de periodistas en la región, y cuatro periodistas más se añadieron a la lista sangrienta en lo que va de 2016.