La crisis de covid-19 no ayudará demasiado al ambiente ni a paliar el cambio climático: la reducción de emisiones es insignificante (en parte por su carácter no permanente) comparada con lo que realmente tenemos que hacer para mantener el calentamiento global en niveles aceptables.
Africa pidió ayuda urgente, por el orden de los 100 000 millones de dólares, para enfrentar la pandemia de covid-19 con redes de salud que alcancen a su población más vulnerable, y amortiguar el impacto sobre sus frágiles economías.
La integración europea no solo debe ser la respuesta a esta crisis, sino además, parecerla. La inesperada pandemia que azota al mundo pasará, pero sus consecuencias perdurarán en el tiempo. De la gestión que se haga ahora, resultará, para mejor o peor suerte, el porvenir de nuestras civilizaciones.
Las designaciones de la francesa Christine Lagarde como presidenta del Banco Central Europeo (BCE) y de la alemana Ursula von der Leyen como la presidenta de la Comisión de la Unión Europea (UE), se han resaltado como hitos en la llegada por primera vez de mujeres a la cima de dos grandes instituciones internacionales, rompiendo el dominio de los hombres.
Desde la ciudad peruana de Cuzco, donde la cultura Inca fue subyugada por los españoles, viendo como el mundo lleva inexorablemente a una medida diferente de la historia. Y ante la imposibilidad de escribir un análisis completo, van algunas observaciones dispersas.
Los ministros de Economía y los presidentes de los bancos centrales de las 20 mayores economías del planeta se comprometieron a "promover un entorno económico global favorable para los países en desarrollo en la aplicación de sus agendas de desarrollo sostenible".
La larga saga sobre Grecia aparentemente acabó: las instituciones europeas concedieron a Atenas un tercer rescate de 86.000 millones de euros (98.000 millones de dólares) que, junto con los dos anteriores, suma 240.000 millones de euros (273.000 millones de dólares).
Cincuenta años de Guerra Fría y el hecho que la canciller Angela Merkel creció en la entonces Alemania Oriental, posiblemente pueden explicar el curioso influjo político que Estados Unidos ejerce sobre Europa.
El Instituto para la Investigación Económica IFO publicó recientemente un informe sobre las proyecciones demográficas en Alemania, que confirma que su población está disminuyendo rápidamente.
Gran Bretaña ha sido acusada de "sonambulismo" en la crisis de Ucrania. La imputación viene nada menos que de la Cámara de los Lores, que normalmente no es considerada un manantial de análisis crítico.
La reelección de Benjamin Netanyahu como primer ministro de Israel el 17 de marzo abre una serie de problemas, con evidentes consecuencias para Medio Oriente y el resto del mundo, al dar nuevas fuerzas al fundamentalismo, debilitar seriamente a la Organización para la Liberación de Palestina y proporcionar nuevo vigor al movimiento radical Hamas.
Finalmente, el 24 de febrero, el Eurogrupo dio su conformidad a los compromisos y reformas propuestos por el gobierno de Atenas a cambio de prolongar el plan vigente de ayuda a Grecia.
Cuando me preguntan si en el mundo actual Europa es todavía una "protagonista" relevante, respondo que sin duda lo es. Desde hace tiempo sacuden al continente crisis financieras y crisis estratégicas de seguridad interna -guerra incluida- y de inestabilidad en sus confines que la convierten en una protagonista absoluta de los asuntos mundiales.
Cada día recibimos datos sorprendentes, que deberían crear alboroto y desencadenar acciones. En cambio, la vida transcurre como si esos datos nada tuviesen que ver con nuestras vidas.
Europa presenta su nueva imagen en el Mediterráneo después de la operación marítima italiana de búsqueda y rescate Mare Nostrum, iniciada en octubre de 2013 a un costo de nueve millones de euros mensuales, que logró recuperar casi 100.000 inmigrantes, aunque costó la muerte a otros 3.000 que intentaron la travesía.
En Grecia y otros países europeos hundidos en la recesión se está desatando una crisis humanitaria, por las inclementes medidas de austeridad impuestas para su rescate financiero.
Miles de funcionarios públicos griegos marcharon en Atenas y en Salónica, la segunda mayor ciudad del país, en el marco de una huelga nacional de dos días contra los recortes laborales planificados por el gobierno.