Al salir la economía mundial de la crisis de la covid, se prevé que el consumo de carbón se recupere tras su fuerte caída durante la pandemia.
Los países planifican producir más petróleo, carbón y gas en la próxima década, al contrario de lo que se necesita para limitar el calentamiento global, advirtió un informe sobre la brecha de producción de combustibles fósiles divulgado este viernes 4 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
El relator especial de las Naciones Unidas sobre derechos humanos y ambiente, David Boyd, pidió este lunes a Colombia que suspenda, al menos temporalmente, las actividades de la mina de carbón El Cerrejón, ya que daña gravemente el entorno y la salud del pueblo indígena wayúu.
A lo largo del siglo XXI, la mayoría de los países de la Unión Europea (UE) ha conseguido resultados destacados en la reducción de las emisiones dentro de su territorio. En particular, las emisiones de CO₂ por la quema de combustibles dentro de España cayeron un 12% entre 2000 y 2018, según el
INE. En Alemania disminuyeron un 16%; en Francia, un 20%; en Italia, un 25%; y en el Reino Unido, un 32%.
El año 2019 marcó sin duda un hito en la concienciación ecológica global, sobre todo en lo que se refiere al cambio climático. Sin duda, gracias al trabajo de
Greta Thunberg y de movimientos como
Fridays for Future (Viernes para el futuro), pero también por la concatenación de eventos meteorológicos de gran impacto a lo largo de los últimos años.
La crisis de covid-19 no ayudará demasiado al ambiente ni a paliar el cambio climático: la reducción de emisiones es insignificante (en parte por su carácter no permanente) comparada con lo que realmente tenemos que hacer para mantener el calentamiento global en niveles aceptables.
En un momento en que aumentan las emisiones contaminantes, la cumbre climática de Bonn dejó dos alianzas, una buscará promover la energía solar y la otra, abandonar el uso del carbón para la generación de electricidad.
A pesar de la presión global para disminuir la minería del carbón y la quema del mineral para generar electricidad, varios países de América Latina y el Caribe mantienen en la actualidad proyectos para ampliar esa contaminante fuente energética.
La llamada ley del carbono estipula que las emisiones humanas de dióxido de carbono (CO2) deben reducirse a la mitad cada década a partir de 2020 para que la humanidad logre emisiones nulas del gas a mediados de este siglo y así proteger el clima mundial para las generaciones actuales y futuras.
La energía generada a partir del carbón causa más daños a las poblaciones más pobres del mundo que la ayuda que les brinda, aun sin contar los efectos devastadores del cambio climático, subraya un informe publicado por 12 organizaciones de desarrollo internacionales.
La explotación de una mina de carbón a cielo abierto en la austral isla de Riesco, un paraíso de diversidad biológica ubicado en la Patagonia de Chile, se ha convertido en un paradigma de la debilidad de la legislación ambiental que critican pobladores, activistas, científicos y parlamentarios.
Muchos en el mundo consideran que la energía renovable es una solución de desarrollo redituable, tanto para las naciones industrializadas como para las que no lo están. Los países se dan cuenta lentamente de que el uso de carbón y la enorme cantidad de emisiones contaminantes que genera dañan al ambiente e impactan sobre nuestras actividades cotidianas.
Durante décadas, las principales compañías petroleras estadounidenses y europeas tenían conocimiento de que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) provocan el calentamiento global, mientras destinaban millones de dólares para financiar a científicos que niegan el cambio climático.
Los gobiernos de África deben iniciar una revolución energética para aumentar su productividad agrícola, mejorar la capacidad de adaptación al cambio climático y contribuir a la reducción a largo plazo de las contaminantes emisiones de dióxido de carbono.
Las plantas de carbón de los países del Grupo de los Siete (G-7) más ricos le costarán al mundo 450.000 millones de dólares anuales a fines de siglo y reducirán los cultivos del planeta en millones de toneladas, a medida que aceleren el ritmo del cambio climático, según un nuevo informe de la organización humanitaria Oxfam.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, defensor incansable de la energía sostenible para todos, en una ocasión puso de manifiesto la necesidad que tenemos de las comodidades modernas al mostrarle su teléfono celular al público presente y preguntar: "¿qué haríamos sin ellos?".
La transición mundial de los combustibles fósiles a las energías renovables ya está en marcha, pero los expertos se preguntan si concluirá a tiempo para impedir que el calentamiento del planeta tenga consecuencias catastróficas.