A pesar de que América Central es una de las regiones más vulnerables al cambio climático en el mundo, tiene las arcas medio vacías para lidiar con este fenómeno, en parte porque recibe solo migajas de la asistencia internacional para afrontar los impactos del incremento de las temperaturas.
Los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) se preparan para el cambio climático especialmente con medidas de adaptación de su agricultura, tal como se indica en sus Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional (INDC).
El descubrimiento de petróleo en Guyana podría resultar en un dilema para el país sudamericano, dado que la Comunidad del Caribe (Caricom, en inglés) y otros pequeños estados insulares presionan para limitar la emisión de gases de efecto invernadero y así mantener a raya el aumento de la temperatura global, según lo establece el Acuerdo de París.
Con la ratificación y la entrada en vigor del Acuerdo de París todavía frescos, los países latinoamericanos llegan a la cumbre climática de Marrakech en busca de reglas claras que les permitan descarbonizar sus economías y así mitigar el calentamiento global.
Llegó la semana decisiva. El esfuerzo realizado durante los últimos cuatro años para construir la arquitectura legal de un nuevo tratado climático universal será puesto a prueba hasta el viernes 11 y definirá el legado de los gobiernos involucrados.
Al comenzar la cumbre climática de París, Nicaragua anunció que no presentaría su contribución nacional para contener la temperatura del planeta, convirtiéndose en el primer país en rechazar abiertamente este sistema para un acuerdo global respecto al fenómeno.
Comunicadores y periodistas del Caribe comprometidos con el ambiente, avizoran que será un gran desafío transmitir y concienciar sobre los cruciales acuerdos en París de la 21 Conferencia de las Partes (COP21) sobre cambio climático.
Para la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, la cumbre climática de París “no es el término de un proceso, sino el inicio”, de donde saldrá “un acuerdo que, si bien es insuficiente respecto a lo que era la meta original, demuestra que la gente considera que es mejor avanzar que quedar en punto cero”.
Si los países de América Latina pasan a incluir en sus políticas nacionales los riesgos que implican el cambio climático, la región tiene el potencial para liderar el camino hacia una economía baja en carbono en el mundo, según expertos consultados por IPS.
Ocho de las principales economías del mundo duplicarán su oferta de energía renovable hacia 2030, si cumplen con los compromisos que presentaron para contribuir a frenar el calentamiento global, y que se incluirán en el nuevo tratado climático.
Vistos durante años como actores pasivos en la lucha frente el calentamiento del planeta, más de un centenar de países del Sur Global espantaron las etiquetas al presentar sus contribuciones nacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y descarbonizar sus economías.
El programa de Brasil en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que provocan el calentamiento del planeta, dejó insatisfechos a los ambientalistas por su falta de ambición en aspectos clave.
El plan del presidente Jacob Zuma para desarrollar la energía nuclear en Sudáfrica generó la oposición de un número creciente de activistas, que mantienen vigilias de protesta frente al edificio del Parlamento en esta ciudad.
Ubicada en una zona privilegiada por las corrientes aéreas y la radiación solar, América Central sigue atada a la generación de energía térmica e hidroeléctrica a gran escala y desaprovecha la posibilidad de incluir a las comunidades en proyectos menos invasivos y más limpios.
Una alianza de 24 destacadas instituciones científicas británicas exhortó a los gobiernos que tomen medidas enérgicas e inmediatas en la crucial cumbre sobre el cambio climático que la Organización de las Naciones Unidas celebrará en diciembre en París.
Un nuevo informe de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos concluyó que 2014 fue el año más cálido de la historia.
La inestabilidad climática hace que el trabajo de los pequeños agricultores que dependen de la lluvia en Zambia sea cada vez más arriesgado, pero la situación podría empeorar si el calentamiento del planeta incrementa las frecuencias de las sequías y las inundaciones.