“A través del agua es posible medir los impactos del cambio climático”, aseguró Ségolène Royal, ministra de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía de Francia, en una conferencia en el marco de la COP21.
En el inicio de la temporada festiva, algunos agricultores sostienen que los consumidores deberían preguntarse de dónde proviene su comida y quiénes la producen, especialmente tras el histórico acuerdo sobre el cambio climático alcanzado el sábado 12 en París.
Uno de los aspectos más significativos de la conferencia internacional sobre cambio climático, concluida en París el sábado 12, es el ingreso de la seguridad alimentaria y el fin del hambre a la agenda del debate sobre el tema.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, no escatimó palabras de elogio hacia el acuerdo universal y vinculante alcanzado en París para combatir el cambio climático, una postura que contrasta con las fuertes críticas procedentes de la sociedad civil.
El vínculo entre mujeres y cambio climático es un asunto transversal que merece mayor reconocimiento, pues es omnipresente y afecta a distintos ámbitos, desde la salud y la agricultura hasta el saneamiento y la educación.
Después de dos semanas de intensas negociaciones la conferencia climática de la Organización de las Naciones Unidas finalmente alcanzó un histórico acuerdo que, por primera vez, se compromete a mantener el calentamiento del planeta por debajo de los dos grados Celsius.
Lo imposible fue posible. Gobiernos de 195 países hicieron historia al firmar este sábado 12 en París el primer acuerdo universal y vinculante para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptarse a los efectos negativos del cambio climático en el mundo.
Una de las razones para que miles de africanos lleguen a Europa cada mes, a menudo con el riesgo que padecen a bordo de embarcaciones inestables para llegar a una vida mejor, podría ser la falta de acceso a la energía.
En la conferencia climática que concluye este viernes en París, las pequeñas naciones insulares del Pacífico pidieron a los gobernantes de todo el mundo que detengan el cambio climático y respeten su derecho a existir en la tierra.
América Latina invirtió en 2015 más de 23.000 millones de dólares en energías eólica, solar, biomasa, geotérmica y otras renovables. Pero deberá hacer un esfuerzo mayor en las próximas décadas en esa estrategia para responder a los desafíos del cambio climático.
A medida que la conferencia sobre el clima avanza hacia su fin en París, con el desafío colosal de que 195 países acuerden una política universal contra el cambio climático, las áreas urbanas surgen como una solución diferente pero complementaria al problema en todo el mundo.
Los casi 400 kilómetros de costa de Suriname se erosionan con tanta rapidez que los científicos pronostican que el laberinto de manglares de este país sudamericano podría desaparecer en apenas 30 años, si no se toman medidas urgentes para frenar las secuelas del cambio climático.
Aleta Baun, de Indonesia, es una guerrera climática. La mujer de 53 años lideró entre 1995 y 2005 un movimiento ciudadano que logró cerrar cuatro empresas mineras de mármol que contaminaban el ecosistema de una montaña, a la que su comunidad en la provincia de Timor Occidental considera sagrada.
Verónica Yearwood ya no entra en pánico cuando escucha que el pronóstico para la próxima temporada seca en esta diminuta isla caribeña indica que las precipitaciones estarán por debajo del promedio, pues es hidróloga del departamento de agua de la Autoridad de Servicios Públicos de Antigua.
Llegó la semana decisiva. El esfuerzo realizado durante los últimos cuatro años para construir la arquitectura legal de un nuevo tratado climático universal será puesto a prueba hasta el viernes 11 y definirá el legado de los gobiernos involucrados.
Al que mucho le es dado, mucho se le exigirá. Este es el mensaje que el Banco Africano de Desarrollo (BAD) llevó en nombre de África a la conferencia mundial sobre el cambio climático que se desarrolla en la capital francesa hasta el 11 de este mes.
Horace Walters viajó 6.903 kilómetros desde su natal Santa Lucía hasta París para entregar un mensaje sencillo pero urgente a la comunidad internacional, reunida en la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.