El anunciado reordenamiento monetario en Cuba se proyecta como otra de las estrategias gubernamentales para impulsar la recuperación económica del país, rescatar la confianza de los acreedores internacionales y ofrecer nuevas garantías para la inversión extranjera.
“Nunca la situación había estado tan mal como ahora”, sentencia María Antonia Figueroa, directora de una guardería y un preescolar comunitarios en uno de los mayores asentamientos precarios del Gran Buenos Aires y testigo de primera línea del impacto social de la crisis económica en Argentina.
Una devaluación de 12 por ciento del peso en poco más de una semana trajo de regreso los fantasmas de una crisis como las que tantas veces han vivido los argentinos y exhibió a un presidente Mauricio Macri golpeado por no haber logrado cumplir su gran promesa, la de encarrilar la economía.
Finalmente se confirmaron las predicciones. En la sesión de la Asamblea Nacional, en el mes de julio, el gobierno cubano anunciaba que este año 2016 ocurriría una contracción de los suministros de combustible pactados con Venezuela.
Varios economistas ven una pequeña luz en la crisis brasileña, que no apunta al final del túnel pero sí muestra un camino de recuperación de la actual combinación de prolongada recesión, ajuste fiscal e inflación y tasas de interés altas, junto con creciente desempleo.
Brasil incorporó las manifestaciones callejeras como un dato nuevo en sus variadas crisis, cuya sinergia dificulta una respuesta del gobierno maniatado por la necesidad de un ajuste fiscal, que a su vez avivaría las protestas.
“Entregarle a los banqueros un gran poder de decisión sobre su vida y la de su familia”, incluyendo empleo, precios y salarios, es lo que haría la opositora Marina Silva, sostiene la propaganda de Dilma Rousseff, presidenta de Brasil y en campaña por su reelección.
Aunque se supere la persistente ola de violencia en Ucrania, el profundo descontento social que la generó no desaparecerá de un día para otro.
Convocados por las redes sociales, muchos consumidores de Argentina comenzaron a movilizarse contra la escalada de precios que pone en riesgo avances importantes del país en materia de reducción de pobreza y desigualdad social.
Los ajustes en la política cambiaria de Argentina preocupan a Brasil y replantean la necesidad de una agenda “positiva” de integración, destinada a compensar desequilibrios comerciales, en caso de abruptos cambios macroeconómicos que afecten a uno u otro país.