“Antes yo pescaba 200 kilogramos por semana, ahora logro 40 cuando tengo suerte”, se quejó Raimundo Neves, culpando a las dos centrales hidroeléctricas construidas en el río Madeira, una arriba y otra abajo de Jaci Paraná, el pueblo donde vive en el noroeste de Brasil.
La construcción de grandes centrales hidroeléctricas en Brasil constituye una tragedia para miles de familias desplazadas y una pesadilla para las empresas que tratan de reasentarlas como exige la legislación local.
Euro Tourinho tenía ocho años, en 1930, cuando acompañó su madre a Campo Grande, la ya entonces gran ciudad del centrooccidente de Brasil, para el parto de un hermano menor.
La deforestación, especialmente en los Andes de Bolivia y Perú, es lo que más eriza las inundaciones en la cuenca del río Madeira, que este año adquirieron rango de catástrofe en la Amazonia boliviana y en su desaguadero brasileño.