La violencia contra excombatientes y defensores de derechos humanos y de los pueblos indígenas se mantiene como la principal amenaza para la paz en Colombia, según un informe de la secretaría general de la ONU divulgado este martes 14.
Grupos armados en Colombia continúan asesinando líderes sociales y convierten el confinamiento para evitar la propagación del coronavirus en una oportunidad para ganar territorio, denunció este viernes 24 la oficina de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
El miércoles 1 de marzo comenzó el proceso de dejación de armas de la guerrilla comunista FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el cual debe culminar en tres meses.
Tras 52 años de conflicto armado, Colombia abrió este miércoles 24 el capítulo de la paz con un histórico Acuerdo Final, suscrito en la capital cubana entre el gobierno y la guerrilla comunista de las FARC, que deberá ser refrendado el 2 de octubre en un plebiscito.
El acuerdo del cese al fuego definitivo entre el gobierno de Colombia y la guerrilla comunista de las FARC pone un punto final a un ciclo latinoamericano que en realidad ya había acabado años antes de comenzar este siglo.
El sábado 4 de junio el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, estará en La Habana para asistir a una cumbre caribeña. El hombre que ha sacrificado su capital político para hacer la paz con la guerrilla de las FARC aparentemente no piensa perderse un anuncio histórico.
“Si van a hablar de Colombia y del proceso de paz, háganlo aparte”, se oyó en las reuniones preparatorias regionales de la Cumbre Humanitaria Mundial, según Ramón Rodríguez, directivo de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas (UARIV).
“No fue posible” firmar el Acuerdo Final con la guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), oficializó desde La Habana la noche del 23 de marzo el jefe negociador del gobierno colombiano, Humberto de la Calle.
Los árboles grandes y medianos recién talados y atravesados en seis puntos de la carretera evidenciaban una hostilidad dispuesta a todo. Recordaban prácticas de aquella fase de la guerra colombiana conocida como La Violencia (1948-1957). Pero no era necesario conocer la historia para entender el mensaje.
Atrapados en la escalada de la violencia entre el gobierno de Ankara y el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), los lugareños de este bastión de la guerrilla sufren impotentes los ataques constantes de la aviación turca.
En Colombia crece la sensación de que el proceso de paz con la guerrilla comunista FARC está cerca de terminar. La expresión puede ser para bien o para mal, como anota el jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle.
En el conflictivo Medio Oriente, las minorías étnicas o religiosas son amenazadas, atacadas y expulsadas de sus países de origen por organizaciones extremistas como Al Qaeda y Estado Islámico (EI).
La memoria de un sacerdote asesinado durante la guerra civil en El Salvador sigue tan viva en este pueblo, que ahora es el principal atractivo para una iniciativa turística comunitaria con la que se pretende generar el despegue económico de la zona.
Tres avances inéditos en seis días en la negociación que el gobierno colombiano y la guerrilla comunista FARC adelantan hace casi dos años en La Habana, mientras continúa la guerra surgida en 1946.
Las encuestas en Colombia vaticinan que ninguno de los cinco candidatos obtendrá más de la mitad de los sufragios en las elecciones presidenciales de este domingo 25, así que es probable que el próximo gobernante se decida en la segunda vuelta, el 15 de junio.
La primera vez que leí a Gabriel García Márquez (1927-2014) fue frente a las pruebas de galera de “Relato de un náufrago” que Editorial Sudamericana se aprestaba a reeditar en Argentina.
Fue en julio de 2004 cuando el jefe paramilitar Salvatore Mancuso, en proceso de desmovilizarse, reconoció ante el parlamento de Colombia que esa fuerza de extrema derecha controlaba 35 por ciento de los escaños. Diez años después la proporción se asemeja: el nuevo Congreso legislativo sería paramilitar casi en una tercera parte.