Las megarepresas pueden tener un impacto devastador sobre los ecosistemas y las comunidades indígenas, pero siguen siendo la alternativa elegida por algunos países pobres para cubrir sus necesidades energéticas.
El gobierno de Zimbabwe asegura que el proyecto de la represa hidroeléctrica de Batoka, sobre el río Zambeze, generará 2.400 megavatios (MW) de energía, pero activistas advierten que el impacto del cambio climático haría inviable la obra.
Las grandes represas tienen un probable impacto negativo en la calidad del agua y la biodiversidad, según un nuevo estudio que investigó y relacionó los datos extraídos de unas 6.000 obras de este tipo en todo el mundo.
Defensores de los derechos humanos advierten sobre los riesgos sociales y ambientales de un acuerdo, pactado a puertas cerradas y cuyos alcances se desconocen, para la construcción de una enorme represa en República Democrática del Congo (RDC) con inversión privada de China.
“Prefiero la represa a los peces”, comenta el agricultor Ton Noun sobre el proyecto de construir una central hidroeléctrica sobre el río Sesan, cerca de su casa en el nordeste de Camboya. Luego se ríe y pregunta: “¿Qué peces?”.
La construcción de una gran línea de transmisión que exportará electricidad generada por uno de los grandes proyectos hidroeléctricos de Etiopía, Gibe III, es una amenaza para cientos de miles de pastores que viven en la zona.