La mortal estrategia de “divide y vencerás” que Israel aplica a sus enemigos podría jugarle en contra, sobre todo ahora que el grupo extremista Estado Islámico (EI) afianza su poder en los países vecinos y se acerca al territorio israelí.
Más de 25.000 combatientes que pretenden librar la "yihad" o guerra santa islámica abandonaron sus países para sumarse a grupos extremistas en el extranjero, según filtraciones de un informe reservado para el Consejo de Seguridad de la ONU y datos de otras investigaciones.
“¿Volver a casa? Sería un suicidio, los islamistas nos cortarían el cuello sin vacilar”, explica Jalil Hafif Ismam. El temor de este refugiado resume el de uno de los pueblos más antiguos de Mesopotamia. Y el más diezmado.
El asalto al parlamento canadiense por un joven que se había convertido al Islam solo un mes antes, debería fomentar algún interés sobre porqué un número creciente de jóvenes está dispuesto a dar su vida por una visión radical del Islam.
Cuando el grupo extremista Estado Islámico (EI) irrumpió inesperadamente en Iraq, su declaración de guerra colocó entre sus primeros objetivos a los chiíes y a los llamados safávidas.
El presidente de Iraq, Fuad Masum, anunció que el gobierno busca un suní independiente para ocupar el cargo de ministro de Defensa, en un esfuerzo por mejorar las posibilidades de reunificación del país y de derrotar al grupo extremista Estado Islámico (EI).
El canciller de Irán se encuentra en Nueva York a fin de alcanzar un acuerdo definitivo sobre el programa nuclear de su país. Pero el grupo extremista Estado Islámico (EI) pesa como una losa sobre las negociaciones, de por sí tensas, mientras Teherán y las potencias mundiales reanudan las conversaciones, paralelas a la Asamblea General de la ONU.
Las madres y las embarazadas sirias en el mayor campo de refugiados del Kurdistán iraquí son consideradas relativamente afortunadas.
El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el único organismo internacional facultado para declarar la guerra y la paz, sigue siendo un testigo mudo de la devastación y las masacres que se producen en Palestina, Siria, Iraq, Libia, Yemen y Ucrania, entre otros territorios.
La estrategia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para “degradar, y en última instancia destruir,” al extremista Estado Islámico (EI) fue recibida con el escepticismo generalizado de legisladores y expertos en Medio Oriente de este país.