El gobierno de extrema derecha de Brasil se escudó en un artículo del Acuerdo de París para mantener su participación en las negociaciones climáticas que se desarrollan en la COP25, aunque las posiciones ambientales oficiales lo han sumido en el descredito internacional.
Agosto es el mes de los enojos sociales y de las grandes crisis políticas en Brasil, pero nadie sospechaba que un asunto ambiental seria esta vez el detonante de las tormentas que amenazan al gobierno del presidente Jair Bolsonaro, con apenas ocho meses en el poder.
A pesar de la presión global para disminuir la minería del carbón y la quema del mineral para generar electricidad, varios países de América Latina y el Caribe mantienen en la actualidad proyectos para ampliar esa contaminante fuente energética.
Difíciles de medir y desiguales en sus alcances son los avances que exhibirán los países de América Latina, respecto a sus compromisos voluntarios de reducción de emisiones contaminantes, durante la cumbre climática que acogerá en noviembre la ciudad alemana de Bonn.
El programa de Brasil en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que provocan el calentamiento del planeta, dejó insatisfechos a los ambientalistas por su falta de ambición en aspectos clave.